sábado, 3 de diciembre de 2011

Capítulo 07

-¿Por qué has querido que viniese contigo?
-Me apetecía hablar contigo. Además, pensé que podía aprovechar para pedirte el número de teléfono.
-¿Vas a llamarme?
-Ya tendrás oportunidad de comprobarlo- Carlos se lo dio encantado y no le importó que ella no le facilitara el suyo. Sabía que llamaría.
-¿Qué tenías pensado comprarte?
-No tengo nada en mente. Entremos aquí a ver si hay algo que me gusta.- entraron en una tienda donde todo lo que había parecía echo para las quinceañeras. Aïda se burlaba de si misma vestida con aquella ropa, y Carlos estaba feliz de poder verla reír.- Hacia tanto tiempo que no me vestía así, que casi no me acordaba. Además, creo que fue a los quince cuando cambié mi modo de vestir. Antes iba más con chándal y zapatillas de deporte.
-Me resulta difícil imaginarte distinta.
-Lo sé. A veces, cuando miro las fotos de entonces, ni siquiera yo me reconozco.
-Me hubiese gustado conocerte entonces.
-Puedo asegurarte de que no habría sido una buena idea. La verdad es que ahora se me va un poco la cabeza de vez en cuando, pero antes era incontrolable. Le hacia la vida imposible a mis padres, y siempre pensé que mi hermana terminaría matándome.
-¿Qué te hizo cambiar?
-Sean.
-¿Tu ex novio?
-El mismo. Por él cambié mi modo de ser. Dejé de comportarme como una cría caprichosa para poder gustarle. Mis padres estaban encantados, y Silvia y yo, nos hicimos inseparables.
-Debió de ser un gran cambio.
-Lo fue, y todo por un chico.
-¿Aun os habláis?
-Es difícil de explicar. Después de romper, lo pasamos tan mal que no podíamos ni mirarnos, así que pensamos que lo mejor era distanciarnos del todo.
-Supongo que no fue algo fácil, sobretodo teniendo en cuenta que Hannah seguía teniendo amistad con él.
-Sí, y por ella han cambiado las cosas. Ayer Hannah reunió a toda la pandilla de nuevo y nos dijo algo que nos hizo plantearnos muchas cosas. Creo que Sean siente lo mismo.
-¿Quieres decir que volverías con él?- aquello fue como si le apisonaran el corazón.
-No, para nada. Ha pasado mucho tiempo desde que rompimos, pero algo me dice que ahora si podríamos ser amigos.
-¿Crees que él también quiere eso?
-Creo que si.
-¿Cuánto tiempo estuvisteis juntos?
-Cerca de dos años.
-¿En que sentido han cambiado las cosas?
-Hannah nos dijo que ahora más que nunca debíamos ser una piña, que para ella es importante y supongo que una cosa lleva a la otra.
-Hannah me parece una chica increíble, y me alegra que esté con Jason porque es más que evidente que sin ella está perdido.
-Si que lo es, y te aseguro que es digna de admirar porque nunca he conocido a nadie con una fuerza como la suya.
Finalmente no compró nada en aquella tienda y fueron directamente a la que iba siempre. Encontró un mono tejano, sin mangas y con una gran cremallera. Carlos tuvo que apartar la mirada para no entrar en el probador con ella, al menos hasta que ella le pregunto si le gustaba.
-Estás increíble.
-Gracias.
-Quizá debería ir contigo por si acaso.
-Sé defenderme sola.
-No lo dudo, pero me gustaría ir.
-Y a mi que fueras, pero no sería una noche de chicas si te dejase venir.
-Puedo disfrazarme si quieres.
-No hace falta. Algo me dice que terminaremos viéndonos, así que quédate tranquilo.
-Espero que seas buena prediciendo las cosas.- compartieron una sonrisa de complicidad, y al poco rato ella volvió a esconderse tras la cortina del probador.
Mientras Carlos la esperaba, no dejaba de pensar en lo tentador que era meterse allí con ella. No había terminado de pensar eso, cuando la chica volvió a asomarse para pedirle que se acercase y le cogió de la chaqueta para arrastrarlo hasta el interior, se apoyó en la pared y le besó.
Carlos la cogió por las muñecas y se las puso sobre la cabeza, sujetándolas para que no pudiera moverlas. Cuando consiguió librarse, las deslizó lentamente hasta los botones del pantalón del chico., desabrochándolos y metiendo las manos en el interior. Carlos creyó que se volvía loco por momentos, y cuando su erección fue más que evidente, apartó a un lado la ropa interior de la chica, pues era lo único que llevaba puesto, y la penetró con toda la fuerza de la que era capaz. Tuvo que taparle la boca a la chica para que nadie fuese consciente de lo que estaba ocurriendo. Al terminar, ambos sonrieron. Habían echo una travesura y no se arrepentían en absoluto. Carlos asomó la cabeza tras la cortina para asegurarse de que no miraba nadie y salió.
