viernes, 9 de diciembre de 2011

Capítulo 13

Cuando Hannah acabó lo que tenía que hacer, quedó con Annette en que pasaría a buscarla en tres cuartos de hora y como esta ya lo tenía todo preparado, decidió hacer algo que había estado aplazando. Llamó a Carl y quedó en reunirse con él en su casa. Cuando llegó, él ya hacia un rato que se esperaba.
-Pensé que no vendrías.
-No tenía más remedio. He venido a buscar el equipaje.
-¿Te vas a algún sitio? Pensé que vendrías al baile conmigo.
-No me lo pediste e hice mis planes.
-Vaya... ¿Te vas sola?
-No. Con las chicas. Vamos a un balneario. Volvemos el domingo por la noche.
-¿Y cuando pensabas decírmelo?- estaba enfadado. Contaba con la idea de estar con ella.
-No encontré el momento.
-Bien. Pues diviértete.- Annette sonrió con pesar. Ya contaba con que reaccionaria como un crío inmaduro.
-Lo haré.- y entró en su casa sin despedirse, sin embargo, nada más cerrar la puerta corrió hacia el teléfono para llamar a su amiga.
-Tú tranquila. Este finde sin ti se dará cuenta.
-¿Entonces crees que debería ir a la fiesta?
-Por supuesto.
-Perfecto.
-Ahora junta el equipaje y no olvides coger mi disfraz.- sabía que allí Jason nunca lo buscaría y por tanto no sería más que una sorpresa, entre otra que ya deseaba decirle.
-Descuida.


-Ha llegado pronto la despedida. Pensé que aun faltaba.
-Cuanto antes me vaya, antes volveré, ¿no?
-Tiene sentido. ¿Cambiarías de opinión si te pidiera que no te fueras?
-No puedo. Hace tiempo que lo organizamos y no sería justa con las chicas.
-Supongo que tienes razón.
-¿Qué harás tú estos días?
-Aburrirme. Seguramente intentaré quedar con los chicos que se sentirán igual de desgraciados que yo.
-¿Vas a besarme antes de que me vaya o te quedarás ahí sentado mirándome?
-Creo que voy a besarte.- dijo tras levantarse para acercarse a ella y cogerla del cuello para besarla.
-Tengo que irme. Te llamaré en cuanto lleguemos.- se abrazaron aun siendo conscientes de que después sería más difícil separarse.

Mientras, en la habitación de Aïda...
-Tened cuidado.
-Hannah es bastante prudente al volante.
-No te enamores de nadie allí por favor.
-Solo voy a estar un fin de semana. Además, aprovecharé para estar con las chicas.
-Sé que te parece exagerado pero es que me da miedo que puedas conocer a otro tío y que él si consiga lo que yo tanto deseo.
-Creí que aceptabas esta situación, que por eso estábamos juntos.
-Y es así, pero yo no dejo que pensar que quizá algún día eso cambie.
-No puedo creer que saques el tema justo ahora. ¡Maldita sea Carlos!
-No lo puedo evitar, y no puedo creer que tú aun sigas en tus trece. Hace meses que estamos así. No entiendo como no te das cuenta de que nos va genial y que si saliésemos en serio no cambiaría nada.
-No quiero seguir hablando de esto. Me voy.- el chico salió cabizbajo de la habitación pero no iba a darse por vencido. Estaba seguro de que Aïda reaccionaría y él la esperaría.
-¿Lo tienes todo?
-Me falta algo- respondió mirándole.- Tal vez un beso... o dos o tres....- añadió con una sonrisa mientras le besaba.
-Te echaré de menos estos días.
-Y yo a ti, pero me irá bien. Últimamente estoy muy cansada y necesito descansar un poco.
-De acuerdo. Entonces nos veremos el domingo por la noche.
-Ajá. Ven. Nos tumbaremos juntos hasta que Hannah venga a buscarme.
-Me encanta como piensas.- se tumbaron uno frente al otro. Rachel le mimaba haciéndole caricias en el pelo, la cara o el cuello. Sabía que aquello le relajaba. Jeremy también había trabajado mucho en los últimos meses, sobretodo después de lo del bebé.


