lunes, 5 de diciembre de 2011

Capítulo 09

Hannah durmió toda la noche pensando en la sorpresa que le esperaba a su chico cuando la viese en Italia, en cambio Jason, no pegó ojo en toda la noche. Detestaba la idea de dejar a su chica una semana entera. Pensó que si se volcaba en la empresa de allí, no lo notaría tanto. Estaba casi seguro de que ella haría lo mismo.
A la mañana siguiente, mientras Jason se duchaba, Hannah preparó el café y las tostadas, y cuando él salió, se duchó ella. Se vistieron y desayunaron tranquilamente. Iban bien de tiempo.
Cuando llegaron al aeropuerto se sorprendieron al ver a los demás allí, sobretodo porque Carlos estaba entre ellos, y nada menos que con Aïda.
-¿Estáis juntos?- los tres amigos se reunieron de nuevo.
-Estamos de aquella manera, pero no me importa. Estoy bien así.
-Me alegro mucho tío.
-Gracias. ¿Qué tal llevas la idea de irte?
-No demasiado bien. No he dormido en toda la noche. No le he dicho nada a ella porque sé que está haciendo un esfuerzo para no desmoronarse y evitar que me suba al avión.
-¿Necesitas algo?
-Tenéis que prometer que la cuidaréis. Sé que las tiene a ellas, y que tiene unos amigos que la adoran, pero quiero saber de verdad como está.
-No tienes que preocuparte por esto. Cuenta con ello.
-Gracias chicos.- cinco minutos después anunciaron que los pasajeros con destino a Italia fueran entregando los billetes por la puerta quince.- Ya es la hora. Cuidaos mucho.- se despidió de todos, pero cuando llegó el momento de despedirse de Hannah, el corazón se le hizo pedazos.
-Bueno forastero, no trabajes mucho allí.
-Te llamaré todas las noches. Lo prometo.
-Vale.
-Te quiero- le acarició el vientre y entonces le habló también al bebé.- Y a ti también. Cuida mucho de ella mientras yo no esté.
A pesar de que se lo había prometido, no pudo evitarlo. Las lágrimas prácticamente le salían solas. Intentó contenerlas en vano. No sirvió de nada.
Jason tuvo que hacer un gran esfuerzo por no romper el billete allí mismo y quedarse con ella.
-Vete ya. Por favor...- él asintió y fue hacia la puerta quince sin volverse a mirarla. Cuando se aseguró de que no volvía, se acercó al mostrador.- ¿Puede decirme cuando sale el próximo vuelo a Italia?
-Claro- miró en el ordenador y luego de nuevo a Hannah- Hay uno esta noche y el siguiente no sale hasta el miércoles.
-¿Puede darme uno para el de esta noche?
-Claro. Un momento- mientras esperaba, se volvió hacia los demás que la miraban llenos de curiosidad. Les sonrió y estos le devolvieron la sonrisa. Aquello explicaba muchas cosas. Jason se moriría cuando la viese allí.- ¿Perdone?- le dijo la recepcionista.- ¿Prefiere ventana o pasillo?
-¿Hay alguna posibilidad de que me seden y me despierte en Italia sin saber como he llegado allí?
-Me temo que no- respondió con una sonrisa.- Si lo prefiere, puedo ponerla entre dos personas.
-Lo prefiero. Gracias.
-A usted. Aquí tiene.- mientras se dirigían a la salida, Hannah les explicó a los demás lo que había pensado. Todos coincidían en que sin duda era una gran idea.
-¿Así que ya lo tenías todo pensado?
-Más o menos. Me quedaré en la casa del abuelo de Richard e iré a buscarlo para que se venga conmigo. Me parece que llegaré mañana por la mañana, así que iré a verle después de comer.
-¿Estás segura de esto? Tú detestas las alturas- Silvia estaba preocupada. No quería que después pudiera arrepentirse.
-Por eso es mejor si estoy entre dos personas. Seguramente estaré tan incómoda que no tendré tiempo de pensar que viajo a miles de metros del suelo. De todos modos, detesto más la idea de estar una semana sin él. Además, siempre he querido ver Italia, y en algún momento tendré que superar mis miedos.