Mientras ella pagaba, ambos se miraban de reojo intentando no reírse por la travesura que habían cometido. Salieron de la tienda como dos niños de instituto. De camino a casa de ella, Carlos se ofreció a llevarle la bolsa, dispuesto a no recibir un no como respuesta.
Durante el camino hacia la casa de las hermanas, sintió el impulso de hacer algo, y lo hizo, esperando que aquello no le molestara. Acercó su mano a la de la chica hasta juntarlas y entrelazarlas. Aïda se sobresaltó ante el contacto, pues era lo único que no esperaba. Sintió como el calor de su cuerpo iba directo a las mejillas.
-¿Te molesta?- preguntó sin soltarle la mano.
-Me sorprende. No sé como debo reaccionar.
-Solo dime si quieres que te suelte.
-No quiero.- y siguieron andando de ese modo hasta llegar a su destino.
Cuando llegaron, la chica quiso pedirle que subiera, pero después pensó que no era justa con él. Le estaba dando falsas esperanzas. Le besó dulcemente en los labios, cogió su bolsa y desapareció.
Al entrar en su habitación, Aïda pensó en lo que haría aquella noche. La sola idea de conocer a otros chicos ya no le interesaba, pero tampoco quería que lo de Carlos fuese algo exclusivo.
Silvia pensó que algo debía haber ocurrido para que su hermana se encerrara en su habitación sin decirle nada, así que aprovechó para llamar a Hannah.
-¿Crees que puede ser algo malo?
-Para nada, más bien al contrario.
-Entonces, ¿Cuál es el problema?
-¿Has visto alguna vez a Aïda comprarse algo y llegar a casa sin habérselo enseñado antes a todo el edificio?
-¿Hablas en serio? Pues si que es raro.- a su lado, Jason la miraba
preocupado. - ¿Qué había ocurrido entre su amigo y la hermana de Silvia?- Haz una cosa. Limítate a observarla solamente. Veremos que pasa esta noche.
-Está bien.
-Por cierto. ¿Qué tal con Héctor?
-Cuando os fuisteis le dije que me había bajado la regla para poder escaparme.
-Serás cruel…
-Hasta luego.
-¿Qué ocurre?- le preguntó su chico cuando colgó.
-Silvia dice que Aïda ha vuelto rara después de irse con Carlos.
-¿En que sentido?
-Pues que nada más llegar se ha encerrado en su habitación sin decirle nada.
-No lo entiendo. ¿Quieres que hable con él?
-No hace falta. Terminara confesando. ¿Saldrás esta noche con los chicos?
-Si no hay más remedio…
-¿Dónde vais a ir?
-No tengo ni idea. Ya me estoy viendo el panorama. Los tres pensando en vosotras. Había pensado decirles lo del bebé está noche.
-Es una buena idea.
-Yo también lo creo.
-Voy a empezar a arreglarme.
-A ver que te pones. No quiero tener que ir detrás de todos los tíos que se te acerquen.
-No creo que eso sea necesario.
-Por si acaso deberías decirme donde tenéis pensado ir.
-Lo pensaré.- concluyó levantándose para ir a ducharse. Jason se quedó pensativo y al final decidió que llamaría a los chicos para quedar esa noche. Primero llamó a Héctor, y este aceptó. Después llamó a Carlos, pero no le cogía el teléfono. Le dejó un mensaje en el contestador, y esperó a que le devolviese la llamada.
Cuando Hannah salió de la ducha, Jason se desvistió para meterse en ella, mientras la chica, aun envuelta en la toalla, se maquillaba y secaba el pelo antes de vestirse.
Jason se asomó tras la cortina para pedirle una toalla, y la miró con el cejo fruncido.
-¿Qué pasa?
-Cada vez estoy más convencido de que no quiero que vayáis solas, y ni siquiera te has vestido.
-Bueno, he elegido un conjunto de ropa de lo más “interesante”…
-¿Qué se supone que significa eso?
-Pues que es digno de llevarse en una noche solo de chicas.
-Vale, está bien. Tú te lo has buscado. No quiero que vayas.- Hannah rió ante la respuesta. No tenía pensado llevar nada llamativo. Ya no tenía edad para eso. Pensaba vestirse con algo sexy pero no exagerado.
-Quédate tranquilo. No creo que nadie pueda encontrarme atractiva.
-Yo te veo así. Eres preciosa.
-Eso lo dices porque me quieres.
-Puede ser pero lo dudo. Siempre me has gustado, incluso antes de que me hablases.
-Algún día tendrás que contarme esa historia.
-Algún día…
-Voy a vestirme. Toma la toalla- se quitó la que llevaba alrededor de su cuerpo y se la lanzó.