-¿Has cogido el disfraz?- le preguntó mientras terminaba de poner sus cosas en la maleta.
-He pasado a recogerlo después de que me llamarás. ¿Dónde está el tuyo?
-En casa de Annette. Quería asegurarme de que no lo vieses.
-Te has tomado muchas molestias con esto, ¿no te parece?
-Vamos cariño. Es una sorpresa y de verdad que espero que te guste.
-Seguro que me gustará princesa. Pásatelo bien y tened cuidado.
-Lo haré, tranquilo. Te llamaré de todos modos.
-Estaré despierto hasta tarde porque así aprovecharé e intentaré adelantar.
-¿Podrás tú solo?
-Jeremy se ofreció a ayudarme y sé que puedo contar con él.
-Esta bien. De todos modos si cuando vuelva aun me necesitas te echaré una mano.
-Gracias. Te quiero.
-Yo también.
Jason acompañó a su chica hasta el coche y la ayudó a poner el equipaje en el maletero. Había intentado hacerse a la idea de despedirse de ella, pero cada vez le resultaba más difícil.
Hannah le rodeó el cuello con ambos brazos y le besó dulcemente. Después se subió al coche y lo puso en marcha.
Jason se quedó allí mientras la veía alejarse.

La chica llegó a casa de Rachel y Jeremy. Llamó al timbre y esperó pacientemente a que contestaran.
-Soy yo.
-Ahora mismo baja.
-Vale.- Jeremy besó a su chica e hizo lo mismo que Jason. La acompañó hasta el coche llevando el equipaje. Volvió a besarla y se despidió de ambas deseándoles un buen viaje.
-¡Cuídamela!- gritó.
-Lo haré.
-Madre mía, como le voy a echar de menos.
-Te entiendo, pero si te paras a pensarlo se te hará eterno, pero si te relajas y lo intentas, te divertirás y tendrás la sensación de que el domingo llega demasiado pronto.
-Le quiero mucho Hannah. Ahora las cosas no nos están yendo demasiado bien y cuando está conmigo quiero aprovechar. A veces, querría tener la suerte de Silvia. Está con Héctor las veinticuatro horas del día y yo solo le veo por las noches o a veces ni siquiera eso. Cuando yo me levantó, él ya hace horas que se ha ido.- Hannah la miraba de reojo. Lo lamentaba mucho por ellos porque eran una gran pareja y era evidente que estaban perdidos él uno sin el otro.
-¿Has pensado en la posibilidad de iros de vacaciones?
-Lo pensé. La verdad es que solo tenemos los fines de semana libres y con eso no hay bastante.
-Rachel lo siento mucho. Quizá debiste quedarte. Siento que te he obligado a venir.- de echo, toda la idea había sido suya y no paró hasta que las convenció a todas, aunque no tuvo que insistir demasiado.
-No digas eso. He venido porque he querido. Aunque no pase tanto tiempo con Jeremy como desearía, el trabajo me deja echa polvo- Hannah se preguntaba si Jeremy se sentiría igual. Esperaba que sí y que pudiesen arreglarlo.- Mira, Silvia y Aïda ya están en la calle. Así no perderemos tiempo.
Silvia besó y abrazó a Héctor. Después se acercó a Carlos para besarle en la mejilla y susurrarle al oído.
-No te preocupes. Todo irá bien.
Aïda, por su parte, besó a Héctor en la mejilla y se despidió únicamente de él. Después subió al coche tras dejar su maleta y la de su hermana en el maletero seguida por esta.
El coche se puso de nuevo en marcha y prácticamente no se detuvo hasta llegar a casa de Annette, que también las esperaba en la calle con su equipaje y el disfraz de Hannah.
De camino al balneario comentaron lo increíble que sería que los chicos no las reconocieron al llegar.
Annette y Aïda se mantuvieron al margen y las demás sabían que en algún momento, la verdad saldría a la luz.
Llegaron a su destino bien entrada la noche.
Nada más acomodarse en sus habitaciones, Hannah se tumbó en la cama y llamó a su chico.
No respondió hasta la sexta señal.
-¿Diga?
-Hola- susurró con voz provocativa.
-Hola preciosa. ¿Habéis llegado ya?