-Es bonito ver que eres feliz otra vez. Saber que has encontrado a alguien que te quiere como a nadie.
-Todo el mundo lo encuentra en algún momento.
-¿Y si se encuentra y se pierde?
-Habrá siempre alguien que te quiera y pueda darte lo que necesitas. Solo tienes que dejarle.- le dijo, y miró a Héctor como referencia a lo último que había dicho.
-¿Irás a trabajar hoy?
-Si, quiero dejar listas unas cosas antes de irme.
-Vale. ¿A que hora sale el avión?- miró el billete y contestó.
-A medianoche.
-¿Te vienes esta noche a cenar a casa y luego te traigo hasta aquí?
-Claro. Allí estaré.
-Perfecto. Les diré a los chicos si quieren venir, si no te importa.
-Me parece genial.
-Vale. Hasta la noche.- la habían acompañado hasta el coche y esperaron a que arrancara para irse ellos también.
Hannah sospechaba que lo que le había dicho daría vueltas en su mente durante un buen rato. No podía decir que entendiese el dolor por el que había pasado Silvia con lo de Ángel, pero sabía por la propia experiencia de sus pacientes, que lo mejor era no mirar atrás. No podía pedirle que le olvidara, pero si que siguiese para adelante.
Hannah llegó a la oficina dispuesta a dejar todo el papeleo en orden por si la chica que la suplía a veces necesitaba algún historial.
Cuando salió del ascensor vio algo que le hizo sentir nostalgia, aunque no le sorprendió.
Carl acompañó a Annette hasta la oficina. Cuando Hannah les vio, se estaban despidiendo. Cuando su ex y ella se cruzaron, él le sonrió con complicidad y la besó en la mejilla.
-Qué tengas un buen día.
-Gracias. Tú también.
-Te llamaré.
-Está noche cojo un avión. Jason se ha ido a Italia esta mañana y yo me voy a medianoche para darle una sorpresa.
-No sabía que le habías perdido el miedo a las alturas.
-No lo he hecho.- a pesar de que Annette ocupaba su mente en todo momento y no olvidaría nunca lo ocurrido aquellos dos días, saber que Hannah afrontaría sus miedos por alguien a quien no hacia ni un mes que conocía, le trastornaba. Sabía que no lo habría echo ni por Jeremy ni por él. Debía querer a Jason más de lo que jamás querría a ninguna otra persona.
-¿Cuando volverás?
-Supongo que a finales de semana.
-Vale. Llama para avisar de que estás bien, por favor.
-Lo haré- abrazó a su amigo y se despidió.- Buenos días- nunca había visto a su amiga tan feliz.
-Buenos días. ¿Cómo estás?
-Bien. He venido a poner orden antes de irme.
-¿A dónde?
-A Italia. Me voy esta noche. Le daré una sorpresa a Jason y estaré con él toda la semana.
-Es verdad. ¿Ha sido muy dura la despedida?
-He tenido que fingir un poco. Nada más perderle de vista fui a comprar un billete para mí.
-Estoy segura de que va a caerse de culo.
-Eso espero porque me hace mucha ilusión.- y ya que hablaban de felicidad, Hannah aprovechó para preguntar que tal todo con Carl.
-¿Tienes tiempo para un café?
-Si- cuando se abrieron de nuevo las puertas del ascensor, apareció Steven como si le hubiesen apisonado.- Dios mío... ¿Estás bien?
-No. He tenido días mejores.- ¿cómo podía ser que ella no se hubiese dado cuenta de lo que sentía? Quizá estar un tiempo sin verla le iría bien, pero cada vez que lo pensaba se sentía peor.
-Luego me pasaré a verte si tienes un momento. Vamos a tomar un café y volvemos.
-Muy bien.- una vez a solas en el ascensor, Annette le dijo a su amiga lo que pensaba.
-Está claro que no lleva demasiado bien la idea de que te vayas.
-Estas delirando. Steven no me puso ninguna objeción.
-¿Y que iba a decirte? “Estoy enamorado de ti, por favor no vayas”
-Te ha dado fuerte con eso. Steven esta casado y ya sabes como es. -Me parece que no te quieres dar cuenta. Todos aquí saben que se casó porque no podía estar contigo. Porque sabía que tú jamás lo verías como a algo más.
