viernes, 2 de diciembre de 2011

Capítulo 06

A la mañana siguiente, cuando despertó, se sentía mejor, con fuerzas para afrontar lo que ocurriese.
Se ducho, vistió y arregló para ir a la oficina. Cuando llegó Annette, la encontró radiante. No parecía la misma que el día anterior.
-¿Qué te ha pasado? ¿Te han abducido y eres otra persona?
-Quizá, pero no entremos en detalles. ¿Qué tengo para hoy?
-Nada. Al parecer, la mayoría de tus pacientes se marcharon ayer al ver que no estabas.
-Joder, que flipe. ¿Algo más?
-Si, llamó Allison para preguntar como estabas y de paso saber con quien ibas a ir a la boda. Creo que tiene pensado presentarte a un amigo de Ryan.
-Voy a llamarla, aunque tendrá que esperar una semana para saber la respuesta.
-¿Por qué ese tiempo?
-Jason se marcha el lunes y no volverá hasta el domingo. Aprovecharé mientras esté fuera para tomar una decisión.
-No estás siendo justa. Tiene derecho a saberlo antes de marcharse.
-Tienes razón, pero al menos esperaré a haber hablado con Jeremy y Rachel.
-Es mejor así. ¿Quieres un café?
-Claro, y de paso un informe de lo que pasó ayer desde que os fuisteis del hospital.
Annette procuró no dejarse ningún detalle y Hannah escuchaba alucinada. No podía creer que le estuviese hablando del mismo Carl que había tardado seis años en declarársele.
Cuando empezaron a llegar los demás, Annette regresó a su puesto y Hannah se encerró en su despacho hasta la hora de irse.
-Pase lo que pase, llamaré después de comer.- le dejó un recado a Annette para Steven. En él decía que finalmente había ido a trabajar y que estaba bien.
-Suerte.
Antes de irse había llamado a Allison, pero dejó el mensaje en el contestador. Un mensaje simple: <<Ally, soy Hannah. Ni se te ocurra. Posiblemente tengo con quien ir. Un beso>>.
Le sorprendió ver que ambos ya estaban allí cuando ella llegó.
-Hola.
-Hannah, ¿Qué pasa?
-Esto es muy importante, por eso quería que estuvieseis los dos- cuando la camarera se acercó, los tres pidieron el menú del día, y las bebidas. La chica esperó a que se marchara con el pedido para volver a hablar.- Ya sabéis que ayer estuve en el médico porque hacia días que no me encontraba bien.
-Si, y Annette dijo que era anemia. No lo es, ¿cierto?
-Cierto.
-¿Es grave?- preguntó Rachel que aun no había dicho nada. A pesar de que era la ex novia de su chico no quería que le pasara nada malo. En el fondo, la admiraba.
-No, no lo es.- no sabía como pronunciar las palabras. Cada vez que lo pensaba se le hacia un nudo en la garganta. Esperó a que la camarera volviese a marcharse tras dejar los platos y las bebidas y continuó.- Estoy embarazada, y es tu eres el padre.
La noticia cayó como una bomba. Ninguno de los dos sabía que decir. Se esperaban cualquier cosa, menos eso.
-¿Quieres que volvamos? ¿Es eso?- Rachel sintió pánico al oír aquello. No podía perder a Jeremy. Era lo único que tenía. Sus padres habían muerto en un accidente de tráfico hacia apenas cuatro años y no tenía más familia.
-No, jamás te pediría eso- sonrió al ver la expresión de alivio de ambos.- Solo quiero saber si te haces responsable. Quiero tenerlo y no me importa si tiene que ser sola.
-No puedo desentenderme Hannah. También es mi hijo, y te ayudaré en lo que necesites.
-Gracias- Rachel la admiró aun más por aquello. Siempre pensó que era una mujer fuerte, pero ahora podía comprobarlo por si misma.
-¿Lo criarás sola?
-No lo sé. Supongo que todo depende.
-¿Qué hay de ese chico? ¿Lo sabe?
-Se lo diré está noche. Quería que vosotros fueseis los primeros.
-¿Cómo crees que se lo tomará?
-No tengo ni idea, y eso es lo que más miedo me da.
-No te preocupes, seguro que todo saldrá bien.
Jeremy se alejó un momento para vaciar las cañerías, y entonces Hannah aprovechó para hablar con Rachel a solas.
-Gracias por cuidarle tanto.
-No tienes que dármelas. Él es quien cuida de mí.