-Si. Estoy tumbada en la cama pensando en ti.
-Yo acabo de salir de la ducha, por eso tardé en contestar.
-¿Entonces estás mojado y envuelto en una toalla?
-Sí, alrededor de la cintura.
-Quítatela.
-¿Qué?
-Quítate la toalla. Quiero hacer algo.
-¿Y en que has pensado?
-Voy a quitarme la ropa. Me quedaré desnuda sobre la cama y voy a acariciar mi cuerpo sin dejarme nada.
Jason empezó a excitarse. Nunca habían echo nada igual y la sola idea de imaginársela ya le volvía loco.
Saber que estaba ocurriendo solo conseguía provocarle más. Llevó la mano hasta su sexo y entonces lo oyó.
Oírla ya no pudo detenerle. Se unió a su chica, experimentando las mismas sensaciones, deseándola, extrañándola y amándola más que nunca.


La conversación entre Silvia y Héctor fue distinta, y la de Rachel y Jeremy también. No tenían mucho que contarse, salvo lo mucho que se echaban de menos o lo mucho que se querían.
Sin embargo, ni Annette ni Aïda llamaron a “sus chicos”. Estaban demasiado decepcionadas con ellos.
Media hora más tarde de su llegada, se reunieron en el comedor para cenar algo y quizá hacer algún plan.
Acordaron encontrarse en los vestuarios y probar las instalaciones.
Los baños termales estaban en la parte exterior y era agradable estar allí. No había ni un solo ruido y pudieron hablar tranquilamente de todo.
A parte de todo lo que estuvieron hablando, Hannah deseaba decirles algo importante, pero podía esperar hasta el día siguiente. Lo importante en aquel momento era relajarse y que Annette, Rachel y Aïda intentaran animarse.
Entre una cosa y otra se acostaron de madrugada. A la mañana siguiente tenían pensado desayunar pronto, darse un baño de nuevo y luego salir a comprar algunas cosas.
-Hannah, ¿estás lista?
-Sí. Dejad que coja la toalla.- las chicas ya estaban en el pasillo, esperándola.
-Esto es increíble. Ojala no tuviéramos que regresar mañana. La sola idea de regresar y tener que ver a Carlos de nuevo me hace sentir mal. ¿Por qué no tiene bastante con besarme, cogerme la mano y acostarse conmigo?
-No entiendo como no te das cuenta hermanita. Carlos lleva meses enamorado de ti, y eres incapaz de darte cuenta de que es lo mejor que podía ocurrirte. De que tú también estás enamorada de él. Tienes tanto miedo a pasarlo mal que no ves más allá de tus ojos. Si miras dentro de tú corazón, verás que hay un sitio para Carlos, pero debes dejarle entrar.
-No quiero que entre. Ya tuve una relación y no funcionó. No volverá a pasarme lo mismo que con Sean.
-¿Quieres vivir así?- preguntó Rachel.- Carlos te quiere y daría cualquier cosa por estar contigo. Esperara a que te decidas pero no esperara eternamente y le perderás.
Parecía que aquello hacia reaccionar una parte de ella, por lo que Rachel siguió.
-Todos lo hemos pasado mal. Yo estoy viviendo con el chico que más he querido en toda mi vida. He cometido errores y ahora estamos en un punto de nuestra relación en la que no estamos juntos. Vivimos juntos, dormimos juntos, pero no nos vemos.
-Y yo me he enamorado del ex de mi mejor amiga al que al parecer le gusto mucho pero no avanzamos. Hemos pasado unos días increíbles juntos, lejos de todo y sin embargo no termina de pasar nada entre nosotros.
-Yo he pasado también por malos momentos. Lo de Ángel me destrozó y pensé que no podría amar a nadie más por el simple echo de que creía que traicionaría su recuerdo. Estar con Héctor es lo más inteligente que he hecho nunca y estoy segura de que Ángel lo querría así.
-Y yo...- empezó con voz infantil- he encontrado al amor de mi vida donde menos esperaba. Perdí a mi hijo y aunque tenía a mis amigos, aunque tú también nos tengas Aïda, necesitas a alguien que por nada del mundo deje que estés sola, que te abrace, te seque las lágrimas... Alguien que diese todo con tal de que no sufrieras y que estuviese dispuesto a sufrir en tu lugar. Carlos es esa persona y tienes que abrir los ojos.