-¿Crees que debería ir a hablar con él?
-Creo que lo mejor que puedes hacer es venir conmigo a tomarte el café y dejar a Steven con su tortura.
-Pero...
-No me repliques. Hazme caso. Si ahora vas a hablar con él será peor.
-Supongo- llegaron a la cafetería y se sentaron. El camarero ya las conocía. Venían todos los días y siempre pedían lo mismo, además, siempre ponía especial interés en ella. Le gustaban las pelirrojas, aunque no como todo el mundo creía.- Hola Patrick.
-Buenos días chicas. ¿Lo de siempre?
-Si- contestaron al unísono.
-Enseguida lo traigo.- se quedaron de nuevo a solas y entonces Annette empezó a contar lo ocurrido desde que se marchó el sábado por la noche con Carl. A cada palabra que salía de su boca, Hannah estaba más alucinada.
-Cada vez que me cuentas algo así pienso que no llegué a conocerle.
-¿Te molesta?- eso era lo último que quería.
-Para nada. Creo que el piensa lo mismo respecto a Jason. Bueno, sigue contándome. ¿Pasó algo?
-Le besé- le contó como ocurrió y lo que pasó a continuación.
-Eso es genial. Me parece increíble.- Patrick volvió con sus cafés y se marchó de nuevo.- He estado pensando. ¿Te parece si comemos juntas como despedida?
-Claro. Le diré a Richard que se venga.
-Perfecto. Tengo que preguntarle como llegar hasta la casa de su abuelo.
Poco después pagaron y volvieron al trabajo. Hannah se lió en su despacho y no se acordó más de Steven.
Este por su parte, la esperó durante toda la mañana. Cuando a mediodía vio que aun no había ido, se rindió. Ni siquiera él sabía lo que pretendía al querer que fuese a verle. Pensó en llamarla, pero ¿para que?
Se sentó en su silla, abrió el armario que había detrás de su mesa y sacó una botella de anís. Solo para emergencias, solía decir.
-Al fin y al cabo, amar a quien no te corresponde, es una emergencia- se dijo.- Salud- esta vez ni siquiera uso el vaso.


Después de pasarse la mañana archivando historiales, actualizando ficheros en el ordenador, tirando cajas y haciendo limpieza general, parecía otro despacho. Jason la llamó antes de irse a comer. Hacia diez minutos que había aterrizado y esperaba su equipaje.
-Voy a tener que comprarme una maleta nueva.
-¿Qué le pasa a la que tienes ahora?
-Pues que he visto tres iguales desde que salí del avión.
-¿Cómo ha ido el viaje?
-No me he enterado. Me he pasado todo el tiempo durmiendo. ¿Cómo te va a ti el día?
-Bien. He puesto orden en mi despacho y ahora es habitable. Iba a ir a comer con Annette y Richard. Esta noche cenare con las hermanas y los chicos.
-Ojala pudiese estar con allí con vosotros.
-Quizá cuando vuelvas.
-No veo el momento de volver.
-Pero si acabas de llegar. Además, me han dicho que Italia es precioso. Que es una ciudad muy romántica.
-¿Y de que me sirve saber eso si tú no estás aquí?
-Ya tendremos oportunidad de hacer un viaje antes de que nazca el bebé.
-Eso espero. Tengo que colgar nena. Ya he encontrado mi maleta. Voy al hotel y después a la oficina. Te llamaré esta noche.
-Vale, pero que no sea muy tarde. Quiero acostarme pronto.
-Como quieras. Hasta la noche cariño.
-Adiós- cuando colgó, Hannah respiró hondo. Había tenido que morderse la lengua para no decirle que pronto estarían juntos.
Salió del despacho dejándolo todo listo y fue a buscar a sus amigos. Los tres bajaron a la cafetería y volvieron a encontrarse con Patrick, que se declaró su camarero personal.
-¿A que hora sale el avión?
-A medianoche. Tienes que darme la dirección exacta para decírsela al taxista.
-No necesitas un taxi. William irá a buscarte. Era el chófer de mi abuelo.
-Pero llegaré muy pronto y no quiero molestar.