Carlos iba hacia su casa. No podía quitarse de la cabeza lo ocurrido aquella tarde, ni lo que sentía al lado de Aïda, lo que hacia cuando estaba con ella. Se comportaba como nunca antes lo había echo. Aïda despertaba en él un comportamiento completamente distinto al suyo. Nunca había sentido nada parecido con ninguna de las otras chicas con las que había estado y de hecho, ninguna de ellas le gustaba tanto como Aïda.
Sacó el móvil y vio que tenía un mensaje de voz de Jason. Al escucharlo, no lo dudó. Salir con sus amigos era justo lo que necesitaba. Le llamó y quedaron en encontrarse en casa de Héctor y después irse a cenar.


Mientras, a unas manzanas de donde estaba el chico, Annette estaba en una tienda intentando decidir que zapatos comprarse para aquella noche, y desde la entrada, Carl la vio. No se decidió a saludarla, y seguramente se habría quedado allí si ella no le hubiese visto. Se dieron dos besos y tras convencerla de que debía comprarse los zapatos que llevaba puestos, la invitó a tomar algo.
-El otro día me quedé con las ganas de preguntarte algo.
-¿Y que es?
-¿Cómo te sentiste cuando Hannah anunció que estaba embarazada?
-Al principio me chocó un poco, sobretodo porque estaba convencido de que era anemia, pero después hablé con ella y me di cuenta de que no me importaba. Si eso la hace feliz, me basta. Creo que Jason es muy importante para ella, aunque no les dijese nada a los demás.
-¿Crees que el rencor hacia Jeremy se te pasará?
-Antes creía que toda la culpa era suya, por traicionarme e irse con él. Después culpé a Jeremy de todo, pero la verdad es que todos tuvimos parte de culpa. Yo sabía que Hannah nunca me amaría. Conocía la historia de Jeremy a través de Sean y Ben pero la quería tanto que pensé que con el tiempo le olvidaría, y me equivoqué.
-Fuiste valiente al intentarlo.
-Supongo que sí. Háblame de ti.
-¿Qué quieres saber?
-¿Qué vas a hacer esta noche?
-Voy a salir con las chicas. ¿Por qué?
-Pensaba secuestrarte y llevarte al cine.
-Lo siento pero no puedo. Quizá otro día.
-En fin, que remedio.- parecía abatido por no haber conseguido quedar con ella, pero en realidad estaba contento. Si no podían verse aquella noche, al menos disfrutaría de su compañía hasta que tuviese que irse.
-¿Qué harás tú?
-Quedar con los demás para tomar algo.
-Entonces puede que nos veamos por ahí.
-Te buscaré.
-Y yo a ti.
Nada más terminarse su bebida, Annette se despidió. Todavía tenía que arreglarse para ir a cenar y no quería llegar tarde. Además, sino se marchaba, no querría separarse de él.
-Ya nos veremos.
-Si- deseaba que fuese pronto. Volvieron a darse dos besos y por primera vez, Annette deseó no ser tan tímida y poder besarle en los labios.- Hasta luego.
-Adiós.


-¿Y bien?
-Ya te lo he dicho. Estás preciosa.
-Justo lo que quería. Me voy. No quiero hacerlas esperar.
-¿Quieres que te lleve?
-No, voy en coche. Salgo antes para buscar aparcamiento. Como no puedo beber, conduciré más tranquila. Además, si me apetece irme antes, no dependeré de nadie.
-Ya veo que has pensado en todo.
-Soy una chica práctica.
-Si que lo eres. Tened cuidado. Cualquier cosa, me llamas.
-¿Qué clase de noche de chicas sería si lo hiciese?
-Una segura.
-Volveré tarde. Te quiero.- y se fue.
Cuando llegó al restaurante, las chicas ya estaban allí. Annette y Silvia estaban bien, pero Aïda no lo estaba tanto. No bastó más que una mirada para saber que estaba pensando en Carlos.
-Deberíamos entrar- se apresuró a decir Annette con una sonrisa en los labios.
-¿Y a ti que te pasa?- le preguntó Hannah sin poder evitar una sonrisa burlona.
-He visto a Carl esta tarde cuando me estaba probando mis zapatos nuevos.-dijo mientras las otras tres los miraban con interés.- Me ha invitado a tomar algo y quería que fuésemos al cine esta noche.
-¿Y por que no has ido?
-Porque había quedado con vosotras. Además, nos tentamos a buscarnos esta noche.
-Menuda noche de chicas. En el fondo, todas esperamos ver a nuestros hombres.
-Supongo que cuando queremos a alguien, es lo suyo.
-¿Y tú? ¿Nos vas a contar que te pasa?
-No sé… Ha sido todo tan extraño…- las acompañaron a la mesa y las dejaron a solas para que pensaran que querían y mientras miraban la carta, Aïda prosiguió con su historia.- Me acompañó a comprar y estuvimos hablando del pasado y voy a saltarme la parte en la que lo hemos hecho en el probador, y cuando me acompañaba a casa, fuimos cogidos de la mano.