-Nunca le había visto tan feliz, te lo digo de verdad.- compartieron una sonrisa de complicidad.
-¿Me dejarás que le compre cositas al bebé?
-Por supuesto. Estás en tu derecho.
-Siempre te he admirado, ¿lo sabías?
-¿A mi? ¿Por qué?
-Eres lista, guapa, fuerte y lo tienes todo.
-No soy tan fuerte como crees, pero no tengo más remedio. No puedo permitirme hundirme y la verdad es que últimamente he tocado fondo.
-Pues yo creo que tienes una fuerza que no había visto nunca en nadie.
-Gracias.
-Gracias a ti por permitirme estar con él.
-¿De que estáis hablando?- preguntó el chico cuando regresó.
-De ti- Hannah le guiñó un ojo a Rachel mientras bebía un poco de agua y ésta se rió ante la expresión de confusión del chico. Parecía mentira que después de lo ocurrido, se llevaran tan bien.


Hablar con Jason iba a ser más difícil de lo que había sido hacerlo con su ex y la novia de éste. Hannah pensó que lo mejor que podía hacer era no pensar en lo que podía ocurrir. Lo único que podía hacer era vivir aquella con la mayor tranquilidad de la que fuese capaz y aunque la reacción de Jason afectaría al futuro, era consciente de que si se preocupaba, sería peor.
En cuanto se despidió de la pareja, se subió al coche y fue a comprar algo para cenar.
Compró para hacer algo de sopa y bistec de segundo. Mientras pagaba, recordó que debía hablar con Richard y contarle la verdad.
Fue a su casa y empezó a preparar el caldo, y al mismo tiempo que pelaba y cortaba verduras, cogió el inalámbrico y marcó el número de la oficina.
-Planta de psicología, buenas tardes.
-Annette soy yo. ¿Puedes localizarme a Richard?
-Ha salido a comer. ¿Quieres que le diga que te llame?
-Me basta con que le digas que tengo que hablar con él. Cuanto antes mejor.
-Lo haré. ¿Cómo ha ido todo?
-Muy bien. Se hace responsable y ambos están encantados con la noticia.
-Me alegro. ¿Y Jason?
-Al final se lo diré está noche. No creo que pueda esperar más tiempo para hacerlo.
-Buena decisión. Steven me ha dicho que como estaba seguro de que hablaríamos, te dijese que te tomases el resto de la semana libre.
-¿Se ha vuelto loco?
-Creo que hace tiempo que lo está. De todos modos puedes estar contenta, que más quisiera que mi jefe fuese así de bueno conmigo.
-Steven también es tu jefe.
-Pues no parece la misma persona. Además, Steven no está enamorado de mí.
-Tampoco lo está de mí.
-Si tú lo dices… Disfruta de tus mini vacaciones y suerte está noche.
-Menuda imaginación tienes. Cuelgo ya.
-Adiós.
Siguió con lo que estaba haciendo. Aquel día había refrescado y en las noticias habían dicho que la noche sería muy fría.
Cuando lo tuvo todo en la olla a presión, la llenó de agua y la puso al fuego. Decidió que se daría un baño tranquilamente mientras se iba haciendo, así que se llenó “la piscina” como diría Jason, dejó el inalámbrico cerca e intentó relajarse.
Prácticamente lo había conseguido cuando el teléfono la medio despertó. Contestó con voz somnolienta.
-¿Si?
-Hola guapa- Juan no había podido evitar llamarla. Mientras hablaban, oía el ruido del agua. Se la imaginó dentro de la bañera, imagino su suave piel desnuda sin nada más que cubriera su cuerpo salvo, quizás, la espuma.- Me han contado lo que te pasó. ¿Estás mejor?
-Si. Mucho mejor. Gracias por preguntar. ¿Qué tal tú?
-Bien. Recordando viejos tiempos. Cuando íbamos al instituto, por ejemplo.
-Fueron días especiales. Hubo de todo.- fue cuando él se enamoró de ella. Se llevaban apenas cinco años.
-Cierto. Tendríamos que quedar un día de estos, como hacíamos antes. Podríamos salir de fiesta el sábado.
-Estaría bien, y me encantaría, pero este sábado ya he hecho planes con las chicas. Saldremos solas.
-Vaya- malditas hermanas. Siempre pasaba igual. Estaba seguro que por culpa de ellas, Hannah casi nunca salía con la pandilla.