-Como muy pronto llegarás a las siete de la mañana, y a esa hora ya esta despierto. Le llamaré esta noche para decírselo. Conocerás el coche porque lleva las iniciales RSS en la puerta trasera.
-¿No les molestará que vaya, verdad?
-Para nada. Estarán encantados de que alguien tan importante para mi vaya a esa casa.
-Gracias otra vez por dejarme ir.
-No tienes que dármelas. Ves y sorpréndele. Disfruta de lo que Italia puede daros, que es mucho.
-No veo la hora de irme. Tengo tantas ganas de verle la cara que no puedo aguantarlas.
-Apuesto lo que quieras a que el pobre debe pensar que estás intentando reprimir la tristeza por no poder estar con él.
-Brindemos por las sorpresas- dijo Annette que hasta el momento no había dicho nada.
¿Así que se marchaba? Que lástima. La echaría de menos. Por lo menos tendría oportunidad de observar a los demás. Pensó a quien debía ver a continuación. Silvia era una buena opción. Ya iba siendo hora de acercarse a ella. Al fin y al cabo, era por ella por quien había empezado todo aquello.
Cuando Hannah llegó a casa para preparar el equipaje y avisar a todos de que se marchaba a través de un e-mail, recordó que había olvidado a Steven.
Le llamó antes de que pudiera olvidársele de nuevo. Primero probó suerte llamando a su casa, pero su mujer le dijo que no había vuelto aun. Al colgar, lo intentó en el teléfono móvil.
Tras la quinta señal, saltó el buzón de voz, y Hannah detestaba hablar con los contestadores.
-No puedo creer que tenga que terminar dejando un mensaje. En fin, solo quería darte las gracias otra vez y despedirme, pero no consigo hablar contigo.- tras una pausa añadió.- Siento no haber ido a verte. Me lié en el despacho y luego fuimos a comer y... Ya sé que no son excusas, así que perdóname. Hasta dentro de una semana.- y colgó.
Jason la llamó antes de que se marchara a casa de las hermanas. No pudieron hablar mucho rato, pero ella se tranquilizó al recordar que faltaban apenas unas horas para verle.
Por su parte, Jason estaba destrozado. Su voz sonaba tan cerca y en cambio ella estaba tan lejos que no podía soportarlo.
El día le había ido perfecto. La presentación había sido un éxito y los socios de Italia estaban encantados con él, e incluso comieron juntos y habían quedado también para cenar.
-¿Entonces te marchas ya?
-Si. No quiero hacerles esperar. Además, la casa está tan vacía...
-Si quieres que vuelva dímelo y cojo el próximo vuelo.
-No seas tonto. Es normal que nos pase esto el primer día.
-Eso ya lo sé. Es solo que no puedo evitar desear estar contigo.
-Tú haz lo que fuiste a hacer e intenta divertirte con la gente de allí. Solo faltan cuatro días para que vuelvas. Ten paciencia.
-Si te conociese mejor te diría que me escondes algo.
-Si me conocieses mejor, te creerías que estoy bien y que no me pasará nada.
-No quiero discutir contigo, además, tenemos que irnos.
-Ya hablaremos cuando vuelvas. Cuídate- y colgaron. Cuando Jason dejó el teléfono sobre la mesa, se cubrió la boca con una mano. ¿Qué les estaba pasando? Hannah no parecía querer que volviera.
La chica llegó a casa de sus amigas y ya estaban todos allí, pero no solo los cuatro que ya esperaba, sino también toda la pandilla.
Silvia le dijo que era justo eso lo que necesitaban para volver a ser los de antes. Asistieron todos los de la última vez, cuando Hannah anunció que estaba embarazada, y de nuevo, faltó Juan, lo que para ella supuso un alivio.
Llegó a emocionarse tanto que incluso lloró. Era lo mejor que podía pasarle, sobretodo después de la conversación con su chico.
Jeremy, que estaba a su lado, la abrazó de un modo protector e intentó tranquilizarla, y fue justo eso lo que terminó de desarmarla.
Tenerles allí a todos fue increíble y desde luego que en ningún momento se sintió sola. No pensó en nada en especial, hasta que llegó al aeropuerto. Al abrir su bolso para coger el billete, vio su teléfono móvil y recordó a Jason.