-No me lo había planteado así. Después de lo de Sean, no quería que nadie más me dañara. Cuando tú pasabas por lo de Héctor, cuando no sabías que hacer, aunque no lo pareciese, me dolía verte de ese modo. Eres mi hermana y te quiero pero no sabía como ayudarte, me sentía impotente y Carlos estuvo allí conmigo. Me escuchaba, me hacía reír, secaba mis lágrimas y creo que eso hizo mella en mí.
Jugó un poco con los cubiertos. Sentía la mirada de las demás en ella, y era consciente de lo que estaba a punto de decir.
-Le abrí mi corazón pero no le permití entrar como él hizo conmigo... Creo que yo...- no fue necesario que continuara. Ahora sabía que lo que le había impedido ver la verdad era su propio miedo. Temía enamorarse, y había sucedido sin más.


Jason despertó por la mañana y se volvió a ver el vacío del otro lado de la cama.
Después de jugar con Hannah por teléfono un par de veces, había terminado tan cansado que se quedó dormido desnudo.
No había trabajado tal y como tenía previsto, así que se vistió, hizo la cama y desayunó un poco antes de ponerse a trabajar durante horas, hasta que sonó el teléfono. Era Jeremy.
-¿Te sientes igual de solo que yo?
-Si... y es espantoso. Llevo horas trabajando y me da la sensación de que no he avanzado nada.
-Deberíamos hacer algo. He oído que hay unas carreras de motociclismo por aquí cerca. Llamemos a los demás.
-Me parece bien. Hagamos algo de hombres.
Quedaron en que Jeremy iría a buscarle. Aceptaron ir todos salvo Richard que estaba cuidando a Lisa. La pobre estaba con fiebre y alguien debía cuidar también al niño.
-Por fin algo solo de hombres.- comentó Ben.
-Sí, es estupendo, aunque se las echa de menos.
Todos estaban de acuerdo con Jeremy, pero las chicas no estaban. Seguramente ellas se lo estaban pasando bien, así que, ¿por qué no hacer ellos lo mismo?
-Estoy enamorado de Aïda- los demás le miraron sorprendidos de que lo dijese sin más, pero él solo le devolvió la mirada a Sean.- Tú saliste con ella. ¿Qué debo hacer?
-Debes ser paciente. Ambos lo pasamos mal con nuestra ruptura y nos ha costado entender que es lo mejor que podíamos hacer. Intentamos funcionar como amigos pero no salió bien entonces. Creo que el problema es que le asusta volver a querer a alguien.
-Me di cuenta. Cuando estaba triste, intentaba hacerla sonreír y creo que eso nos ha mantenido bien hasta ahora, pero cada día siento que quiero más y ayer antes de que se marcharan, se lo dije y terminamos discutiendo.
-Lo que yo decía. Si de verdad la quieres, dale tiempo o aléjate de ella.
-No puedo hacer eso. La perdería.
-No lo harás. Es el único modo de saber hasta que punto te quiere. Si te ama, no permitirá que la dejes.
-¿Cuando empiezo? – preguntó interesado de golpe.
-La fiesta es una opción. Muéstrate frío con ella, evítala y antes de que termine la noche, deja que te alcance.
Entraron en un bar mientras no empezaban las carreras. Se sentaron y pidieron sus bebidas.
Sean, Ben, Pau y Moi parecía que no tuviesen ninguna intención de empezar una relación. Ellos decían que no querían complicarse la vida, pero los demás sospechaban que si alguna vez encontraban a alguien, no se lo pensarían dos veces e irían a por ella.
Carl se mantenía pensativo y Ben lo notó.
-¿Qué te pasa?
-Pensaba en Hannah.- todos se volvieron hacia él.- Llegué a pensar que enamorarse no servía de nada porque siempre hay alguien que puede quitarte lo que más quieres, pero estoy muy colgado con Annette.
-¿Y no ha pasado nada entre vosotros?