-Pero podemos quedar más adelante.
-De acuerdo.
-Tengo que colgar. Voy a salir de la bañera y no quisiera resbalar.
-Vale. Te llamaré.
-Hasta pronto.
-Eso espero.
Cuando Juan colgó tuvo un presentimiento. Algo le pasaba a Hannah. Había tenido la impresión de que no quería hablar con él y que intentaba que la conversación no se alargara demasiado. Tenía que averiguar que estaba ocurriendo. Se preguntó si la pandilla le escondía algo más, como lo de Carl.

Mientras Hannah se vestía, recibió otra llamada. Esperaba que no volviese a ser Juan. Desde que había vuelto de viaje que sentía que había algo que no le gustaba en él. No podía explicar el que, pero no quería tenerle cerca y menos aun estar a solas. Le sabía muy mal porque era un buen chico y siempre se había portado bien con ella, de hecho, incluso llegó a pensar que quizá él sentía algo más, pero no tenía ninguna prueba.
-¿Diga?
-¿Qué pasa?
-Por fin, ¿Puedes venir?
-¿Ahora?
-Si.
-Voy para allá. Hasta ahora.- no cabía duda de que era un buen amigo, y aunque al principio no era más que un niño mimado y prepotente, era evidente que había madurado y que lo único que quedaba de aquel Richard, era una mansión en Italia y la fortuna que su abuelo le dejó al morir.
Por desgracia, el padre de Richard seguía arruinado. Lo perdió todo en una mala inversión, y no solo le costó su dinero, sino también su familia.
Richard lo había heredado todo al demostrarle a su abuelo que nunca sería como su padre. Que había cambiado y que por fin tenía una familia y unos amigos de verdad.
El chico llegó en menos de media hora. Nada más salir del ascensor, se olía lo que ella estaba cocinando. Llamó al timbre y esperó a que ella abriese.
-Hola. Pasa.
-¿Por qué tanta prisa? ¿Has atracado un banco o que?
-Deberías sentarte.
-¿Es por lo que te dijo el médico?
-Si. No quiero que te asustes porque no es nada malo, pero si que es grande e importante.
-¿Y que es?
-Voy a tener un bebé de Jeremy. Estoy embarazada de tres semanas.- al principio creyó que mentía, pero al ver que seguía igual de seria esperando una reacción por su parte, se puso serio también.
-¿No es broma?
-No. Sé que sabes que hay alguien en mi vida. Rachel y Jeremy me
aconsejaron que hablase con él cuanto antes porque el lunes se va de viaje y volverá en una semana. Se lo diré esta noche.
-¿Qué dijo Jeremy? ¿Y su novia?
-Creo que les hace la misma ilusión que a mí. Jeremy quiere compartir gastos conmigo y ella ha sido muy amable. Se nota que se quieren mucho y que son felices.
-¿Tú lo eres?
-Si. No voy a negarte que me aterra la idea de que al enterarse, Jason desaparezca de mi vida, pero es algo que siempre he deseado y no voy a renunciar a ello.
-Si no lo acepta, es que no es para ti.
-Pues si Jason no lo es, entonces es que no hay nadie para mí, porque es un cielo conmigo y yo sé que me quiere.
-Es mejor no pensar en eso. Disfruta del tiempo que os queda y si después resulta que no quiere estar junto a ti, al menos tendrás el recuerdo de que viviste con a su lado cosas muy lindas.
-Gracias.
-De nada.- dijo él atrayéndola contra su cuerpo para abrazarla.- Todo irá bien, tranquila.
Finalmente llegó el momento en que Jason llamó a su puerta. Richard se había marchado no hacia mucho. Hannah sentía que le temblaba todo el cuerpo y por un momento tuvo la necesidad de fingir que no estaba, pero comprendió que si lo hacia, no sería justa con ninguno de los dos.
Tomó aire antes de abrirle y sintió ganas de llorar en cuanto le vio aparecer tras un gran ramo de orquídeas blancas.
-¿Cómo sabías que eran mis favoritas?- preguntó fascinada.
-No lo sabía. Fui a la floristería y cogí las que más me recordaban a ti. Tenía mis dudas, pero ahora me alegro.
-Y yo. Quiero hablar contigo de algo. Es muy importante.- él la besó antes de quitarse la chaqueta y dejarla sobre el perchero.
-¿Ha pasado algo?- la miró preocupado.
-Cenemos primero y después te lo cuento.