-Seguro que he metido la pata.
-No pienses en eso. La verdad es que quizá tengas razón, pero cuando llegues a Italia y te vea lo comprenderá todo.
-Es cierto. A estas alturas debería aprender a confiar.
-Un buen consejo. Deberías ponerlo en práctica.
Anunciaron la puerta de embarque y la chica se volvió hacia sus amigos para despedirse.
-Más que una despedida.... parece una concentración.- todos rieron pero sabían que lo que estaba a punto de hacer no iba a ser fácil. Hannah nunca había soportado las alturas. Apenas conseguía asomarse al balcón de su casa.
Una vez en el avión ya era otra historia. Aun estando entre dos personas no podía evitar sentir cierto miedo. Intentó mantenerse distraída. Se había traído con ella un libro que se estaba leyendo, pero no pudo concentrarse en él. A su derecha había una niña de unos diez años, que parecía mucho más asustada que ella.
Se llamaba Sally, y le contó que viajaba para ver a su madre que vivía en Italia, ya que hacía poco que se había separado de su padre.
Pese a la edad, parecía muy madura, sobretodo teniendo en cuenta la situación.
-¿Cuánto tiempo hace que se separaron?
-Cinco meses. Imagina que el tiempo que me paso yendo y viniendo. Aun así no termino de perderle el miedo a los aviones.
-Este es mi primer viaje en avión. Podemos consolarnos mutuamente, ¿te parece bien?
-Si. Gracias.
Sally aprovechó para contarle muchas cosas de Italia. Donde podía o debía ir. Hannah sabía que aquello les iría bien a las dos.
Cuando la azafata se les acerco para preguntarles si necesitaban una almohada, ambas miraron el reloj y sonrieron. Ya era de madrugada y ninguna de las dos tenía sueño. Estaban tan absortas en su conversación que no se dieron cuenta de que todos los demás pasajeros ya dormían, incluso el hombre que se sentaba con ellas.
-Quizá si debamos dormir un poco. Mamá quiere llevarme a patinar por la mañana, y sino duermo me quedare dormida sobre los patines. No quiero hacerla enfadar. Desde que ya no esta con papá que no parece la misma. Yo creo que cuando voy a verla hace un gran esfuerzo para que no me preocupe. La última vez que estuve con ella, me levanté una noche y la encontré viendo un viejo video de los tres y llorando.
-¿Tus padres hablan alguna vez?
Sally negó con la cabeza y miró a través de la ventana. Hannah sintió lastima por ella. Le apenaba verla de aquel modo, y se dejó llevar. La rodeó con un brazo y la abrazó hasta que ambas se durmieron.
Cuando la azafata las despertó al día siguiente para decirles que estaban a punto de aterrizar, ambas se sonrieron.
Al bajar del avión, Hannah no se sentía demasiado bien. Necesitaba comer algo urgentemente, además, le dolía mucho la espalda. Demasiadas horas en aquel asiento. Sin embargo, ver sonreír a Sally merecía la pena.
Fueron juntas a recoger el equipaje y se esperó hasta que la niña divisó a su madre. Se despidieron con un abrazo y Hannah le susurró que no se preocupara, que las cosas volverían a la normalidad algún día.
Sally simplemente asintió y le deseó suerte con su sorpresa.
Al salir por la puerta principal, vio allí mismo el coche de la familia de Richard y a un señor mayor con cara de muy buena persona que la esperaba apoyado en la puerta trasera.
El viaje hasta la casa no fue tan largo como esperaba, sobretodo porque William no dejó de hablar a lo largo del camino, algo que ella le agradeció por mostrarse tan amable.
-¿Qué desea hacer la señorita?
-Me gustaría darme una ducha y comer algo.
-Le diré al ama de llaves que le prepare algo ligero. Le enseñare su habitación.
-Muchas gracias por todo. Es usted muy amable.
-No me las de aun. Es todo un placer que haya venido. El señorito Richard me habló maravillas de usted.
-Es un buen amigo y una gran persona.
-Tengo entendido que usted fue el principal motivo por el que cambió.