-Me besó, pero cuando nos separamos, me asusté e hice como que no había pasado nada y sé que le hice daño. Además, ayer me porté mal con ella. Me puse como loco al saber que se marchaba y todo porque no me había dicho nada y yo pensaba que estaríamos juntos. Me aterra pensar que he metido la pata y que eso cambié aun más las cosas.
-Yo pienso que Annette te quiere y me sorprende que no seas capaz de dar un paso hacia delante.
-No puedo quitármela de la cabeza. Me volveré loco al final.
-Deberías hablar con ella. Ahora estará confundida y puede que enfadada.
-No me sorprendería.
-Inténtalo. Nunca se sabe. A lo mejor te llevas una sorpresa.- concluyó Jason.
-Eso creo yo. Por eso he pensado que cuando vuelvan del viaje, me armaré de valor y le diré lo que siento por ella.
-Yo soy muy feliz con Hannah y además- quiso decirles que tenía pensado pedirle que se casaran pero primero quería asegurarse de que su chica aceptaba.- soy afortunado por haberos conocido.
En realidad, lo sentía así. No lo había dicho por decir. Aquellos chicos significaban mucho para Hannah y ahora también para él. Le prestaron su apoyo y su ayuda cuando más lo necesitó y nunca lo olvidaría.
Hicieron un brindis por su amistad y por el futuro.
-Creo que Rachel no es feliz. No pasamos mucho tiempo juntos. Apenas nos vemos y los fines de semana estoy tan cansado que no tengo ganas de hacer nada. Puedo ver la tristeza en sus ojos. No quiero perderla. Ella lo es todo en mi vida, y estoy dispuesto a todo salvo a eso.- hizo una pausa y prosiguió.- Voy a pedirle a mi jefe unas vacaciones y cuando las tenga me la llevaré lejos para devolverle la felicidad.
Ellos estaban de acuerdo, incluso los que no tenían problemas así de los que preocuparse, y solo faltaba uno que aun no había dicho nada.
Era el turno de Héctor.
-Soy tan feliz que parece que esté flotando. No había sentido nunca nada así, y no puedo imaginarme sin ella.
En ese momento se abrió la puerta del bar y entró una chica con una larga melena rubia, vestida con atuendo vaquero, con sombrero incluido.
Se acercó a la barra, saludó al camarero y pidió una cerveza. Al sentarse para esperar, se volvió y vio a nueve chicos pendientes de ella. Se acercó a la mesa, se agachó frente a Jason y le guiñó un ojo.
En realidad este ya ha había reconocido y los demás deberían haberlo echo ya, pero tenía la sensación de que la chica disfrutaba con la confusión de los otros ocho.
-¿Qué tal cuñado?- Jason sonrió.
-No puedo quejarme. La vida me sonríe- la chica se quitó el sombrero, fue a por su cerveza y volvió a la mesa con ellos.
-¿Qué hacéis por aquí?
-Hemos venido a ver las carreras.- los chicos habían recobrado la compostura. Todos excepto Sean.
Brittany se sentó sobre sus rodillas y le puso el sombrero.
-Te sienta bien vaquero.
-No tanto como a ti.
-¿Qué haces vestida así?
-Vengo de montar a caballo. Es una forma de relajarme- apuró su cerveza y prosiguió.- He pensado en competir, pero hace mucho que no montaba y no estoy segura, aunque después de ver a mi nuevo profesor, no creo que falte a una sola clase.
Sean se desanimó de golpe. Conocía a Brittany desde que era pequeña. Se llevaban seis años y siempre la había visto como a la hermana pequeña de Hannah, pero aquel día sintió algo distinto. Algo que le quemaba por dentro.
-Brittany necesito un favor. Quiero que me reserves una mesa en tu restaurante para el próximo sábado. Tú hermana y yo cumplimos un año.
-Lo se. Por fin alguien le hará sentar la cabeza.- añadió mirando a Jeremy y a Carl, quienes se negaron a devolverle la mirada.
-¿Cómo es que tú no has ido con las chicas?
-Tenía trabajo y además ellas tienen cosas que contarse. Ya sabéis, sobre chicos- añadió con tono misterioso.- y yo paso de esas cosas.
-Algún día dejarás de decir eso.