-Vale- mientras se lavaba las manos, se preguntó si lo que tenía que decirle tendría algo que ver con el extraño comportamiento del día anterior.- Que bien huele… Hace tiempo que no como caldo casero.
-He pensado que como hacía frío, nos iría bien.
-Estoy de acuerdo.- durante la cena, la notó especialmente callada, además, apenas comió nada. Cuando sirvió el segundo plato, no aguantó más y le pidió que le contara lo que ocurría.
-Es que me da miedo. No sé como vas a reaccionar.
-¿Tan terrible es?- ¿y si había otro? Se obligó a si mismo a no pensar en esa posibilidad.- Cariño, no puede haber nada de ti que no me guste. No importa lo que sea porque te quiero, ¿entiendes?
-¿Incluso si te digo que voy a tener un hijo de Jeremy?
-¿Qué has dicho?
-Estoy embarazada, y es de Jeremy- al ver que no reaccionaba, prosiguió- Eso fue lo que me dijo el médico. No sabía como decírtelo.- En lugar de contestar, Jason se levantó, cogió sus cosas y se marchó.
Hannah se quedó destrozada. Escondió la cara entre las manos y se desahogó.
Antes de acostarse, encendió el ordenador y les mando un correo a todos. Sabía que a primera hora tendría respuesta de cada uno de ellos. Ya iba siendo hora de contarles la verdad.
Les pidió que fueran a su casa a cenar el viernes. Esperaba que pudieran ir.

A la mañana siguiente, Hannah se negó totalmente a tomarse la semana libre. Se levantó y fue a trabajar. Cuando Steven llegó a primera hora y la vio en su despacho, esperándole, sintió que algo no iba bien.
-¿Hannah? ¿Qué te pasa?
-No podía quedarme en casa.- él abrió la puerta de su despacho y le pidió que entrase con él.
-Siéntate y cuéntame lo que ha pasado.- pero no pudo. Estaba demasiado cansada, demasiado dolida y rompió a llorar. Steven se apresuró a correr a su lado para prestarle su apoyo.- Por favor, no llores…- le rompía el alma verla así. Quizá en el fondo Annette tenía razón. Estaba enamorado de ella, y se casó con una mujer a la que nunca amaría porque sabía que Hannah jamás podría corresponderle.
Recordó el día de su boda. La invitó para al menos estar con ella de algún modo, pero no contó que Jeremy estaría también allí, y fue insoportable para él no poder verla sola y poder acercársele sin que él también estuviese a su lado.
Hacia tiempo que solo pensaba en como sería besarla, en sentir su pelo enredándose entre sus dedos.
Se obligó a si mismo en no pensar en ello, e intentar que ella le contase lo ocurrido.
-Voy a tener un bebé- a pesar de las lágrimas, sonrió, lo que terminó de matar a Steven.- Es de Jeremy.
-Yo creí que habíais roto.
-Y es verdad, pero me ayudará con todo lo que necesite.
-Eso está muy bien.
-Si.
-¿Cuál es el problema entonces?
-Que anoche se lo dije al chico con el que estoy…- se detuvo un momento al darse cuenta de lo que iba a decir y se corrigió.- con el que estaba saliendo, porque se fue tras decírselo.
-Es una noticia un poco fuerte. Es normal que le haya cogido por sorpresa.
-Supongo que tienes razón. No quiero hacerme ilusiones y pensar que llamará a mi puerta pidiéndome que quiere ser un padre para el bebé porque es eso lo que más deseo en el mundo.
-¿Quieres saber mi opinión?
-Claro- se secó las lágrimas y le miró.
-Si es incapaz de afrontar algo así por la mujer a la que quiere es que no te merece. Eres una persona increíble y a estas alturas deberías ser la primera en creértelo. Te mereces a alguien mucho mejor.- la miró fijamente a los ojos, observando su reacción y cuando juntó el valor suficiente para lanzarse y besarla, sonó el teléfono, avisándole de que tenía una visita.
-Debería irme. Debes estar ocupado. Gracias por escucharme.- y
se fue, dejándole allí, sin saber como reaccionar.

No supieron nada él uno del otro en varios días. Pasaban las horas trabajando sin parar, intentando no pensar en lo que les había pasado. En el trabajo y los amigos se preocuparon, pues ninguno de los dos era capaz de explicar lo ocurrido. Finalmente llegó el viernes.
Jason pensó mucho en ese tiempo. En realidad, todo lo que quería estaba allí, ¿Entonces porque había salido huyendo?