-Retrocedamos por favor… ¿Lo habéis hecho en el probador?- las tres miraron alucinadas a la chica.
-Si, y fue de lo más excitante. No podéis ni imaginar la subida de adrenalina que he tenido.
-Cada vez que pienso que no puedes sorprenderme, te superas.
-Vamos Silvia. Tampoco ha sido para tanto. Nadie nos ha visto.
-¿Y que hubiese pasado si os pillan?
-Había que arriesgarse. No me arrepiento de nada. Volvería a hacerlo.
-De eso estoy segura.
-¡Que flipe!- soltó finalmente Annette.- Como me gustaría a mi tener valor para hacer eso.
-Lo tienes, solo que no sabes donde.- todas, incluso Aïda rieron ante el comentario.
Cuando el camarero se acercó, pidieron lo que querían. Hannah tuvo que mirar con envidia como las demás, se hartaban de vino, y ella no tenía más remedio que brindar con agua.
-Eso te pasa por dormir sin ropa interior.
-Te morías de ganas de decírmelo, ¿verdad?- Annette miró hacia el techo disimulando y volvieron a reírse.
Durante la cena hablaron un poco de todo. De cuando eran pequeñas, de cosas que habían echo en el instituto, y sobretodo de chicos.
Mientras tomaban el café, pensaron a donde podían ir.
-¿Qué os parece si vamos al Original Cóctel?
-Genial- Aïda pensó que aquella era una buena oportunidad para hablar con Carlos y le mandó un mensaje para que se reuniera con ella. <<Original Cóctel. Te espero en la barra. Tenemos que hablar>>


La cena de los chicos no fue muy diferente a lo que esperaban. Desde casa de Héctor, fueron a una pizzería.
Carlos apenas habló durante la cena y no era nada normal en él. Al final, cansados de tanto silencio, decidieron preguntarle que le pasaba.
-Pues que estoy harto de no saber que hacer.
-¿Respecto a qué?
-Aïda. No la entiendo. No sé que quiere de mí.
-Si quieres que te diga lo que pienso, he de decirte que quizá ni ella misma lo sabe.
-¿Y mientras tanto qué? ¿Por qué son tan condenadamente complicadas?
-Nadie dijo que el amor fuese fácil. Eso me recuerda que tengo algo que contaros.
-En fin, suéltalo a ver si cambia el ambiente.- aconsejó Héctor al ver que Carlos apenas había probado la cena.
-Hannah está embarazada.
-¡Joder! Si que os habéis dado prisa.
-No es mío.
-¿Quieres decir que te ha puesto los cuernos?
-Es de su ex. Se quedó embarazada antes de romper, pero no lo supo hasta que la llevaron al médico el otro día.
-Uff, que fuerte. ¿Es por eso que estuviste tan raro esos días?
-Si. No sabía como reaccionar, pero la verdad es que me hace mucha ilusión y además, ella lo es todo.
-¿No es un poco pronto para decir eso?- preguntó Carlos, aunque conocía la respuesta.
-No soy el único que ha perdido la cabeza por una de ellas. Y lo digo por ambos. Sé que es precipitado, pero la quiero y ella me ama. No veo un motivo por el cual no vaya a funcionar.
-¿Y que pasará si un día rompéis?
-Supongo que por mucho que me duela, el bebé no es mío.
-Es muy maduro por tu parte. Es una gran responsabilidad.
-Puedo darles estabilidad. Eso es lo único que importa. Para mi eso es lo principal- Carlos miró a su amigo con admiración. Cuando le conoció sabía que siempre sería el más fuerte de los tres. Después miró a Héctor y lo vio pensativo, con la mirada perdida, y reconoció esa mirada.
-¿Te ha dado fuerte?
-Ya te digo. Estamos pillados por las pelotas- los tres se rieron pero era cierto.
Las tres amigas habían enamorado a los tres amigos.
-Es increíble lo que hace el amor. No hay más que verte a ti- dijo señalando a Héctor- cuando alejabas a las chicas con tan solo acercársete.
-Al principio yo tampoco quería darme cuenta, pero me está ocurriendo. Cuando la conocí creía que me atraía por el simple echo de que me mantenía lejos, porque era algo nuevo para mí, pero ahora sé que la quiero, a pesar de no haber sentido nunca nada así, sé que es cierto.
Justo en el momento en que Carlos iba a paga la cuenta, le llegó el mensaje de Aïda. Aun sin conocer el número, sabía que era de ella.
-Lo que faltaba, maldita sea.- sus amigos se volvieron hacia él para ver que ocurría.- Vamos al Original Cóctel, por favor.
-¿Ha pasado algo?- tal y como lo dijo, parecía importante.
-Las chicas están allí.- pese a saber que quizá habían tenido algún problema, el echo de que solo Carlos hubiese sido avisado tenía otra explicación. Aïda quería verle.