-Quizá si, pero hasta que no llegue ese día, pensaré igual. Ningún chico ha conseguido conquistarme de verdad. No les intereso como persona. Se enamoran de lo que ven por fuera, nada más. Yo solo quiero encontrar a alguien a quien le importe- Sean escuchaba atentamente. Él la haría feliz.
-Seguro que lo encuentras. No te preocupes.- Brittany le miró con una sonrisa.
Después cogió su sombrero y se levantó.
-Tengo que irme. Mirare lo de la reserva y te llamaré- dijo mirando de nuevo a Jason. Éste le dio las gracias y ella se despidió dándole un golpecito al sombrero.
Cuando hacia ya un rato que se había marchado, Sean todavía tenía la mirada perdida en la puerta.
-Parece que ya no piensas igual tío- bromeó Ben.
-¿Perdona?
-Que ya no estas a este lado. Te pasaste al otro.
-¿Qué dices?- volvió la mirada hacia la barra- Es la hermana de Hannah. La llevaba a caballito cuando era pequeña. Le saco seis años. Todavía es una niña- ¿Y si Ben tenía razón? Lamentó que Hannah no estuviera para pedirle consejo.
-Las carreras van a empezar. Será mejor irnos y coger un buen sitio.- Moi estaba en lo cierto, pero la verdad es que ninguno de ellos estaba entusiasmado con la idea.
Se levantaron y pagaron sus bebidas, pero cuando hacia ya un rato que las carreras habían empezado, decidieron irse.
-Parece que no somos capaces de divertirnos sin ellas.- Jeremy se alegraba de estar allí pero por otra parte se estaba engañando a si mismo. Todo era más divertido cuando estaban todos juntos.
Como no sabían que hacer, se marcharon cada uno por su lado y quedaron para cenar aquella noche.
Jeremy acompañó a Jason a casa y éste le invitó a subir.
-Me siento raro volviendo aquí. Han pasado tantas cosas desde que Hannah y yo rompimos.
-Tienes razón.- entró en la habitación seguido por su amigo, quien miró atentamente la cama.
-¿Has hecho la cama?
-Si. La habría arreglado un poco, pero ha sido una noche movida.
Jeremy no quiso preguntar aunque estaba seguro de que su amigo se había divertido, sobretodo conociendo a Hannah.
Entonces sonó el teléfono.
-¡Hola!, ¿Has pasado una buena noche?- sabía que Jason se sentía igual de solo que ella.
-No ha estado mal.
-¿Qué haces?
-Nada.
-¿Y eso? Pensé que aprovecharías para trabajar un poco.
-Adelanté bastante esta mañana y luego me fui con los chicos a ver unas carreras. Se nos estaba haciendo pesado y regresamos. Ahora estoy en casa con Jeremy.
-Vaya, y ¿cómo está? Rachel le echa de menos.
-Puedo asegurarte que él está igual.
-Parece que las cosas no van del todo bien entre ellos.
-Lo sé. Hemos estado haciendo un poco de terapia. ¿Cómo os va a vosotras?
-Esto es genial. Ojala que pudierais verlo.
-¿Te recuerdo que fue idea tuya que no hubiesen chicos en la escapada?
-¡Por cierto!- como aprovechaba para cambiar de tema, pensó el chico.- ¿Ha llamado mi hermana? Me dijo que había empezado de nuevo las clases de equitación, pero como tenía prisa me dijo que me llamaría en otro momento.
-No, pero la hemos visto. Parecía una vaquera de verdad.
Jeremy mientras tanto, miraba las fotografías de las estanterías.
Había una que le gustaba en particular. Una en la que salían todos.
Hannah abrazando a Jason, él a Rachel, Héctor a Silvia, Carlos a Aïda, y los demás hacían de las suyas. En la foto también salían Richard, Lisa y Josh, su hijo.
Habían echo esa foto el día del bautizo del niño. Los padrinos habían sido Hannah y él como mejores amigos de la pareja.
Recordó que ambos lloraron ese día cuando les hicieron una foto solo con el niño, pero por más que miraba, no veía esa foto por ningún sitio.