Nunca podría perdonarse el hecho de perder aquello que tanto deseaba. Amaba a Hannah más que nada en el mundo, y le encantaba la idea de tener un hijo con ella, solo que no esperaba que fuese de otro.
Desde que despertó a la mañana siguiente de la cena que no había dejado de pensar en ello, a pesar de intentarlo. No sabía que podía hacer.
Se había acercado al portal de ella, pero no se atrevió a llamar, y si descolgaba el teléfono para llamarla, se lo pensaba dos veces y colgaba antes de que diese señal.
La vio a lo lejos un par de veces, y la veía tan mal como cuando se miraba a si mismo en el espejo.

Volviendo al viernes, se encontraron en el centro comercial, en el mismo pasillo. En el que había todo para el bebé.
-¿Qué haces aquí?
-Necesitaba algunas cosas.
-No creo que en este pasillo haya nada para ti.
-Podría decir que tienes razón, pero tengo justo delante lo que quiero- Hannah sintió una punzada en el corazón. Aun después de lo mal que lo había pasado aquellos últimos tres días, no podía negarse a si misma lo mucho que le quería.
-¿Por qué me haces esto? Primero sales corriendo y ahora quieres estar conmigo. Sigo embarazada de Jeremy. Las cosas no han cambiado y no lo harán.
-Tampoco lo que sentimos. No me importa que vayas a tener un bebé cariño, ni tampoco que sea de él. Lo único que quiero es estar contigo y cuidar de ambos.
-No sé que decir…
-No me lo puedo creer- ambos rieron- Di solo que me perdonas por haberme portado como un capullo y que estaremos juntos.
-Tú sabes que es así, pero en este momento no me siento yo misma. No sé si debería reír o llorar.
-Piénsalo y llámame cuando lo hayas decidido. No tengo prisa. Mis sentimientos no van a cambiar.
-Lo pensaré- cuando estaba a punto de irse, se detuvo al lado de ella y la besó suavemente cerca de los labios.
-Te quiero- y se alejó, dejándola allí, inmóvil, temblando de pies a cabeza. Se rozó los labios con los dedos y sonrió. Yo también te quiero, pensó.


Antes de irse a casa, Jason pasó por la floristería, pero está vez fue un hombre él que le atendió. Buscó las orquídeas blancas, pero no las veía por ningún sitio.
-¿Puedo ayudarte en algo chico?
-El otro día vine a comprar orquídeas blancas, pero ahora no las veo. ¿Se le han acabado?
-No. Las tengo en el almacén. Las estaba arreglando un poco.
-Gracias a Dios.- el hombre sonrió. La persona a quien le iba a regalar aquella flor debía de ser muy especial. Entró en el almacén y cogió la más bonita y grande que tenía. Cuando el chico la vio, quedó impresionado. Estaba seguro de que a Hannah le iba a encantar.
-Tienes buen gusto con las flores. No son unas flores que le gusten a todo el mundo.
-Bueno, es una chica especial. Además, dijo que eran sus favoritas.
-Mi hija Hannah opina lo mismo. Cree que son las flores más lindas del mundo.
-¿Ha dicho Hannah?
-Si, es mi hija mayor.- no podía ser que fuese ella, ¿o si?
-Disculpe la pregunta, pero ¿su hija vive en los edificios que hay tras el colegio público?
-Pues si, has acertado. ¿Por qué?
-Las flores, son para ella.- al principio pensó que el hombre se sentiría incómodo, pero no fue así. Al contrario.
-Me alegra de que tenga a alguien que se preocupe por ella y de que esté pendiente de lo que le gusta y de lo que no.
-Para mí es lo más importante, y no se lo estoy diciendo porque sea usted su padre. Las flores son para que me perdone por haber sido un egoísta y un imbécil.
-Estoy seguro de que sea lo que sea lo que has hecho, te perdonará. Hannah es así.
-Perdona pero no olvida.
-Más o menos. Ya la irás conociendo.
-Gracias, me ha animado mucho señor…
-Llámame Joseph.
-Encantado. Yo soy…
-¡Jason!- Hannah acababa de entrar por la puerta. Su padre aprovechó que no le miraba para esconder las orquídeas.- ¿Qué haces aquí?
-He venido porque…
-Quería agradecerme que le aconsejaran tan bien por las flores del otro día y hablando ha descubierto que eres mi hija.
-Vale- la chica pareció conformarse con aquella explicación.- En realidad venía a decirte que avisarás a mamá porque el domingo iré a comer a casa.
-Se lo diré- Hannah se acercó a su padre, le besó en la mejilla y se despidió.
-Hasta el domingo. Te quiero- antes de desaparecer por la puerta se volvió a mirar a Jason.- Ya nos veremos, supongo.
El chico la miró abatido mientras se alejaba. Empezaba a pensar que ya no había vuelta atrás. Quizá Hannah nunca le perdonase. No sabía que podía hacer si fuese así.
Joseph miró al chico con curiosidad. ¿Qué habría echo para que su hija estuviera tan enfadada con él? Se preguntó si Brittany sabría algo.
-Esto no va bien. Me detesta.
-No digas eso. Seguro que se le pasará. Dale tiempo.- volvió a poner el ramo sobre el mostrador, y después sacó una tarjeta del cajón.- Toma. Dile lo que sientes y todo irá bien.
-Está bien. Usted la conoce mejor que yo. ¿Cuánto le debo?
-Nada. Te la regalo.
-No es necesario.
-No lo hago porque sean para Hannah., sino por lo que significa que se la regales.
-Si las acepta, significaría que me perdona. Si me las tira a la cabeza…
-Si es una chica inteligente, y lo es, te perdonará.
Tras darle de nuevo las gracias, Jason se marchó a su casa. Guardó las cosas que había comprado y después se sentó frente a las flores y la tarjeta.
Pensó detenidamente en lo que debía escribir. Quería que fuese especial. Finalmente le hizo caso al padre de la chica y escribió con el corazón.
Esperó hasta después de comer para acercarse a su casa. Llamó a un timbre para que le abrieran y poder dejar las flores frente a su puerta. Puso la tarjeta en un lugar vistoso y se fue, esperando a que ella las viese pronto.


Por la tarde, Hannah salió hacia el trabajo, después de dejar la compra en casa y comer algo, para atender unas visitas que tenía pendientes y después volvió a casa para preparar la cena de aquella noche.
Al salir del ascensor y ver allí las orquídeas, supo enseguida de quien eran y el motivo por el que estaba en la floristería de sus padres.
Cogió las flores y las puso en agua. Se sentó en el sofá y abrió el sobre que contenía la tarjeta para leerla.
<< Quiero que sepas lo especial que eres para mí, al igual que pueden ser estas flores o igual de lindas. Eres lo más importante en mi vida y lo serás estemos juntos o no. Quiero cuidar de ese bebé contigo, y cuidarte a ti también. Siento mucho lo que hice o como me porté. Dame una oportunidad. Te quiere, Jason>>
El corazón empezó a palpitarle con fuerza. Deseaba tenerle delante, abrazarle y besarle, pero prefería esperar.
Lo primero de todo era sobrevivir a la cena con los amigos, y según como fuera, pues le llamaría o no.
Se pasó el resto de la tarde preparándolo todo, deseando que saliese bien. Tenía que admitir que estaba asustada porque no sabían como reaccionarían todos al ver a Jeremy y a Rachel allí. El único que no podía asistir era Juan, lo cuál fue una suerte. Se había marchado aquella mañana temprano y no volvería hasta principios de semana y Brittany estaba en el restaurante, cubriendo una suplencia, así que esperaría al domingo y se lo contaría junto a sus padres.
La llamó obligándola a asistir, aunque por ello tuviese que cerrar el restaurante.
-De acuerdo pesada. Iré. Espero que sea importante.
-Digamos que te vas a caer de culo.
-Hasta el domingo.
Brittany era como un espíritu libre. Las relaciones habían dejado de importarle. Había experimentado demasiado dolor en ellas como para eso.
Se obligó a si misma a tranquilizarse, pues era lo primero para que todo saliese perfecto.
Cuando lo tuvo todo listo, se desnudó para darse una ducha rápida. Mientras se enjabonaba, se acarició el vientre y pensó en como habían cambiado su vida con algo tan pequeño. A las nueve y media empezaron a llegar todos y tal y como ya temía, cuando la pandilla vio allí a su ex novio y a la actual novia de este, miraron a Hannah preguntándole con la mirada que era lo que estaba ocurriendo. Tenía que ser algo muy importante para que estuviesen todos.

Desde donde estaba podía verles a todos. Se preguntaba que ocurría
para que se reunieran en casa de la chica. Había algo que se le había
escapado, pero ¿el qué?