Él fue el primero en entrar, buscó con la mirada a la chica pero no la veía por ningún lado. Los otros dos entraron tras él y también miraron a ver si las localizaban. Finalmente localizaron a Annette, Silvia y Hannah en el centro de la pista bailando rodeadas de un montón de tíos, así que ambos fueron hacia ellas para apartar a los moscones.
Al verles, las chicas se sorprendieron, pero miraron y no vieron a Carlos, y pensándolo bien, Aïda había desaparecido hacia un rato, así que no era necesario pensar más.
-No sabía si vendrías. Olvidé poner de quien era el mensaje.
-No fue necesario. Lo presentí. Dime que pasa.
-Vayamos fuera.- el chico la siguió bajo la atenta mirada de los otros cinco.- Esta tarde he sentido algo extraño. No se como explicarlo, pero después de que nos despidiéramos, ya no tenía ganas de salir. Además, detesto como me queda la ropa.
-Yo te veo igual de impresionante que cuando te lo probaste.
-De eso quiero hablarte. No sé si sentirás lo mismo que yo cuando estamos juntos, pero quiero pedirte que si se hace más fuerte, te alejes de mí.
-¿Por qué me pides eso?
-Porque no estoy preparada para sentir tanto por nadie ni para que alguien lo sienta por mí.
-No me parece justo. No puedes controlar los sentimientos de todo el mundo ni tampoco los tuyos. El amor no se planea Aïda, surge, y es tan imprevisible que no podemos verlo venir. Es algo increíble que nos cambia por completo, no solo nuestra forma de ser o vestir, sino en general.
-Es ese caso, lo mejor será no vernos más. De ese modo, no ocurrirá.- ninguno de los dos reprimió las lágrimas, sin embargo, Aïda sabía que no podía darle nada y quería dárselo todo del mismo modo que lo quería él.
-Si es lo que quieres, no voy a decirte nada, pero quiero que sepas que lo que hemos pasado juntos para mí ha sido lo más increíble que podía sucederme y no te estoy hablando únicamente del sexo. Si tú quieres no intentaré siquiera un acercamiento, pero no te alejes de mí.
-Necesito pensarlo.
-Esperaré. Yo no sé que siento hacia ti, pero sea lo que sea, no quiero que termine, ¿me entiendes?- la chica asintió entre lágrimas. Carlos la estrechó entre sus brazos sintiendo como se deshacía por tenerla entre ellos. Cuando se sintió mejor, se liberó del abrazo, se puso de puntillas y le besó.- ¿Y esto?- preguntó asombrado.
-Es para darte las gracias.
-Está bien. Algo es algo.- miró hacia la puerta del local y se imaginó a los demás impacientes por saber que había ocurrido. Se acercaron a ellos y decidieron pasar lo que quedaba de noche juntos. Hannah presentó formalmente a Héctor y a Carlos a Annette y ellos le dieron la enhorabuena por el hecho de ser madre. Hannah estaba encantada, no solo porque todo iba bien, sino porque los amigos de Jason aceptaban y comprendían su situación.
Annette se acercó a Hannah y le pidió el número de Carl.
-Ya que sois todo parejitas, no voy a quedarme con las ganas.
-Me has convencido. Apunta. Seguro que le encanta que le llames.
-Espero que sí- salió fuera para poder oírle bien.
-¿Diga?- se oía mucho ruido de fondo. Seguro que estaba en algún local, porque la música sonaba fuerte.
-¿Dónde estás?
-¿Quién eres?
-Annette.
-Espera que no te escucho- se alejó de aquel ruido infernal y se encerró en el lavabo.- Dime.
-¿Dónde estás?
-En un sitio que no te recomiendo. Estoy cerca del puerto. ¿Dónde estás tú?
-Yo también. Estoy en el Original Cóctel.
-Vaya, estamos cerca. Quédate donde estás. Voy para allá.- la chica le esperó impaciente. Tenía tantas ganas de verle que casi no podía contenerlas. Cuando le vio abrirse paso entre la gente, no pudo evitar sonreír.
-Ya era hora. Si que has tardado.- Carl la miró con una sonrisa traviesa.
-Pero si me he peleado con el portero porque me bloqueaba el paso- por primera vez en mucho tiempo, Annette se rió con ganas.
-Si es así, te perdono. ¿Has venido a llevarme contigo?
-Si es lo que quieres, tengo el coche aquí al lado.
-¿Sabes qué?- no quería pensárselo. Decidió dejarse llevar.- Voy a despedirme y nos vamos.
-¿Lo dices enserio?
-Por supuesto.- le pidió que fuese a por el coche y la esperase en la entrada.
Ella iría a por sus cosas y se despediría de los demás.
-Nos vemos en un rato- Annette entró de nuevo, fue a reunirse con sus amigos y se despidió con una sonrisa.
-¿A dónde vas?- pero en sus ojos había la respuesta.- Ya entiendo. Que te diviertas.
-Lo haré. Hasta pronto.
-¿Qué le pasa a esta?
-Pues por lo que parece, se va a pasar una bonita velada con Carl.
-No puedo creer que vayan a terminar juntos.
-Eso nunca se sabe. Si aprende a lanzarse…
Cansados ya de tanto ruido, los seis optaron por irse de allí e ir a dar una vuelta por la ciudad.
Mientras caminaban tranquilamente, Jason y Hannah iban cogidos de la mano, Héctor y Silvia del brazo, y Carlos y Aïda hablaban un poco de todo.
Se detuvieron en un parque para mirar la gran fuente iluminada que había en el centro. Aïda no se lo pensó dos veces y entrelazó su mano con la del chico. Sabía que él la miraba de reojo, que estaba confundido, pero no dijo nada.
Pasearon durante un rato más, y mantuvieron sus manos unidas hasta que llegaron frente al coche de Hannah, y al despedirse, la besó suavemente en la mano y se fue, dejándola con el corazón palpitando con fuerza.


Tal y como había dicho, Carl la estaba esperando fuera. Les había dicho a los chicos que se iba, y ninguno de ellos preguntó. Se subió al coche y sonrió.
-¿Dónde quieres ir?
-¿Dónde quieres llevarme?
-¿Te dejarías llevar por mí?
-Claro- y lo decía en serio.
-Pues vamos.- no le preguntó a donde la llevaba, simplemente esperó que fuese una sorpresa. Carl conducía lentamente por una carretera que llevaba a un bosque a las afueras. Aparcó cerca de un claro y le pidió a Annette que se tapase los ojos. Cogió una de sus camisetas que llevaba en el asiento trasero para estar seguro de que no miraba.
La ayudó a salir del coche y le cogió la mano guiándola a cada paso que daban.
-Ten cuidado con los escalones- no le soltó la mano y le dijo que si estiraba la otra, podría sujetarse a la barandilla. Annette escuchó el ruido de unas llaves y una puerta que se abría y hacia mucho ruido. La piel se le erizó, pues había corriente y el fino vestido que llevaba no le tapaba demasiado. Carl le pidió que no se moviese y que sobretodo no se destapara los ojos. Poco después volvió con una manta que tendió en el suelo frente a la vieja chimenea, que encendió para calentar la habitación y volvió a desaparecer, para volver al momento con dos copas y una botella de champán.
Ayudó a la chica a sentarse y le destapó los ojos. Annette miró hacia todos lados, totalmente impresionada. Parecía la típica casita de leñador y era muy acogedora.
-¿Esto es lo que les haces a todas las chicas a las que secuestras?
-Eres la primera en venir, te lo juro.
-¿Hannah no vino nunca?
-No. De hecho, la compré hace muy poco. Nadie salvo tú sabe que la tengo.
-¿Así que este es tu modo de secuestrarme?
-Más o menos. ¿No me dirás que no es original?
-Si que lo es. Estoy encantada.
-¿Por qué quieres brindar?
-Por volver otra vez- se mordió el labio inferior esperando que aquello no le molestará, pero no fue así. Era todo lo contrario.
-¿Quieres que te la enseñe?
-Si- se levantaron y él le mostró cada rincón, completamente orgulloso de su casita y de poder compartirla con ella.- ¡Menuda cama!- era más grande que la de matrimonio que tenía ella en su pequeño apartamento.
-¿Quieres quedarte a dormir?- sabía que era atrevido, pero quería compartir aquello con ella.
-No sé Carl. Es un poco precipitado.- en realidad se moría de ganas. Deseó ser más como Aïda.
-Me portaré bien, y puedo dormir en el sofá si quieres.
-No he traído pijama ni nada.
-Puedes dormir con una de mis camisetas y mañana prometo llevarte a casa después de desayunar.
-¿Nada de lo que te diga hará que cambies de opinión, verdad?- él negó con un gesto de cabeza y sacó una camiseta del armario para que ella se cambiase tranquilamente mientras él salía de la habitación.- Ya puedes entrar.- tuvo que contenerse para no acercarse a la cama solamente para coger la almohada.
Cuando le deseó las buenas noches, Annette le dijo que no era necesario que durmiese mal. Que podían dormir juntos sin que ocurriese nada entre ellos.
-¿Estás segura de que no te importa?- no podía apartar la mirada de ella. Le encantaba como le quedaba aquella camiseta. Primero con aquel vestido y ahora con una de sus camisetas viejas de la universidad. Se pusiese lo que se pusiese, Annette siempre causaba el mismo efecto en él.
-Lo estoy- Carl se acostó junto a ella, apagó la luz y rezó para no tocarla durante la noche.
A la mañana siguiente despertaron uno en brazos del otro, conscientes de que no había ocurrido nada entre ellos pero que tarde o temprano, ocurriría.