El chico se volvió hacia Jason y le dijo que le preguntara a Hannah si Rachel estaba con ella porque necesitaba hablar con ella.
-Se está duchando, pero le diré que le llame cuando salga.
-Vale.
-Tengo que colgar. Las chicas y yo salimos a comprar.
-Me parece bien. Te quiero.
-Yo también a ti.- Jason le dijo a su amigo lo que Hannah le había dicho.
-Pues esperare. ¿Por qué no está la foto en la que salimos Hannah y yo con Josh?
La tiene en la mesa de la consulta, junto con una de todos y una de nosotros dos- respondió con una sonrisa. Jeremy sin embargo no sonrió. Se sentó en el sofá con expresión triste.
-Tengo miedo tío. No puedo perder a Rachel- el chico se sentó junto a él y le tranquilizó.
-No la perderás. Yo creo que piensas que por el echo de no pasar tanto tiempo con ella como desearías ya es motivo, pero si te paras a pensarlo, si lo fuese, Rachel te habría dejado hace tiempo. No digo que no hagas nada, pero ella no dejará de quererte por eso.
-Gracias.


-Me siento una persona nueva. No tenía ni idea de que hubiese un gimnasio. Me dejé llevar.
-Me alegro por ti. He hablado con Jason. Jeremy estaba con él. Dijo que quería hablar contigo- se habían reunido todas en el comedor. Rachel estaba a punto de pegarle el primer mordisco a su bocadillo, cuando miró a Hannah.- Le dije que le llamarías cuando salieses de la ducha.
La chica dejó el bocadillo sobre el plato y se levantó de un salto para ir corriendo a la habitación y llamar a su chico.


-Por las chicas.- dijo brindando con Jason. Ambos bebieron un trago de cerveza y se pusieron cómodos.- Me gusta esto. Se está bien aquí.
-Es verdad. Han pasado muchas cosas, y míranos ahora. Amigos. Se me hace extraño pensar lo mucho que te envidiaba, odiaba y admiraba al principio.
-¿Perdona?
-Veros a Hannah y a ti en un principio me daba cierta envidia. Veía en vosotros algo que yo nunca había tenido. Después, cuando la conocí en persona, te odié. Se ponía tan triste cuando te veía o se hablaba de ti... Supongo que fue entonces cuando me di cuenta de que de tanto observarla, me gustaba como nunca nadie lo había conseguido. Te admiré, porque creo que sin tu fuerza no hubiese sido capaz de hacerla volver.
-Yo no hice nada. Te acompañé para que no fueses solo, pero fue por ti por quien volvió.
-Aun así. Me vino bien que fueses conmigo.
-Me alegro.- Jason se levantó un momento para ir a la cocina, mientras Jeremy sostenía su celular en las manos, pensando en que Rachel no tardaría en llamar, y justo en ese momento, empezó a sonar.
No le dio tiempo a que sonase más de una vez. Descolgó el teléfono deseando escuchar su voz.
-Oh, vaya. Hola cariño.
-Hola preciosa. ¿Cómo estás?
-Bien. Fui al gimnasio a desahogarme un poco y después me relajé un poco en la ducha.
-Eso está muy bien. Me gustaría poder estar ahí.
-Lo sé.
-¿Rachel?
-¿Si?- rezó para que las palabras siguientes fuesen la respuesta a sus suplicas.
-Sé que desde hace tiempo, demasiado tiempo, no tenemos un momento para nosotros solos, y cuando lo tenemos no lo aprovechamos y eso me destroza.
-A mi también.
-Cariño, el lunes iré a hablar con mi jefe para pedirle unas vacaciones. Una o dos semanas y quiero que tú hagas lo mismo. En cuanto tengamos eso, preparamos las maletas y en el mismo aeropuerto decidimos donde ir.
Ella se quedó sin palabras, pero él había dicho justamente lo que necesitaba oír.
-¿Estás bien?
-Si... si quiero. Me refiero a que lo haré.- ambos se pusieron a reír.
-Ah, antes de que se me olvide- dijo cuando vio a Jason cargado con una bolsa de pipas, otra de patatas y una de frutos secos- Jason tiene que pedirte un favor.
-¿Rachel?
-Dime.
-Necesito tu dedo.