-Supongo que le di un empujón.- William le sonrió y le enseñó donde estaba todo. Le dijo que en cuanto estuviera lista bajase a desayunar.
Cuando William la dejo sola, se puso frente al espejo y sonrió. Por fin estaba en Italia.
Tras ducharse y cambiarse de ropa, bajó al piso de abajo donde la esperaba el ama de llaves. La siguió hasta el salón donde la esperaba un gran desayuno.
-¿Todo esto es para mí?- preguntó observando la apetitosa ensalada de fruta, el zumo recién exprimido y el café humeante.
-¿Es demasiado?
-No. Está bien. Muchísimas gracias.
-Que le aproveche señorita.
-Gracias. ¿Podría decirle a William que viniese un momento? Necesito pedirle un favor.
-Ahora mismo señorita.- cuando el café y la mitad de la ensalada habían desaparecido, llegó el chófer.
-¿Me llamaba?
-¿Podría llevarme a la ciudad por favor? Hay alguien a quien quiero ver.
-El señorito Richard me informó de todo. En cuanto usted quiera, nos vamos.
-Genial. Me termino esto y quedamos fuera.- su idea principal era presentarse en el hotel a mediodía, de modo que primero visitaría un poco la ciudad, posiblemente haría unas cuantas compras y después le haría una visita a Jason.
Este la llamó cuando se encontraba en un probador peleándose con un conjunto de ropa interior.
-¿Diga?- respondió con un bufido.
-Buenos días cariño. ¿Dónde estás?
-En casa. Hoy iré a trabajar más tarde- improvisó.
-Lamento la discusión que tuvimos anoche.
-No te preocupes. Yo también estoy algo alterada con todo esto de que estés en Italia.
-Bueno, piensa que ya falta menos para vernos.
-No dejo de repetírmelo, créeme. ¿Qué harás ahora?
-Voy al hotel a darme una ducha y después comeré allí.
-¿Solo?
-Desgraciadamente, mi novia no ha venido conmigo, así que no me queda más remedio.
-Te compensaré cuando vuelvas.
-Más te vale. He de colgar. Te llamaré más tarde.
-Esperare impaciente.
Tras colgar y deshacerse de aquel conjunto tan aparatoso, volvió a vestirse y salió cargada con bolsas.
William la miró con una sonrisa. No la conocía, pero le gustaba como persona.
-Por favor, no me dejes comprar más.
-Lo prometo. ¿Es la hora?
-Si. Ya podemos ir al hotel- abrió la puerta delantera y esperó a que William se pusiera frente al volante. Al salir de la casa habían acordado que se sentarían uno al lado del otro.
Una vez frente al hotel, Hannah se volvió hacia William.
-¿Qué tal estoy?
-Está usted preciosa, si me permite decírselo.
-Se lo permito.
-¿Necesita que les espere aquí?
-No hace falta. Gracias por acompañarme.
-Ha sido un placer. Si al final quiere que venga, este es el número del coche- dijo entregándole una tarjeta.- Llámeme y vendré a buscarles.
-Lo haré solo si es necesario.
-Me parece bien. Aprovecharé para hacer unas compras y llamaré al señorito Richard para decirle que ha llegado usted entera.
Cuando entró en el vestíbulo del hotel, respiró hondo y de camino al mostrador, vio a su chico salir del ascensor. Se escondió tras una columna y esperó a que entrara en el bar-restaurante para ir tras él.
-¿Puedo ayudarla señorita?
-He venido a darle una sorpresa a mi chico. Jason Martín.
-Sígame por favor.
-Déjeme la carta. Trabajé como camarera cuando iba a la Universidad.
-Aquí tiene. Está ahí, junto a la ventana.
-Muchas gracias. Te lo agradezco.
-No me las de. Ya me gustaría que mi novia hiciese esas cosas.
-Nunca se sabe.- le sonrió y se acercó a su chico.- ¿Puedo tomarle nota ya señor?
-¿Qué me recomienda?
-¿Qué tal un beso?- Jason levantó la mirada de la carta y se volvió hacia ella.
-Díos mío...
-Hola cariño.- el chico se levantó para abrazarla y besarla. No podía creerse que estuviese allí.
-¿Qué haces... que haces aquí?
-Pensé... que no querrías comer solo.
Se sentaron uno frente a otro y Hannah le contó toda la historia.
-Me costó mucho no decirte nada.
-Ahora empieza a encajarme todo. Por eso me parecía que a ti no te importaba que me hubiese marchado.
-Quería engañarte. No podía dejar que sospecharás nada.
-Te salió bien. Por poco vuelvo a casa. Me faltó poco.
-Me alegra que no lo hicieras.
Comieron tranquilamente disfrutando de su mutua compañía.
Subieron a la habitación para recoger las cosas del chico e ir a casa del abuelo de Richard, aunque antes de irse se dejaron llevar por aquellos dos días que habían estado separados.
-Es curioso lo que se hace por amor, ¿no te parece?
-¿Qué quieres decir? ¿Qué clase de cosas?
-Pues como superar los miedos. Nunca me había subido a un avión porque me aterran las alturas.
-Me encanta que lo hayas echo por mí. Cuando tuvimos aquella pequeña discusión por teléfono, temí que las cosas se enfriaran. No quería perderte.
-No creo que debas preocuparte por eso.
Al final si que llamó a William, quien seguía por los alrededores y fue a buscarlos encantado.
Una vez en la mansión, Jason se quedó alucinado. Sabía que la familia Richard tenía dinero, pero no esperaba encontrarse con semejante caserón. De echo, la casa que el chico tenía en la ciudad era un apartamento normal y corriente y bastante sencillo, claro que disponía de un gran jardín y una enorme piscina.
Los días les pasaban volando. Cada mañana Jason iba a la ciudad para trabajar, pero después, al regresar a casa, dedicaba todo su tiempo a su chica. Le encantaba estar con ella, y hacerla sonreír.
Decidieron quedarse también el fin de semana y volver a casa en el avión que salía el domingo a media tarde.
El sábado se pasaron prácticamente toda la mañana en la cama hablando, haciendo el amor, sintiéndose el uno del otro.
Por la tarde, salieron a pasear por el jardín, visitaron la ciudad, cenaron fuera.
Durante la cena, Hannah quiso preguntarle si quería asistir con ella a la boda de Allison. Esperaba que aceptara porque sino...
-Hace tiempo que quería pedirte algo pero con todo lo que ha pasado la verdad es que se me olvidó.
-Dímelo ahora entonces.
-Dentro de un par de meses tengo una boda a la que asistir. Se casa una de mis pacientes y amiga, Allison.
-¿Me estás pidiendo que vaya contigo?
-Si.
-Me encantaría.
-No sabes el peso que me quitas de encima.
-¿Y eso por qué?
-Allison quería emparejarme con uno de los amigos del novio.
-¡Eso nunca! Eres mi chica.
-Cierto. La llamaré en cuanto volvamos para decírselo.
Y llegó el día en que tenían que irse.
Les apenaba tener que marcharse, pero en algún momento deberían volver a casa y quizá ese era un buen momento.
Hannah apenas abrió los ojos en todo el viaje, eso sí, no soltó la mano de Jason en ningún momento.
Llegaron a su casa pasada la medianoche. Parecía tan pequeña en comparación a la del abuelo de Richard, sin embargo, era agradable volver a estar allí, poder disfrutar de su cama y de sus cosas.


Las semanas pasaban como si nada, y cada vez el embarazo era más visible, por lo que ya todo el mundo, estaba al corriente, incluso Juan, quien se entero al escuchar hablar a sus hermanos de ello.
Ninguno de los dos supo que decirle cuando les echó en cara que se lo hubieran ocultado.
-Hannah debía decírtelo, pero estoy seguro de que no encontró el momento.
-Para ser el hermano mayor eres bastante inocente. No vais a engañarme.- y se fue.
Ninguno de los dos presentía nada bueno. Estaban seguros de que Juan se vengaría a su modo.
¿Qué era lo que debían hacer a continuación? ¿Avisar a los demás?
No querían preocuparles. Lo mejor era que ellos mismo vigilaran de cerca a su hermano, y si en algún momento veían que no podían encargarse de ello, pondrían sobre aviso a la pandilla.

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