sábado, 10 de diciembre de 2011

Capítulo 14

Carlos no soportaba más aquella soledad. Los días sin Aïda se le estaban haciendo eternos.
Anhelaba volver a tenerla a su lado aunque ella se pasase la vida entera rechazándole.
Él solo echo de verla, de estar con ella ya le hacia feliz. Dio vueltas y vueltas en la cama. No tenía intención de quedarse dormido, pero puede que ese fuese el único modo de no pensar en ella, o lo habría sido si no notase su presencia allí.
Al final consiguió dormir un poco, abrazado a la almohada que un par de noches antes había compartido con la chica.
Despertó unas horas más tarde, se incorporó y marcó su número.
No estaba seguro de si era o no buena idea, al fin y al cabo no era justo que siempre fuese él el que acudía para que le perdonase y ya estaba harto. Al final decidió seguir los consejos de Sean y antes de que sonase una tercera vez, colgó.


Aïda se apresuró a sacar el teléfono de dentro del bolso, pero no llegó a tiempo. Al ver que era Carlos quien la había llamado, se puso la mano en el corazón. ¿Y si se había hartado ya de ella?
Su hermana la miraba fijamente. ¿Por qué se negaba a ver que Carlos era el hombre de su vida?
Intentó no pensar en él y no pudo. Era inevitable y nunca había sentido nada parecido por nadie.
La dueña del balneario les había indicado donde podían ir a cenar. Un restaurante precioso y que se comía muy bien.
Mientras se arreglaban para irse de cena, Hannah se detuvo frente a un espejo de cuerpo entero que había en todas las habitaciones.
Pensó en lo afortunada que había sido al conocer a Jason.
Deseaba poder contarle lo que había descubierto hacia apenas unas semanas. Esperaría al próximo sábado. Sabía que era un buen regalo de aniversario, a pesar de que cuando lo supo, se sintió alegre y triste al mismo tiempo.
Les habían ocurrido tantas cosas, y sin embargo, su amor había sobrevivido a cada una de ellas. Lucharon para estar juntos y empezaba a ser hora de dejar de preocuparse por todo.
La sola idea de imaginar la cara de su chico cuando le diese la noticia ya se le antojaba divertido y eso la hacia aun más feliz.
Hasta entonces había aparentado que no ocurría nada. La verdad es que nadie había apreciado la diferencia, ni siquiera Brittany, y quizá eso era lo que más le divertía del asunto.

En realidad, Jason si que había notado cierto cambio, pero solo en aspecto y no le dio demasiada importancia.
La veía radiante, siempre con una sonrisa, que pensó que simplemente estaba feliz.
¿Cómo podía siquiera sospechar que iba a ser padre? Habían usado protecciones hasta no hacia mucho.
Desde que perdió al bebé de Jeremy, que Jason había intentado animarla en todo momento, para que nunca se sintiese triste, aunque por mucho que intentase aparentar que estaba bien, la verdad es que la noticia le había afectado tanto como a ella. Le gustaba formar parte de la vida del bebé, aunque no fuese suyo, siempre decía que lo sentía como si lo fuese, que desde que unieron sus cuerpos por primera vez, lo había sentido así.
Jeremy también lo había pasado muy mal, pero contaba con el apoyo incondicional de Rachel.
Tras regresar de su viaje a Italia, prácticamente se refugió en su trabajo y apenas tenía tiempo para nada. Por ese motivo, Rachel y él pasaban por un mal momento.


Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sonó el teléfono. Sabía que sería Jason incluso antes de mirar.
-¿Diga?
-¿Sabes que me vuelves loco cariño?- la chica sonrió al escuchar su voz.
-En realidad lo sospechaba. ¿Ha pasado algo?
-Me sentía solo. Esta cama es muy grande para una sola persona.
-La que hay aquí también es de matrimonio.
-Te echo de menos. Quiero que vuelvas ya- dijo con voz triste. Hannah deseó abrazarle, pero ya les faltaba menos. Se verían a la noche siguiente.
-Piensa que mañana ya dormiremos juntos.
-Eso será si consigo encontrarte entre toda la multitud.
-Créeme, me encontrarás. Llamo un poco la atención.
-¿Qué pasa que vas desnuda o que?- ella se rió. De ser cierto Jason se caería de culo.
-En realidad no lo había pensado. No me parece mala idea.
-¡Ni se te ocurra! Ya es bastante fastidio que todos los tíos se vuelvan para mirarte cuando salimos y eso que vas vestida. Imagina que pasaría si fueses desnuda...
-¿Me mirarías tú?- preguntó, aunque sabía de sobras la respuesta.
-¿Acaso lo dudas? Claro que te miraría. No te quitaría los ojos de encima- y en tono picarón añadió- ni las manos.
-Entonces lo demás no me importa.
-Te quiero mucho- concluyó con voz dulce.
-Lo sé. Yo también a ti.
-¿Sabes que te llevarás muchas sorpresas cuando volváis?
-¿Por qué? ¿Ha ocurrido algo que deba saber?
-A ver... deja que piense... Lo de Jeremy y Rachel ya lo sabes…
-Si. Ella nos lo contó.
-Pues ahora solo tienes que saber lo de Carl- se detuvo un momento para darle más misterio.- y Sean.
-¿Sean? ¿Qué pasa con él? ¿Y con Carl?
-Lo siento, pero prepárate para caerte de espaldas.
-Así que no tienes intención de decírmelo, ¿verdad?
-Eso es. Esto queda entre tú y yo. Por lo menos el echo de que le pasa algo a Carl. Supongo que no querrás preocupar a Annette.
-No, pero...
-Pero nada. Que te diviertas esta noche. Me voy a cenar con los chicos.