-¿En que piensas?
-En Aïda y Carlos. ¿No te fijaste anoche que iban cogidos de la mano?
-La verdad es que no. ¿Quieres decir que están juntos?
-No lo creo, pero algo hay.
-Sea lo que sea, espero que ninguno de los dos lo pase mal.
-Esas cosas no pueden evitarse. Ocurren por algún motivo.
-¿Cómo cuando dos personas se quieren y deben estar juntas pase lo que pase?
-Si, algo así.- terminaron de hacer la cama y después de desayunar salieron a dar una vuelta.


-¿Qué tal has dormido?
-De maravilla. He pasado una noche muy tranquila.
-Me alegra que mi cama te reconforte tanto- pero ambos sabían que no era por eso, y ninguno de los dos mencionó el modo en que se levantaron. Todo se debía porque habían estado juntos.- ¿Te apetece desayunar?
-Depende de lo que me ofrezcas.
-¿Café y tortitas?
-Perfecto.
-Vístete tranquila mientras yo lo preparo todo- cuando Carl salió de la habitación, Annette cogió su celular para llamar a su amiga y contárselo todo, pero no había apenas cobertura. Al terminar de vestirse, fue al cuarto de baño a lavarse la cara y maquillarse un poco.
-¿Cómo va ese café?- preguntó acercándosele por detrás. Resultaba gracioso ver a un chico como él con delantal y cocinando.
-Ya casi está. ¿Las tortitas te gustan solas o con caramelo?
-Con caramelo, sin duda.
-Siéntate que enseguida estarán.
-¿No quieres que te ayude?
-Eres mi invitada. Deja que lo haga yo.
-De acuerdo. No insisto- no dejó de jugar con la servilleta mientras esperaba a que Carl terminara de cocinar. Hacia tanto que no disfrutaba de un desayuno como aquel, sobretodo porque ningún chico la había tratado nunca tan bien.- Esto está delicioso.
-Me alegra que te gusten. No sabía como me saldrían. Es un milagro que no se me hayan quemado.
-¿Hablas en serio? Cuesta creer que no te pases el día haciéndolas.
-Me gustaría, solo he de encontrar a alguien que se las coma.
-Si te sirvo yo, por mi encantada.- Carl sonrió. Él también estaba encantado con la idea.
Se sentaron uno frente al otro y desayunaron tranquilamente como cualquier otra pareja.


Aquella mañana, Carlos despertó confundido. No entendía a Aïda. Ella misma le había dicho que lo mejor era ser simplemente amigos y él lo aceptaba siempre y cuando pudiese estar con ella y no perderla, pero la noche anterior tras hablarlo, el hecho de que le cogiese de la mano le pilló por sorpresa. Se preguntó si no estaría jugando con sus sentimientos. ¿Cómo saberlo?
Mientras preparaba su taza de café diaria, pensó en la posibilidad de ir a buscarla y así aclarar sus dudas. Más tarde pensó que no le iría mal estar lejos de ella unos días.
Hacia tiempo que pensaba que debía hacerles una visita a sus padres y aquel era un buen momento. Aun le quedaban unos días de sus vacaciones antes de volver a la misma rutina de siempre.
Se vistió para salir un poco y decidir que hacer. Sin darse cuenta llegó al parque en donde habían estado la noche anterior. Se detuvo frente a la fuente y cerró los ojos, dejando su mente completamente en blanco, hasta que una voz le devolvió a la realidad.
-Supongo que en el fondo esperaba encontrarte aquí.- el chico se volvió y la observó allí, de pie junto a él, con un largo abrigo de pana que le llegaba hasta los pies, su gorro de lana por el que asomaban las dos trenzas que se había echo y los guantes.
-Necesitaba pensar.
-¿En que?
-Sobre lo que hablamos ayer.
-No puedo reprocharte nada. En realidad es normal que prefieras que no sigamos con esto- aunque ya se lo imaginaba, el dolor era mayor que el que se esperaba.- Si no quieres verme más lo entiendo.
Estaba dispuesta a dar media vuelta y volver por donde había venido, cuando Carlos le habló.
-Me voy unos días Aïda. Quizá nos vaya bien estar un tiempo separados. Han ocurrido demasiadas cosas desde que nos conocimos y creo que irme ahora, ayudará.
-¿Adónde irás?
-A ver a mis padres. Lo he estado aplazando pero ya no me quedan excusas.
-¿Cuándo volverás?
-Puede que a finales de la próxima semana. Aun no lo he decidido.
-¿Y si te pidiera que no te marcharás?
-No cambiará el hecho de que yo desaparezca unos días. No cambiará lo que siento o lo que sea que sientas tú.
-Eso nunca se sabe.
-Supongo que si no lo comprobamos no lo sabremos nunca.
-¿Cuándo te vas?