-¡¿Qué?!- en cuanto se dio cuenta de lo que había dicho, rectificó.
-Voy a pedirle a Hannah que se case conmigo.
-Pero eso es genial. Cuenta conmigo.
-Muchas gracias. Te paso con Jeremy.
-Vale.
-Hola de nuevo.
-Tengo que colgar. Las chicas me están esperando.
-¿Saldréis está noche?
-Seguramente. Aun hay algunas cosas de las que tenemos que hablar.
-Que miedo me dais.
-No entiendo porque...- se despidieron y quedaron en llamarse por la noche.
La chica entró de nuevo al comedor dando saltos. Todo el mundo la miraba de reojo y sus amigas tuvieron que reconocer que su sonrisa hablaba por si sola.
Silvia fue la primera que preguntó. Se moría de curiosidad.
-Bueno, ¿a que viene esa cara de felicidad?
-He hablado con Jeremy. Dice que el lunes irá a hablar con su jefe para pedir vacaciones y quiere que yo haga lo mismo.
-¿Entonces os vais de viaje?- pensó que ojala Carl tuviese esa iniciativa.
-Si, dice que en cuanto nos den las vacaciones, cogeremos el equipaje y en el mismo aeropuerto decidiremos a donde ir.
Las chicas terminaron de comer y salieron a dar una vuelta y de paso, a comprar.
Recorrieron las calles, entrando en todas las tiendas.
Cuando regresaron al hostal, cada una en su habitación, sacaron los disfraces del armario para ponerlos sobre la cama.
Habían comprado antifaces, complementos y otras cosas que podían serles de utilidad.
Silvia se había comprado un vestido chino de color rojo, lleno símbolos y letras doradas. Aquella tarde se había comprado dos cintas rojas que tenía pensado ponerse alrededor de los dos moños que iba a hacerse. También había comprado polvo de talco para emblanquecer su piel.
Aïda vestiría de demonio. El traje era de cuero rojo que quedaba completamente ceñido a ella y le encantaba.
En su recorrido por las tiendas, se compró unas uñas postizas de color rojo.
Annette vestiría de esclava. Al contrario a Silvia, lo que quería era oscurecer la piel, y compró polvo oscuro.
Rachel había elegido un uniforme de colegiala, con su camisa blanca, calcetines largos, minifalda a cuadros y zapatos negros de charol. Pensaba hacerse dos coletas por lo que se compró también cintas para el pelo.
Y Hannah, decidió vestirse de dama del siglo XIX. Pensó en rizarse el pelo y recogérselo con una diadema.
Otra idea que tenía era pintarse una peca sobre el labio. Compró un collar con un corazón rojo en el centro. El vestido era de un color rosa llamativo y le quedaba de maravilla. Las chicas le habían aconsejado comprárselo y la verdad es que fue la excusa perfecta.
-Creo que vamos a causar sensación en el baile- dijo Aïda cuando se reunieron de nuevo para tomarse algo.
-Parece que las cosas van mejorando. Ahora solo falta que vosotras dos deis una paso hacia delante.- después del rato que hacía y aun no le había desaparecido la sonrisa que tenía tras hablar con Jeremy.
-Si fuese algo tan fácil ya lo habría echo. Aun no entiendo de donde saqué el valor para besarle y luego intentar que reaccionara.
-Y yo, si que es verdad que quiero a Carlos, pero también es verdad que no sé como avanzar ahora. Después de todo este tiempo pensé que se acostumbraría y que dejaría de querer más.
-Bueno, creo que aquí tenéis a tres ejemplos que demuestran que si las cosas no se intentan, no podríamos saber si puede o no ir bien. Si yo no hubiese intentado superar lo de Ángel y escuchar lo que mi corazón me decía, no estaría con Héctor y no sería feliz.
-Yo me enfrenté a mis miedos de perder a Jeremy al contarle mi error, pero tuve suerte y no le perdí, aunque lo mereciese.
-Bueno, y yo me equivoqué en muchas cosas también. Por poco pierdo la oportunidad de estar con una persona que me hace sonreír cada día y con la que pasaría el resto de mi vida. Creo que ambas haréis mal si no lo intentáis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario