martes, 20 de diciembre de 2011

Capítulo 24

La tentación fue finalmente más fuerte que él, y llamó a Hannah a la oficina.
Annette le dijo que estaba con una visita y que había pedido que no le pasaran ninguna llamada.
-Está bien. ¿Le dirás que me llame?
-Claro. Adiós Jeremy.
-Adiós.
Annette se sorprendió que Jason no llamase en toda la tarde. Si había discutido con ella a primera hora de la mañana, ya debería haber llamado por lo menos cinco veces.
Miró el reloj que colgaba de la pared. Aun era pronto. Todavía podía llamar.


-Es precioso Ally- Allison había traído consigo a su bebé de apenas un año para presentárselo a Hannah y de paso hacerle una visita a esta.
-Gracias. Se llama T.J.
-Es igual que tú.
-Ryan me dice lo mismo. La verdad es que tenerle nos ha cambiado la vida. No hemos sido nunca tan felices.
-¿Cómo lo compaginas con los estudios?
-Tengo la suerte de contar con mi marido. Él se queda con el niño por las noches mientras yo voy a clase.
-Me alegro muchísimo por vosotros. Os merecéis lo mejor.
-Tú tampoco puedes quejarte. Tienes un novio que te quiere con locura, unos
amigos estupendos, un buen trabajo y además vas a tener un bebé dentro de nada.
-No olvides que también me voy a casar.
-¿Lo ves? Tu vida tampoco está mal.- ambas se rieron, pero Allison se dio
cuenta de que había algo que le preocupaba.- ¿Qué tienes?- había cogido a su hijo en brazos para darle el pecho.
-Tengo miedo. Me aterra la idea de que haya algo en el parto que salga mal.
-Solo conseguirás pasarlo mal si tienes esa mentalidad. Todo saldrá bien.
Tienes que confiar. Tú me enseñaste.
-Es verdad.
-¿Habéis pensado ya en algún nombre?
-Si…


Héctor acompañó a Silvia al lugar en donde había quedado con Patrick y prometió ir a buscarla más tarde. Tenía que hacer unas compras y pensaba pedirle a Carlos que le acompañase ya que Aïda no volvería hasta tarde.
-La curiosidad me puede. Cuéntame ya todo lo ocurrido anoche.
-Está bien. Quedé con alguien.
-Si, eso lo sé. ¿Quién es? Quiero saberlo todo.
-Se llama Jerry. Trabaja en el restaurante de la hermana de Hannah.
-Díos mío… ¿Y como le conociste?
-Me dejé caer por el restaurante y fue mi camarero. Antes de irme le dejé mi
teléfono. Al llegar a casa me llamó y quedamos.
-¿Y que tal?
-Muy bien. Tenemos algunas cosas en común y me gusta mucho.
-Me alegro muchísimo.
-Yo también. Desde Ángel que no había sentido nada parecido.
-Es genial. ¿Y que es lo que querías enseñarme?
-Mira- sacó una cajita con una grabación. <<Pase lo que pase, sé que me
recordarás. Ángel>>.
No podía creer que aquello fuese de él.
-Lo compró cuando se enteró de que no le quedaba mucho tiempo. Lo guardé
yo todo este tiempo esperando a que llegase el momento de dártelo.
Abrió la cajita y dentro había una bailarina que daba vueltas al mismo tiempo que sonaba la música.
No retuvo las lágrimas. No lo intentó siquiera. Guardaría aquello como su más valiosa posesión.
-Gracias.
-De nada.- ambos se abrazaron y estuvieron recordando momentos con Ángel que jamás olvidarían.
Cuando Héctor fue a buscarla la encontró muy feliz a pesar de que se le notaba que había estado llorando.
Al llegar a casa Silvia le mostró la cajita. Héctor la cogió y la puso sobre la mesita de noche de ella.
-¿No te molesta?
-¿Cómo va a molestarme? Forma parte de ti. No puedo borrar eso ni tampoco
quiero.
Silvia le lanzó a los brazos de su chico derribándole sobre la cama para besarle.

Las últimas horas en el despacho no fueron más que una tortura para el chico. Estaba deseando volver a casa y ver a su chica para pedirle perdón. No era que no quisiese llamarla, pero prefería afrontarlo de cara.
Junto con la empresa con la que se había fusionado, habían acordado aceptar a algunos alumnos de la facultad para que hiciesen prácticas, y uno de ellos llamó a su puerta devolviéndole a la realidad.
-Perdone que le moleste, pero tengo algunos problemas con el horario y me
preguntaba si podía usted echarle un vistazo y decirme como podemos solucionarlo.
-Siéntate. Veamos- el chico le mostró la hoja donde tenía anotadas las horas
que debía hacer.- ¿Cuál es el problema?


Antes de apagar el ordenador, imprimió lo que había estado buscando.
Respiró hondo al sentir como su bebé le daba una patada. Acarició el vientre y le habló para tranquilizarla como hacía siempre.
-Vas a salir peleona como tu madre. Tienes que calmarte un poquito mi niña.
Dentro de nada veremos a papá y le obligaremos a pedirnos perdón.- otra patada.- Bueno, quizá yo también debería disculparme, al fin y al cabo tienes una mamá un poco inconsciente.- dijo al borde de las lágrimas.
Pareció que aquello la calmó tal y como esperaba, de modo que terminó de recoger sus cosas y salió directa para el ascensor. Quería ir a comprar algunas cosas que necesitaba. Hacía varios días que se moría de ganas de comer fruta, pero nada de lo que tenía en casa le apetecía.
-Espérame que bajo.
-Pensaba que ya te habías marchado.
-Fui un momento al lavabo. ¿Te marchas a casa?
-Pasaré un momento por la tienda. ¿Y tú? ¿Te vas de acampada?
-No se porque lo dices…
-Porque lo llevas escrito en la frente.
-Carl y yo estuvimos planteando la idea de irnos a vivir allí.
-¿Y con vuestros pisos?
-Podemos alquilarlos y sacarnos un dinero.
-Es una opción. Desde luego habéis pensado en todo.
-Cuando se está con alguien, hay que pensar también en esa persona. En que las decisiones que tomamos, deban ser de mutuo acuerdo y que ninguno de los dos salga perjudicado.
-Ya te has enterado, ¿verdad?
-Si.
-Olvidé que Carl iba a ver a Jason. Supongo que por él se enteró.
-No fue el único. Jeremy también lo sabe y ha llamado.
-Dios mío… ¿Están muy enfadados?
-Se asustaron, como es normal. Los tres saben que estás bien, pero creo que
deben comprobarlo por si mismos.
-De acuerdo.- miró a su amiga mientras bajaban hasta el aparcamiento. Annette no le había retraído el hecho de no contárselo. Era una amiga increíble y se alegraba que Carl la hiciese tan feliz.- Siento no habértelo contado.
-No te preocupes. Comprendo los motivos que tenías.- sonrió a su amiga y
recordó algo.- Llama a Jeremy.
-Es lo primero que haré cuando llegué a casa. Hasta el lunes.
-Hasta el lunes. No compres demasiado.
-No lo haré- aunque sabía que terminaría comprando cosas que no necesitaba.
Llegó a la tienda pasadas las seis. Maica le sonrió con ternura. Conocía a Hannah desde que era una niña. La había visto crecer.
La chica le devolvió la sonrisa y cogió un cesto. Miró si necesitaba algo de las estanterías, y decidió que compraría aceite y harina. Días atrás en una de las conversaciones nocturnas de la pareja, Hannah había presumido ante su chico que hacia un bizcocho buenísimo y él la había retado a demostrárselo.
También compró yogures, esencia de vainilla y levadura. Después fue a por la fruta. Compró melón, sandia y fresas. Estas últimas las pondría en el bizcocho.
-¿Quieres que avise a mi sobrina para que te acompañe?
-No te preocupes, tengo el coche aquí mismo.
Maica fue contando las cosas. Le seguía pareciendo mucho peso para ella sola.
-¿Necesitas algo más?
-Mmm… casi se me olvida.- regresó a las estanterías y volvió con un paquete
de azúcar y tres cartones de nata para montar.
-¿Vas a montar un festín?
-Es más bien una apuesta contra Jason.- la mujer se rió. Era imposible aburrirse con ellos dos.
Hannah pagó la cuenta y finalmente aceptó la ayuda de la sobrina de Maica para que por lo menos pudiese llevar las cosas al coche. La suerte que tenía era que su plaza de parking estaba al lado del ascensor de su escalera. De ese modo le sería más fácil llevar las cosas.
Le incomodaba un poco la idea de llegar a casa y encontrar a Jason, o lo que era peor, que Carl y Jeremy estuviesen con él.
Abrió con cuidado la puerta, pero no oía nada y las luces estaban apagadas. Llevó las bolsas a la cocina y guardó la fruta.
Tras ponerse algo cómodo, rebuscó en cajones y armarios buscando lo que necesitaba. Hizo la masa para el bizcocho, untó una bandeja con mantequilla y extendió la masa. Miró a su alrededor. La cocina estaba echa un asco, y estaba segura de que ella también.
Puso la bandeja en el horno, ya caliente y dejó que se fuese haciendo.
Recogió todo y puso las cosas en el lavaplatos. Llamó a Jeremy para hablar con él, pero no conseguía localizarle en ningún lado. Jason llegó cuando había terminado con todo.
Miró a Hannah de arriba abajo. Tenía la cara manchada de harina. Era imposible seguir molesto o enfadado con ella. Estaba de lo más graciosa.
Ella le miró con cariño y se fijó que llevaba un par de bolsas en la mano.
-¿Qué has comprado?
-Dijiste que te apetecía sandía y melón, así que fui a comprar.
-Yo también. Abrió la nevera y sacó ambas frutas.
-¿Qué vamos a hacer con tanta cantidad?
-Se me ocurre algo.- sacó el robot de cocina de uno de los armarios y cortó la
sandía. La cortó a tacos y lo echó dentro. Lo trituró todo y quedó algo espeso, lo coló y salió un buen zumo. Con el melón hizo exactamente lo mismo. Lo puso en dos jarras, y a la nevera.- Listo.
-Nunca se me hubiese ocurrido.- la miró durante unos segundos y añadió.- ¿A que huele?
-Estoy haciendo bizcocho.
-Ya veo que no has podido resistir la tentación para intentar ganar.
-Deberías saber que no puedes apostar contra algo así conmigo.
-Hannah tenemos que hablar.
-Deja primero que me lave la cara.
-Estás bien así, además, no nos llevará mucho tiempo.
-Vale- Hannah se quitó el delantal y le siguió hasta la habitación para que él
dejase sus cosas.
-Tienes que pensar mejor las cosas. No eres tú sola Hannah. Somos una
familia. Los tres. Eso es lo que debes pensar.
-Es verdad. Ya sé que debí acostumbrarme hace meses, pero es como si
estuviese viviendo una vida que no es la mía.
-¿No te gusta esa vida?
-Claro que me gusta. No podría tener nada mejor.
-Es bueno saberlo. Quiero pedirte perdón porque sé que quizá me he pasado,
pero comprende que tenía motivos. De todos modos creo que…
-Déjalo. Te perdono.
-¿Cómo? ¿Qué me perdonas dices? Tú deberías pedirme perdón a mí.
-Bueno pues perdóname. ¡Que rencoroso! Como te cuesta labrar el perdón...-
se acercó a él con una sonrisa y le besó suavemente en los labios. Jason también sonrió.- Perdóname y ya está, me olvido de todo.
-Si te olvidas de todo entonces yo te perdono.
-Ayyy…Que lindo. Como te cuesta aflojar… Ahora, lo que yo digo es, Juan en la cárcel, nosotros juntos felices para siempre. Todo perfecto.
-No podrías tener más razón.
-Lo siento mucho. De verdad. Se que te prometí que no volvería a hacerlo y
cumpliré mi palabra.
-Perfecto.
-¿Puedo ir ya a lavarme la cara? Soy consciente de que está llena de harina.
-Si, ves.- tras hacerlo, fue a comprobar como estaba el bizcocho. Lo pinchó con un palillo para comprobar si seguía crudo por dentro. Aun le faltaba un poco de cocción. Esperaría a que estuviese hecho y medio frío para preparar la nata y las fresas.
Se sentaron los dos en la terraza tomándose cada uno un vaso del zumo que habían preparado poco antes.
Jason la miraba de reojo. Deseaba poder saber que sentía o que había pasado con Juan, pero no se atrevía a preguntar y ella no parecía interesada en hablar de ello. Quizá eso era lo mejor.
Verla con el semblante tan tranquilo le desconcertaba. Nunca tenía del todo claro cuales eran sus pensamientos. Si no se lo preguntaba, nunca se aseguraría de si estaba o no bien.
Lo meditó durante un rato y finalmente se decidió, pero Hannah se adelantó a sus pensamientos.
-Tienes que ser más rápido. Si quieres saber si estoy bien o me preocupa algo, pregúntamelo sin más.
-¿Lo estás?- esperó a que ella le devolviese la mirada antes de contestarle. De ese modo sabría si le mentía o no.
-Si. Ha sido como una liberación, ¿sabes? Hacía tiempo que no sentía esta
tranquilidad.
-¿Me cuentas como fue todo?
La chica se lo explicó con todo detalle, sin dejarse nada, y la verdad es que él sintió un alivio enorme.
Por lo menos ahora estaba en casa y le había prometido que no volvería a cometer una locura semejante, y Jason la creyó.
-Somos pocos los que lo sabemos. No sé si es buena idea decírselo a los
demás.
-Se enteraran tarde o temprano, es mejor así.
-Es un modo de verlo.- miró a su chica lleno de orgullo. No conocía a nadie tan fuerte como ella. La admiraba por cada paso que daba, cada decisión que tomaba, por ser capaz de afrontar sus miedos. Hannah era mucho más de lo que siempre había deseado, y estaba impaciente por convertirse en su marido y padre del bebé que llevaba en su interior.- Te quiero Hannah Martin.
-¿Aun no nos hemos casado y ya me has puesto tú apellido?
-¿Prefieres conservar el tuyo?
-Nunca me lo había planteado.
-En fin, llámate como quieras mientras te cases conmigo.
-Eso pensaba hacer.- respondió con una sonrisa.

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