-Está tarde. Después de comer.
-Como quieras. Quería verte para hablar contigo pero no creo que este sea el momento.
-Dime que es.
-Quiero intentarlo.
-¿Cómo pareja?
-No.
-¿Quieres que seamos un rollo? ¿Solo sexo?
-No es eso. Deja que me explique.
-Te escucho.
-Quiero que seamos algo más que amigos pero no puedo implicarme de ningún otro modo. Quiero poderte coger la mano, y besarte. Quiero compartir cosas contigo.
-No sé si eso es lo único que quiero.- miró fijamente el agua y después a ella de nuevo.- Tengo que pensarlo.
-Esperare a que vuelvas.
-Tengo que irme- la chica se le acercó y le cogió la cara con ambas manos para acercarlo a ella y besarlo. A pesar de los guantes se la notó fría. Carlos no reaccionó y tampoco le devolvió el beso. Espero a que ella se apartara para darse la vuelta e irse.
Aïda le vio alejarse y se preguntó si Carlos aceptaría lo que le había propuesto. Regresó a su casa dando un paseo, y antes de llegar se detuvo en una gasolinera a comprar una tarrina grande de helado. Al llegar a casa, se puso el pijama, se tapó con una manta y se tumbó en el sofá, con el mando en una mano y el bote de helado en la otra e hizo lo que jamás había echo. Ponerse una película triste.
Cuando Silvia despertó y fue al comedor, quedó asombrada al ver a su hermana llorando a lágrima viva y hartándose de helado de chocolate. Cogió el teléfono sin que ella la viese y marcó el número de Hannah. Jason contestó tras la tercera señal.
-¿Diga?- consiguió decir antes de bostezar. A pesar de que hacía rato que se había levantado y que ya habían salido incluso a pasear, no había pegado ojo en toda la noche. No había dejado de darle vueltas a lo mucho que había cambiado su vida y a lo agradecido que estaba por ello.
-Soy Silvia. ¿Está Hannah?
-Si, espera- tras unos segundos que le parecieron eternos, la chica contestó.
-Dime.
-¿Puedes venir?
-¿Ocurre algo?
No sé que le pasa a mi hermana. Se puesto a ver películas tristes y a comer helado como una golosa. Está llorando como una niña.
-¿Y eso por que?
-No lo sé.
-Voy para allá. Y quítale esa película.
-De acuerdo. No tardes.
-¿Ha pasado algo?- al oírla hablar supuso que era importante.
-Creo que Aïda ha entrado en razón.
-¿Por qué?
-Es lo que voy a averiguar ahora. ¿Quieres venir?
-No creo que yo pueda hacer nada. Te acompañaré y después iré a ver a los chicos.
-Vale- cogieron sus cosas y bajaron al parking a por el coche.
Jason lo puso en marcha y fueron hacia la casa de las hermanas. Aparcó en segunda fila y la acompañó hasta el portal.
-Suerte con tus padres. Nos veremos más tarde en casa.- después de haber hecho las paces, Hannah le había entregado un juego de llaves por si ocurría cualquier cosa. Era la primera vez que hacia algo como aquello con un chico con el que hacia poco que salía. A parte de sus padres y hermana, las únicas personas que tenían llave de su casa eran Annette y Richard. Había tomado esa precaución por si le ocurría cualquier cosa. Sobretodo ahora que estaba embarazada.
-Hasta luego.- Jason sospechaba que el estado en el que debía encontrarse Aïda era por Carlos, y no pararía hasta descubrir lo ocurrido.
Hannah pensó que quizá en el fondo estaría bien, pero cuando la vio con sus propios ojos, no tuvo más remedio que admitir la realidad. Todo era por un chico.
-Aïda cariño, ¿qué tienes?- preguntó acercándosele.
-Nada.
-No va a servirte de nada que me mientas. ¿Qué ha pasado?- esta vez se volvió hacia su amiga y le habló con lágrimas en los ojos, salvo que ya no se debían a la película.
-¿Alguna vez te ha pasado que hayas dicho algo pero en el fondo no quisieras hacerlo?
-Muchas veces. ¿Eso es lo que te ha pasado?
-Me pasó ayer. Le dije a Carlos que quería que fuésemos amigos, nada más, pero después me arrepentí.- le contó lo que le había dicho unas horas antes al chico y lo que le respondió él.- Se marcha por mi culpa.
-Eso no es verdad.
-¿Qué puedo hacer?
-Deberías esperar a que vuelva y lo que no debes hacer es quedarte aquí encerrada a comer helado y a llorar. ¿Es que has olvidado que antes te burlabas de las personas que hacían eso? ¿Quieres ser una de ellos?
-No.
-Bien, entonces vístete y sécate las lágrimas que nos vamos a tomar algo.- Silvia respiró aliviada al ver que su hermana obedecía sin rechistar. Se alegraba de haberla llamado.

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