-Cariño espera...
-Así es más divertido. ¿No fue eso lo que me dijiste por lo del disfraz? Te pondrás al corriente cuando vuelvas. Además, ellos te lo contaran mejor que yo.
-Dame una pista. ¿Debo preocuparme?
-Tranquila. No es nada grave, excepto lo que me pasa a mí. Estoy destrozado.
-¿Qué te ocurre?- ¿por qué no seguirle el juego durante un rato?
-Mi novia se ha ido con sus amigas dos días lejos de mí. La echo tanto de menos que parece que solo respiro cuando hablamos por teléfono, que no es tanto como desearía. Y además...
-¿Cariño?
-¿Qué?
-Me parece que tenemos el mismo problema.
-Menos mal. Temía ser el único.
-Ya ves que no. Por cierto, ¿tienes algún plan el próximo sábado?
-Había pensado en ir a cenar con una chica, ya sabes, esa que me tiene loco. ¿Qué me dices?
-Acepto, pero con una condición.
-¿Cuál?
-Que hagamos ese viaje que no dejamos de posponer continuamente.
-Echo- sería perfecto como luna de miel si ella aceptaba.
-Bien. Voy a terminar de arreglarme.
-¿Hasta mañana entonces?
-Claro que sí. Hasta mañana.
Se reunió con sus amigas en la entrada, pero Silvia aun no estaba allí. La esperaron durante diez minutos y al final no tuvieron más remedio que ir a buscarla.
Al llegar frente de su habitación, la escucharon hablar por teléfono y decidieron esperar un poco más.
-Esto es muy aburrido sin ti. Tengo ya ganas de que sea mañana.
-Suponía que dirías eso. Yo también me siento sola sin ti, pero las chicas son de gran ayuda.
-Eso esta bien. Entre nosotros también nos estamos echando una mano. Algunos se sienten igual que yo e imagino que a vosotras os debe pasar lo mismo.
-Pues sí. Bueno, ¿qué vas a hacer hoy?
-He quedado con los chicos para ir a cenar algo por ahí. Queremos disfrutar de nuestra última noche solos.
-¿A si? Entonces les diré a las chicas que podemos quedarnos unos días más.
-No te molestes, de verdad.- Silvia se rió. Sabía que no hablaba en serio.- ¿Qué haréis vosotras?
-Lo mismo. He quedado con las chicas hace más de diez minutos. Debería ir colgando ya.
-Hasta mañana entonces.- ambos sonreían aun después de haber colgado.
Silvia abrió de golpe la puerta de la habitación con la chaqueta en la mano, dispuesta a bajar corriendo para reunirse con ellas, pero se las encontró en el pasillo mirándola con una sonrisa.
Aïda quería contarles que Carlos la había llamado pero que no había podido hablar con él. Decidió que esperaría a que estuviesen cenando para contárselo.
El restaurante en cuestión era de lo más agradable. Apenas había gente y las atendieron al momento.
Pidieron vino y agua, lo que para Hannah fue un alivio, pues no podía beber nada de alcohol.
Quería contarles la noticia a las demás, pero algo rondaba en la cabeza de Aïda, y prefería que se desahogara.
Pensó que este embarazo no le había dado tantas complicaciones como el anterior. Se había echo las pruebas para estar segura. El doctor Stanson le comunicó que el bebé llevaba creciendo en su interior seis semanas. Casi dos meses.
-¿Sabéis que? Tengo un extraño presentimiento.
-¿Sobre que?- Silvia había empezado a devorar el pan. Nadie diría que había comido hacia apenas una horas.
-Pues no estoy segura. Es como si pudiese saber que me espera una sorpresa cuando volvamos.- Hannah casi se atragantó con el agua cuando Annette dijo aquello. Recordó entonces su conversación con Jason. << Te llevarás muchas sorpresas cuando vuelvas>> <<Ahora solo tienes que conocer la de Carl y Sean>>
Realmente estaba intrigada. ¿Qué podría ser? Estaba convencida de que Jason disfrutaba dejándola con las ganas.
-¿Estás bien Hannah?- preguntó Rachel mirándola con asombro.- Casi te ahogas con un vasito de agua.
-Si, pero se me fue por el otro lado. Me sorprendió lo que dijo Annette.
-Ya se que no es algo muy normal, pero es lo que siento.
-Bueno, nunca se sabe. Quizá pase algo.
-¿Tu sabes algo?- llevaba algunos días muy feliz, pero no había dicho nada y ninguna sospechó, pero la conocía demasiado bien.
-No, aunque si hay algo que quiero contaros. Tiene que quedar entre nosotras porque es mi regalo de aniversario para Jason.
-Suéltalo ya. No se lo diremos a nadie.- había dejado de comer el pan en cuanto le sirvieron la ensalada, que prácticamente ni masticó.
-Estoy embarazada.- sentía un profundo alivio al habérselo contado. Sabía que se alegrarían por ella y que coincidirían en que era el mejor regalo que podía hacerle a su chico.
Rachel tuvo que morderse la lengua para no decirle que sabía cual sería el regalo para ella.
Aïda también se alegró por ella, pero al momento volvía a estar pensativa. La verdad era simple. Temía que Carlos se hubiese cansado de esperar.
-Es genial que te pase esto. Te lo mereces.
-Eres muy amable, pero ¿por que no nos cuentas de una vez que te preocupa?
-Tengo miedo. Tengo tanto miedo de que no salga bien. A que deje de quererme...
-No pienses eso. Sabes de sobra que Carlos esta loco por ti.
-Aclárate porque mañana volvemos y es justo que sepa por lo que estas pasando.
-Mira Aïda, a veces pareces una cría. Ambos sentís lo mismo. Tú tienes suerte. Yo amo a Carl, y él no quiere ir más allá por miedo a que nuestra relación cambie. Si tienes miedo, afróntalo, pero no te encierres en tu cuarto a llorar porque mañana cuando vuelvas no podrás esconderte. Estoy más que segura de que Carlos te ama más de lo que nunca lo hará nadie y si tu sientes lo mismo, no veo donde esta el problema.
Las otras miraron a Annette y después a Aïda. Sus palabras habían echo más efecto en ella del que esperaban y el caso es que estaba en lo cierto.


La cena de los chicos fue también bastante reveladora. Tenían claras sus ideas y pensaban llevarlas a cabo.
Carlos estaba un poco cambiado, casi como si hubiese madurado de golpe.
Carl, estaba más bien nervioso. Temía no ser capaz de decirle a Annette todo lo que sentía cuando estaba con ella.
Por otra parte, Sean seguía desconcertado. No conseguía dejar de pensar en Brittany. Nadie le había echo sentirse nunca tan inseguro y se sorprendía a si mismo por no percatarse antes de la mujer tan atractiva en la que se había convertido.
Esperaba que ella no solo le viese como un amigo, o peor aun, como el amigo de su hermana.
También en aquel momento, Brittany se escapó momentáneamente de su pequeño y acogedor restaurante para ir al cajero. Tenía que ingresar el dinero.
Pensó en su hermana. En lo afortunada que era al haber conocido al fin a su príncipe azul y ella no creía que pudiera correr la misma suerte.
Mientras rebuscaba en su bolso el monedero, chocó con ex compañero del instituto del que había estado muy enamorada, Rick.
Al principio parecía que él no la recordaba, pero tras observarla un par de veces, supo de quien se trataba.
Se sorprendió al verla tan hermosa. Hasta aquel día la veía como a una más. Sin embargo, ahora le parecía la mujer más linda que conocía.
Brittany tardó un poco en reaccionar. Sentía que se le había detenido el corazón y que volvía a latir al poco tiempo muy deprisa.
-Hola Britty- la saludó con una sonrisa, llamándola como solían hacerlo todos en aquella época.
-Hacia tiempo que nadie me llamaba así- no se atrevía a moverse. Temía tropezar consigo misma.- ¿Cómo estás?
-Estaba de bajón hasta que hemos chocado.
-Vas a conseguir que me ruborice.
-Espero que sea la primera de muchas otras veces.
-¿Qué haces aquí?- lo mejor era cambiar de tema.
-Salí a tomar el aire. Lo necesitaba. Me sentía preso en casa. ¿Y tú?
-Iba al cajero. Salí un momento del restaurante.
-¿Así que dejaste solo a tu acompañante?- preguntó no sin cierta decepción.
-Que va. Para nada. Soy la dueña.
-Me sorprende. No sabía que quisieras dedicarte a eso.
-No te molestaste en conocerme.
-Quizá pueda corregir mi error del pasado. Aun no he cenado y ya que tienes un restaurante... ¿Qué me dices?
-Pues que yo tampoco he cenado.- respondió con una sonrisa.- Voy a ingresar algo de dinero y vuelvo. Espérame aquí.
En cuanto regresó, fueron directos hacia el restaurante. Tras comunicar a sus empleados donde estaría, pidió a Rick que la siguiese hasta una mesa apartada junto a la ventana.
-Eres mucho más bonita de lo que recordaba.- aunque no era mucho. Hacia más de diez años que no se veían y mientras hablaban, Rick comprendió lo estúpido que había sido al no molestarse en conocerla antes.
Recordó que al día siguiente había una fiesta de disfraces en el instituto en el que ambos estudiaron, y a medida que pasaban los minutos, descubrió lo mucho que deseaba que Brittany fuese su acompañante.
Antes de que pudiese preguntárselo, uno de los camareros se acercó a tomar nota.
-Yo quiero una ensalada y un bistec muy echo con guarnición.
-Y yo lo mismo, pero que solo me lo hagan vuelta y vuelta.
-Muy bien. Enseguida se lo traigo- guiñó un ojo a su jefa y se alejó por el pasillo.- Brittany se había tomado la libertad de pedir un buen vino y agua. Rick parecía bastante contento con la elección.
-No sé como puedes pedir eso. Podías haberla pedido directamente del frigorífico.
-Mejor no. Eso me daría mucho asco.- dijo con una mueca.- Oye Brittany, supongo que sabes que mañana hay una fiesta de disfraces.
-Lo sé.- respondió mientras les servían la ensalada.- Pensaba ir sola.
-Ven conmigo. Se mi acompañante mañana.
-Gracias, pero no se que decir. No entiendo porque me lo pides a mí.
-Quiero conquistarte- respondió cogiéndola de la mano.- Me gustas mucho.
Tras acabarse la ensalada, les sirvieron el segundo plato. Brittany no se atrevía a mirarle y él temía haber metido la pata.
Rick le gustaba. Le había querido mucho y tal vez ese sentimiento todavía existía, pero quizá si lo sacaba a la luz, corría el riesgo de volver a sufrir.
Sin embargo, no pudo rechazar la invitación. ¿Y si todo salía bien? ¿Y si Rick era su príncipe azul?
-Esta bien, pero te aviso de que si intentas algo o me haces daño, se acabó.
-Me gustan los retos y es evidente que salir contigo supone uno. Me arriesgaré.
-Bien. Quedamos en el instituto, frente a la máquina de bebidas que hay junto a las escaleras.
-¿Por qué no puedo recogerte en tu casa?
-Porque es más divertido así. Iré vestida de sirvienta, con plumero incluido.
-¿Significa eso que llevarás una de esas falditas negras con el delantal blanco?
-Pues sí.
-Estoy deseando que llegue mañana. Yo iré de vaquero.
Brittany se puso a reír ante la mirada atónita de él. Le explicó que había empezado a ir a clases de equitación y que siempre solía vestir como una auténtica chica del oeste.
-Apuesto a que haremos una pareja estupenda. Una sirvienta y un vaquero. Me encanta la idea.
-Frena un poco. Vamos juntos para no ir solos. Nada más.
-De momento- susurró por lo bajo mientras se comía el bistec.
-¿ Acaso pretendes ligar conmigo? Te aseguro que ya no será tan fácil como lo hubiese sido hace unos años.
-Quiero intentarlo por lo menos. Déjame corregir mi error.
-Rick, por favor... – sentía un nudo en la garganta y no quería que él se compadeciera de ella.- No me presiones.
-No lo haré. No te presionaré y te haré daño, pero no me rechaces.- la chica asintió.
El camarero les interrumpió de nuevo para tomar nota de los postres y de los cafés.
-Un café solo, por favor.
-Yo lo de siempre. Un capuccino, con mucha nata.- el chico notó cierta tristeza en los ojos de su jefa y deseó poder hacer algo para devolverle el brillo que solía ver siempre en ellos, de modo que cuando regresó con lo que le habían pedido, el de Brittany lo acompañó con una rosa blanca que había cogido prestada del jarrón que había junto a la caja registradora. El restaurante entero estaba lleno de rosas blancas. Cada una de las mesas cubiertas de pétalos blancos. Brittany siempre sonreía con esa flor.- Muchísimas gracias Jerry. Eres un cielo.
-Te la di para que sonrieras, así que hazlo, aunque solo sea por esto.
Rick les miró con atención. Esperaba que ese camarero no intentase ligar con su jefa. Tenía que reconocer que no era difícil enamorarse de Brittany, porque era preciosa y parecía agradable, alguien que podía hacer feliz a cualquiera.
-Lo haré, pero por ti. Por el detalle que has tenido conmigo.
-No hay de qué, jefa. Hasta luego.
Se marchó dejando a la chica oliendo el dulce aroma de la rosa y a su acompañante mirándola con ternura, como si desease estrecharla entre sus brazos.
Jerry les miró desde lejos. Quería a su jefa. La quería como amiga, y sabía que muchos chicos le habían echo daño por eso esperaba que el chico que se sentaba aquella noche frente a ella no la hiriese porque no se lo merecía. Era demasiado buena persona.
-Pensaba que se te iba a declarar aquí mismo. No creo que pudiese soportarlo.
-No seas idiota. Jerry es un gran chico y le quiero muchísimo pero no soy su tipo.
-Entonces todavía tengo una oportunidad.
-Eso parece vaquero. Pensaba ir a patinar sobre hielo al salir de aquí. ¿Quieres acompañarme?
-Me gustaría.
-Pues vamos. Yo invito.
-No me parece justo.
-Tú me invitas a no ir sola al baile y a dejarme conquistar y yo a la cena. El patinaje lo pagamos a medias, ¿echo?
-Echo.
Tras pagar la cena de él, ya que al ser la jefa no tenía porque pagar lo que consumía, fueron directamente a la pista de patinaje en el coche de ella y se sorprendieron al ver que apenas había gente para ser sábado por la noche.
Alquilaron unos patines y se dirigieron apresuradamente a la pista.
De las pocas personas que había, la mayoría eran parejas y aunque procuró que Rick no lo percibiese, se sintió incómoda.
-Podemos pasar perfectamente por una pareja si me lo permites.
-Ojala hubieses dado este paso hace años.- el chico se disculpó.
No comprendía porque no se había fijado en ella antes.
No quería seguir hablando de ello así que entró en la pista y se deslizó lentamente sobre el hielo mientras él la miraba atentamente sin comprender.
Se la veía resplandeciente, feliz, pero en cambio sus ojos expresaban todo lo contrario.
Se reunió con ella en el centro de la pista y la atrajo contra su pecho cogiéndola por la cintura. Notó como la respiración de ambos se aceleraba y en cuanto ella quiso liberarse del abrazo, él no se lo permitió.
-Deja que me quede un poco más así.- Brittany se dio la vuelta y sus labios prácticamente se rozaron. Sentían el aliento del otro en sus rostros.
A Britt no le gustaba lo que estaba sintiendo. No quería volver a enamorarse ni de él ni de nadie y así se lo dijo.
-Yo no te pido que te enamores de mí, aunque me gustaría, pero déjame quererte. No puedes mantenerte alejada del amor eternamente. Algún día encontrarás a alguien a quien amar con todo tu corazón y esa persona te corresponderá del mismo modo, así que por favor no huyas ni te rindas tan pronto.
Rick tenía razón, pero hasta que ella no encontrase a su príncipe azul, o hasta que él se ganase su confianza, Brittany no cedería.


-Esta noche se me va a hacer eterna. Me muero de ganas de que sea mañana.
-No eres el único, créeme. Todos deseamos que regresen.
-Tienes que hablar con Hannah, ¿verdad?
-¿Por qué lo dices?
-Desde que nos encontramos con su hermana que no pareces el mismo.
-Creemos que estas confundido o asustado por lo que sentiste al verla.- continuó Ben.
-Creo que ambas cosas. Cuando hablamos con ella el otro día y dijo que nadie se había molestado nunca en conocerla o en conquistarla, pensé que yo lo conseguiría, que podría hacerla feliz.
Pero en realidad tenía mucho más miedo del que pretendía ocultarse a si mismo. En su interior, todo eran preguntas.
-No te preocupes tío. Estoy seguro de que también te preocupa el echo de que a Hannah pueda molestarle, pero dudo que sea el caso y además, estoy seguro de que te sentirás mejor después de hablar con ella.
-Puedo asegurarte y creo que como la conoces mejor que yo lo sabes, que Jason tiene razón. A mí me ayudó mucho con todo lo de Silvia.
-¿Verdad que soy un tío con suerte?- preguntó Jason esbozando una amplia sonrisa.- Mira Sean, antes de dar el primer paso, e incluso antes de hablar con Hannah, deberías intentar poner en orden tus sentimientos.
-Eso he intentado desde que la vimos. Lo que pasa es que no consigo entender exactamente que es lo que me pasa con ella. Nunca había sentido nada parecido por nadie, ni siquiera por Aïda.
Suspiró y terminó lo que quedaba de vino en su copa. Realmente nunca había sentido nada igual y menos aún había tenido miedo.


-Me siento mal. Me hubiese gustado que Lisa y Brittany hubiesen podido venir.
-Lástima que tu hermana no pueda dejar el restaurante y que Liz este mala.
-Tienes razón. Pensé en llamarle pero he olvidado el teléfono en el hostal.
-Yo tampoco lo tengo aquí.
-¿Qué os parece si llamamos a Jeremy? Seguro que se lo sabe de memoria.
-Es una buena idea Rachel. Quizá podríamos tomarles un poco el pelo.- dijo Annette con una sonrisa maliciosa.
-Ten mi teléfono. Pongamos el manos libres.
Buscaron el número del chico y las cinco se prepararon para actuar.


Pese a que tanto ellos como ellas estaban en un restaurante y había ruido de fondo, se oían perfectamente.
-Hola cariño- saludó pensando que se trataba de su chica. Las demás intentaron que no se las oyese reír mientras Annette hablaba.
-¿Jeremy? Soy Annette. Necesito un favor.
-¿Annette?- todos se quedaron callados y a Carl casi se le cortó la respiración. ¿Por qué llamaba a Jeremy y no a él?- ¿Ha pasado algo?- también puso el manos libres para que todos pudieran oírla.
-Es que queremos saber como esta Liz y Hannah y yo olvidamos los teléfonos en el hostal y como pensábamos llamaros de todos modos...
-Menudo desastre...- añadió con un suspiro.- ¿Tienes donde apuntarlo?
-Si- tras darle el número todos notaron como si tuviese prisa en colgar, aunque en realidad no era así.- Gracias. Lo siento pero se nos hace tarde.
-¿Dónde vais?- preguntó Carl de repente. Al escuchar su voz, Annette cerró los ojos. Un escalofrío la heló de arriba abajo.
-A un boys- concluyó Aïda al ver que su amiga no respondía.
-¡¿Qué?!- dijeron todos a la vez.
-Hemos pensado que ya que es nuestra última noche aquí, debíamos
aprovechar. La verdad es que hay unos chicos guapísimos por los alrededores.- en realidad aun no habían visto a ninguno. Podía decirse que ellas eran las personas más jóvenes que había. Hannah aguantó todo lo que pudo para que no se notase lo mucho que les divertía a las demás la situación y tras decir aquello, todas se despidieron al unísono.
-Parece que ellas si pueden divertirse sin nosotros.- aquello no le gustaba en absoluto, aunque no era el único. Jason, Héctor, Carlos y Carl estaban que se subían por las paredes.
Cuando vio que Jason se cruzaba de brazos y se mostraba enfadado, se le acercó y le susurró sonriendo.
-Tómatelo como si fuese un ensayo. Al fin y al cabo tendrá que hacer despedida de soltera.
-Si, pero esta noche el tío podrá elegir a cualquiera de ellas y eso incluye a Rachel.- no había pensado en eso y la idea volvió a desagradarle de nuevo.
-Vaya. Parece que estarán ocupadas. Ojala no hubiese sido tan cobarde.- dijo lamentándose. Carl apenas podía soportar la idea de perder a Annette.
-¿De verdad creéis que hay un boys en un pueblo? Tardarían horas en llegar a la ciudad, y la más cercana a donde están ahora mismo es esta.- Ben les miraba con una sonrisa burlona. Era evidente que les habían tomado el pelo.
-Seguro que no fue más que una broma de las chicas.- concluyó Héctor.
-Que graciosas. Casi me da algo pensar que un tío en pelotas pueda
acercársele a tocarla.- solo pensarlo ya lo ponía malo.


Hannah marcó el número de Richard desde el móvil de Rachel y tardó un poco en contestar.
Parecía cansado y bastante atareado, pero se alegró al escuchar su voz.
-Hola preciosa. ¿Qué tal el balneario?
-Genial. ¿Qué tal vosotros?
-Podríamos estar peor. Lisa tiene la gripe y no le baja la fiebre y Josh está pasando unas noches malísimas.
-Quizá deberías llevar al niño a casa de tus suegros hasta que Liz se ponga bien.
-Eso pensé, pero están de viaje celebrando las bodas de plata, y tengo claro que con mis padres no le dejo.
-¿Y por que no le dejas conmigo? Por favor Richard, me encantaría tener a mi ahijado unos días conmigo y a Jason le encantará también.
-¿Estás segura de que no os importa?
-Claro que no.
-Entonces el lunes te traeré todo lo que podáis necesitar.
-Vale. Y por la tarde le recogeré yo y le llevaré para casa.
-¿Querrás que te traiga también la cuna?- esperaba que aquella pregunta no fuese dolorosa.
-No te preocupes. Puede dormir con nosotros o en cualquier cosa, cogería la otra.
-Gracias. No sé como agradecértelo.
-Podría decirte lo mismo. Dile a Liz que se cuide mucho. Hasta el lunes.
-Adiós.
Al colgar le comentó a su mujer la idea que le había planteado Hannah. Liz estaba de acuerdo en que era lo mejor que podían hacer al menos hasta que ella se recuperase.
Josh iba a cumplir tres años al cabo de unos días y pensaban celebrar su cumpleaños el próximo domingo.
-¿Qué te parece si lo celebramos en el jardín? Podemos invitar a los demás niños de la guardería con sus padres.
-Me parece estupendo cariño- besó a su mujer y miró a su hijo mientras dormía.
Después preparó una sopa para ella y algunas de las cosas de Josh para cuando se las llevara a la pareja.


-¿Cómo están?- cada día recuperaba un poco más de su acento francés. No era que lo hubiese perdido, pero ya no se le notaba tanto como al principio.
-Liz esta resfriada y el niño apenas duerme así que me quedaré unos días con él hasta que todo vuelva a la normalidad.
-Estar con Josh unos días te irá bien. ¿A Jason no le importará?
-No. Estoy segura de que le hará muchísima ilusión.
-Tendréis oportunidad de practicar.- se detuvo un momento para recordar algo importante y siguió hablando.- Dentro de unos días es su cumpleaños. Jeremy lleva días rompiéndose la cabeza pensando en cual sería el mejor regalo.
-Supongo que no es fácil regalarle algo a alguien que puede tenerlo todo, pero lo que cuenta es el detalle y en realidad yo ya había pensado en algo.
Explicó a las demás que tenía pensado hacer una pequeña excursión a un parque acuático y que podía ser un regalo entre todos.
-¡Hannah eres un genio!- gritó Silvia.
-Tengo la sensación de que ya no debo preocuparme más. Algo me dice que a partir de ahora todo nos irá bien.
Ninguna de ellas podía creer que esas palabras saliesen de la boca de Aïda, pero debía significar algo bueno.
-Si sientes que todo irá bien, te tomo la palabra. Ahora mismo pienso que debemos divertirnos y ya me preocuparé de Carl mañana.
-Quiero dejarme llevar como siempre he hecho. Vayámonos a bailar.
Pidieron la cuenta y le preguntaron a una pareja que debía estar de visita si sabían de algún lugar en el que pudiesen divertirse.


Brittany había terminado alejándose de Rick por miedo a caer rendida a sus pies. Si lo que quería era conquistarla, tendría que ganárselo a pulso, sobretodo su confianza. Aun no estaba preparada para confiar en él.
El chico ya no sabía que hacer, aunque era todo un mérito que le acompañase al baile.
Se aproximo lentamente a ella esperando no asustarla.
-Lo siento. Me portaré bien el resto de la noche sino me evitas más.
-Perdóname tú a mí. Intento evitar algo que esta claro que debe pasar. No es fácil. Nunca me planteé como sería verte de nuevo o lo que sentiría o si me recordarías... Pensé que ya lo había superado, pero sigue ahí. Todo el dolor que sentí al verte con aquella universitaria.
-Lamento haberte echo pasar por eso. No era más que un mocoso al que como a los demás les gustaban las chicas mas mayores- la cogió por los hombros obligándola a mirarle. Podía sentir que no resistiría mucho sin besarla.
-Yo nunca te dije nada. Pensé que no tenía ninguna oportunidad y ahora que me dices eso sé que tenía razón.- podía sentir como se le humedecían los ojos, como las lágrimas salían de ellos y corrían por sus mejillas. Fue entonces cuando él no aguantó más y se acercó más a ella para besarla.
También a él le salieron otras cosas a borbotones, las palabras.
Le dijo que la quería, lo feliz que se estaba sintiendo a su lado y lo mucho que deseaba estar junto a ella.
-No me hagas esto... No quiero volver a enamorarme de ti porque sé que volverás a hacerme daño y no creo que pudiese aguantarlo.
Se sorprendió al ver que él también lloraba. Incluso él parecía sorprendido, pero la quería. Era una locura, tal vez, pero lo sentía.
-Yo solo quiero estar junto a ti. Quiero darte esa seguridad que tanto necesitas. Hace unas horas me has dado la oportunidad de conquistarte. Te pido que no te eches atrás ahora. Hasta ahora nadie ha conseguido que me sienta así y no quiero perderlo- le rogó aun con lágrimas en los ojos.- Sé que piensas que me he vuelto loco, y seguramente tienes razón. Quiero que sepas que no me importa porque te quiero.
No quería quedarse más allí, así que le pidió que se marcharan. Anduvieron en silencio hasta el coche.
-¿Dónde quieres que te deje?
-Donde nos hemos encontrado. Volveré a casa dando un paseo.
-Vale- la chica conducía despacio. Una parte de ella quería llegar cuanto antes, la otra no. Cuando llegaron ninguno de los dos se movió. Al ver que ella no decía nada, Rick se despidió. Quería besarla de nuevo, pero el mero echo de pensar que podía estropearlo, le detuvo.
-Buenas noches.- dijo al bajar del coche apoyándose en la ventanilla. Toda esperanza respecto al día siguiente había desaparecido. Pensó que se negaría a ir, o por lo menos como su pareja.
-¿Rick?- este se volvió esperanzado.- Nos vemos mañana.
Por fin se había decidido. Durante el trayecto de vuelta pensó en lo que le habría aconsejado su hermana de estar allí con ella.
Quería a Rick, nunca había dejado de quererle, y estaba dispuesta a arriesgarse.
-¿Lo dices en serio?
-Siempre y cuando sigas queriendo.
-No lo dudes. Claro que quiero.
Se despidieron y fueron a sus respectivos apartamentos. Ambos se quitaron los zapatos y tumbaron sobre la cama. Pensaron en el otro, en el reencuentro y en lo que habían sentido a lo largo de aquellas horas juntos.
Brittany volvió a la realidad cuando pensó de nuevo en su hermana. Le vino a la mente lo que Jason le había pedido. Se incorporó de golpe, cogió el teléfono y marcó el número del restaurante.
Jerry fue quien contestó al teléfono. Su voz siempre conseguía tranquilizarla.
-¿Cómo va todo?
-Aun quedan algunos clientes. He sentido la necesidad de gritar que había fuego, pero me resistí.
-Te lo agradezco- sabía que sobras que mentía.- Puedes coger la agenda y apuntar una reserva el sábado a nombre de mi cuñado. Jason Martín.
-Echo. A las nueve y media. ¿Qué más puedo hacer por ti?
-Diviértete esta noche que mañana libras.
-No dudes que lo haré. ¿Tú estás bien?
-Si. Hablaremos el lunes.
-Como mandes. Buenas noches jefa.
Tras esto, marcó el número de Jason, esperando no despertarle ni molestarle, pero él aun seguía en el restaurante con los chicos.
Al ver quien le llamaba, miró a Sean y sonrió mientras descolgaba.
-¿Qué me cuentas de nuevo Britt?
-Ya te he reservado. ¿Te va bien a las nueve y media?
-Si, es perfecto.- Jason notó algo distinto en la voz de su cuñada. Sonaba triste y feliz al mismo tiempo. Él conocía esa sensación.- ¿Ha pasado algo?
-No. Solo un reencuentro con mi pasado. Ya te lo contaré en otro momento. Hasta mañana.- la chica confiaba en su cuñado. Era algo que no le había ocurrido con ninguno de los otros novios de su hermana.
-De acuerdo. Hasta mañana.
Al colgar, Sean esperó a que les contase lo que había dicho pero se limitó a decir que tenía la confirmación de la reserva en su restaurante, sin embargo tanto él como Jeremy notaron cierto brillo de curiosidad en los ojos de Jason.
-¿Le ha pasado algo?- preguntó Jeremy en voz baja para que Sean no le oyese.
-No lo sé, aunque puedo asegurarte que estoy muerto de curiosidad. Me dijo algo así como que se había reencontrado con su pasado.
Tras meditarlo un momento, Jeremy cayó en la cuenta de a lo que se refería.
-Te lo contaré después.- aquello todavía le llenaba más de curiosidad. Estaba seguro de que Hannah se sentía igual con respecto a lo que él le dijo acerca de las sorpresas por teléfono.
-¿Qué queréis hacer ahora?- preguntó Héctor.
-Vamos a bailar.
-¿Estás seguro? Aun recuerdo como bailabas en la Universidad. Si sigues igual de patoso me voy a mi casa.- se atrevió a preguntar Sean.
Ben también recordó aquellos tiempos y estaba seguro de que Hannah tampoco lo olvidaría nunca.
Sean les contó a los demás lo ocurrido aquella noche.
-Aquel día fue de lo más aburrido, y no teníamos ni idea de que hacer, así que pensamos que si salíamos a tomar algo y a bailar pasaríamos el rato. Silvia y Aïda estaban fuera así que al final quedamos los de siempre y terminamos en un pub.
-Hannah y yo empezamos a bailar- continuó Ben- y tras varias canciones, bailó con Sean. Antes de que pudiésemos irnos a otro lado, Carl decidió que también quería bailar con ella.- tomó un sorbo de vino y prosiguió.- Sospechábamos que no tenía ni idea de bailar y no nos equivocamos. Mientras sonaba la música apenas se movió, en cambio, cuando paraba, empezaba a dar vueltas, a moverse y que sé yo.
-Suerte que no soy el único que baila mal entonces.- dijo Jason.
-Tendríamos que haberlo gravado en video.
-Lo hice a propósito- dijo sonrojándose.- Además, aunque no fuese así, fue divertido ver vuestras caras. Yo reconozco que el baile no es lo mío, pero quiero aprender. Quiero demostrarle a Annette que lo hago por ella.
-Iremos si es lo que quieres, pero te aviso que sigo siendo el que mejor baila de todos- sonaba creído pero cierto.- así que seré el que más va a ligar.
-¿Y que bailarás? ¿La danza del apareamiento?- Jeremy disfrutaba tomándole el pelo. Además ahora que había roto su coraza tenía más motivos. Nunca hubiese imaginado que Sean volvería a enamorarse.
-Esa la reservo para mañana. Quizá así ella se fije en mí. Creo que irá sola, así que tendré vía libre.
Pagaron la cuenta y se fueron a un nuevo pub que decían que estaba de moda.
Al llegar allí comprobaron no solo que estaba lleno, sino que el noventa por ciento eran chicas. Cualquiera diría que salían de caza, y solo Ben, Pau y Moi esperaban ser cazados.
En la barra fueron invitados a la primera copa. Tras eso, fueron derechos hasta la pista a bailar.
Se acercaron muchas chicas, pero por desgracia para los tres interesados, preferían a los que ya tenían a otra en su mente.
Después de una hora y media en la pista, Carl aprendió lo básico y sus dos mejores amigos quedaron impresionados. Aquello demostraba que si se deseaba algo con mucha fuerza, si uno se esforzaba, podía conseguirse.
-Ahora solo falta que Annette me perdone.
-Quizá si- respondió su antiguo enemigo.- pero te pasaste mucho con ella el día que se marcharon. Estas cosas llevan su tiempo, y entiende que está dolida.
-Lo sé. Esperaré lo que haga falta.
Varias horas más tarde, los tres “solteros” consiguieron ligar y marcharse acompañados.
-¿Y si nos vamos? Estoy cansado y mañana tengo que pasarme por el taller a buscar unos papeles.
-Si, porque ya no nos queda nada más que hacer aquí.- por otra parte, quería irse a la cama para que la noche siguiente llegase antes. Tenía ya ganas de comprobar que ocurriría entre él y Aïda.
Con la cosa de enseñar a bailar a Carl, les habían dado las cinco de la mañana. Se despidieron a la salida y Jeremy y Jason se marcharon a casa del segundo.
Al llegar, Jason invitó a su amigo a subir para que pudiese contarle lo que sabía de Brittany.
-Pareces muy interesado. ¿Te preocupa algo?
-Me pica la curiosidad. Desde que la conozco, que nos hemos cogido mucha confianza y nos lo contamos prácticamente todo. Siento como si también fuese mi hermana pequeña.
-Eso me vale. Verás, en la vida de Brittany solo ha habido un gran amor, Rick.-le contó brevemente toda la historia.
-Ya veo. Suponía que era por un chico, salvo que no imaginaba que se escondiese una historia así detrás.
-Hannah me dijo una vez que no lo había pasado demasiado bien. Quizá por eso no te contó nada.
-Me pregunto si estará bien. No siempre es fácil reencontrarse con el pasado y menos después de lo que me has contado.
-Si notaste cierta felicidad en su voz es que lo esta.- Jason no tuvo más remedio que reconocer que tenía razón. Convenció a su amigo para que se quedase con él, que no tenía sentido volver a un apartamento vacío.
Jeremy aceptó. Después de todo se sentía solo en casa sin Rachel.
Se pasaron un buen rato viendo videos que Hannah tenía gravados de momentos importantes.
Vieron obras de teatro, videos caseros e incluso una despedida de soltera donde el boys bailó acaloradamente con todas. Y ninguna de las chicas dejó las manos quietas.
-Vaya, como disfrutó el tío esa noche.
Jeremy se rió ante la reacción de él, aunque le comprendía.
Él tampoco soportaba la idea de ver a Rachel haciendo aquellas cosas, pero si Hannah aceptaba casarse con Jason, no dudaba de que las haría.
Justo cuando salió el sol, se quedaron dormidos.
Despertaron por la tarde cuando sonó el teléfono.
El primero en oírlo fue Jeremy. Se desperezó y descolgó.
Las chicas estaban reunidas tomándose un café, para relajarse un poco después de la que liaron en el sitio al que fueron a bailar.
Resultaba que en el pueblucho si que había gente más joven, sólo que parecía que nada más salían de noche.
Bailaron todas y evidentemente también ligaron. A veces ser novia de alguien, tenía sus inconvenientes, porque realmente había algunos chicos que estaban muy bien.
Aquella fue la prueba definitiva para Aïda. Supo que Carlos era el único. No dejó de pensar en él mientras bailaba, mientras mantenía conversación con los tíos que querían llevársela a la cama, y no se fue con ninguno. No volvería a hacerlo más.
-¿Jeremy? ¿Qué haces en mi casa?
-Las preguntas de una en una por favor que me acabo de despertar.- respondió bostezando.
-Sabía que saldríais de fiesta. ¿Dónde está Jason?
-Tirado en el otro sofá.
-Que horror. Llamo solo para deciros que os acordéis que hemos quedado a las diez allí.
-Se lo diré.- y justo en aquel momento, despertó.- Acaba de despertar. Ahora te lo paso.
Le tendió el auricular a su amigo diciéndole quien era y mientras Jason hablaba con su chica, él planeó sorprender a la suya.
Mientras se ponía los zapatos, pensó que podía acercarse a la floristería de los padres de Hannah, que por suerte abrían los domingos y comprar unas bolsitas de pétalos para llenar la casa cuando ella volviese.
Se despidió de su amigo y fue hasta su destino. Se quedó hablando un rato con los padres de Hannah y después fue a prepararlo todo.
Mientras Jeremy decoraba su apartamento, Jason y Hannah seguían hablando.
-¿Todo bien?
-Si. Llegamos de madrugada y nos pusimos a ver unos videos que había en la estantería.
-¿Dónde habéis estado?
-Después de la cena, fuimos a hacer prácticas de baile con Carl.- Hannah intentó no sorprenderse, pero le fue imposible. No podía creérselo.- Por cierto, es bastante interesante el video de la despedida de soltera que tienes por aquí.
-Oh, vaya. ¿Así que lo has visto?- de echo no le importaba, pero era interesante que se mostrara celoso.
-Pues si. Parece que el tío se lo pasó en grande.
-No fue el único cariño- por un momento deseó no haber sacado el tema.- ¿Cómo está la casa? ¿Es habitable?
Miró a su alrededor. Si recogía la mesa quedaría todo limpio.
-Si, bueno, más o menos.
Prometió recogerlo todo antes de irse. Cuando colgaron, Hannah les contó a las demás lo ocurrido. Aun no podía creerse que Sean, Ben, Pau y Moi hubiesen repetido la experiencia.
-Que ganas ya de volver. Se echa de menos el ruido de la ciudad.- Silvia estaba ya desesperada. Tanta tranquilidad la volvería loca.
Tenían pensado hacer una merienda-cena y sobre las siete salir de allí.
Algunos de los huéspedes les habían hablado de una segunda carretera que las llevaba hasta la ciudad en menos tiempo, por lo que decidieron seguir el consejo y vestirse y maquillarse en casa de una de ellas. De ese modo no irían incómodas en el coche.
Decidieron que lo mejor era ir a casa de Annette. Sabía que Carl no estaría esperando.
Allí se prepararon para el baile, y usaron la cámara automática de la chica para hacerse una foto todas juntas, primero vestidas de calle y luego disfrazadas.

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