Tamborileo los dedos en el volante pensativo. Se volvió hacia el
asiento de al lado y cogió una fotografía junto con unas cartas.
Aquellas eran sus pertinencias más preciadas.
La última fotografía que se hicieron juntos antes de que él se
marchara.
Intentó contener las lágrimas pero no era fácil. Ángel había sido
demasiado importante como para reprimir lo que sentía y por
primera vez en muchos meses, Patrick no se contuvo.


Después de que se sentasen alrededor de la mesa, Hannah empezó a servir la cena sintiéndose observada por cada uno de ellos.
-Ya sé que os debéis preguntar porque estáis aquí.
-¿Qué pasa?- Sean estaba preocupado. No era nada normal aquello.
-Cenemos primero, por favor.- pero la tensión estaba en el aire y comprendió que cuanto antes hablase, antes terminaría todo. Antes de tomar el postre, Silvia creyó que ya habían esperado demasiado y que se merecían una explicación.- Está bien. Quiero resolver esto cuanto antes.
-Has estado muy rara estos días. Es justo que nos cuentes que te pasa.
-Estoy embarazada de casi un mes- el silencio fue sepulcral, pero todas las miradas fueron hacia Jeremy, que se mantenía en su sitio cogiéndole la mano a su chica.- Sé que es extraño, pero lo hemos hablado y seguiremos adelante, cada uno por su lado, como amigos. El bebé tendrá padre y madre aunque no estemos juntos- de echo, tendría dos padres, aunque no lo dijo.- Hay algo que quiero pediros a todos y quiero que por lo menos hagáis un esfuerzo.
-¿Qué es?- preguntó Ben.
-Quiero que dejéis las diferencias y el rencor de una vez. No me gusta que estemos distantes. Quiero que formemos una piña, todos.- Hannah merecía que por lo menos lo intentaran. Aunque tardaron un poco en reaccionar, al final todos se alegraron y les felicitaron. Todos, excepto Carl, que no dijo nada. Hannah esperó a empezar a recoger las cosas para ponerlas en el lavaplatos para hablar con él. Le pidió que la siguiera hasta la cocina.- ¿Qué te pasa cielo?
-Todo esto es raro para mí. Si las cosas hubiesen sido distintas, quizá el bebé podría haber sido mío.
-No merece la pena pensar en el pasado. Es algo que quedó atrás y ya no hay más vuelta.
-Ya lo sé.
-Hay algo que quiero preguntarte. Cuando el otro día me dijiste que me echabas de menos, pensé que quizá hay algo que no me has dicho.
-¿Quieres saber si te mentí al decir que ya no te quería?
-Si.
-No te mentí. De hecho, hay alguien que me gusta a rabiar.
-¿Es Annette?
-¿Cómo lo sabes?
-Me di cuenta de que había algo cuando llegasteis.
-Bueno, me siento muy a gusto con ella, y me encantaría que las cosas funcionaran.
-El tiempo es el único que decide eso.
-Me alegro mucho por ti, sé lo mucho que te gustan los niños.- no había más que verla con Josh. Le quería con locura.
-Gracias. Que me digas eso significa mucho para mí- se abrazaron y entonces fue el niño él que interrumpió.
-Hannah…
-Hola principito.
-¿Quieres más a él que a mí?- señaló la barriga de la chica y esta le miró con ternura arrodillándose frente a él.
-Le querré de forma distinta a ti, pero no significa que vaya a quererte menos.- a sus dos añitos, Hannah le hablaba como si fuese un chico mayor y eso a él le encantaba porque le hacia sentirse importante. Cogió al niño en brazos y volvieron al comedor.
-¿Qué tal ha ido?- preguntó Richard a la chica mientras cogía al niño.
-Bueno, he resuelto una duda que tenía y le he asegurado a tu hijo que no voy a querer nunca a nadie como a él.
-Pues le has sacado un buen peso de encima. Cuando soltaste la noticia, le dijo a Lisa que nunca te había visto tan bonita. Que te brillaban los ojos.
-Es un cielo.
-Si, y uno que te quiere con locura.- ambos miraron al niño que se estaba quedando dormido en los brazos de su padre.- ¿Qué tal todo con Jason?
-Ahora bien. Quiere estar conmigo y con el bebé, pero aun no le he dicho que acepte.
-¿Y eso por que?
-Pues porque salió huyendo antes de decirme esto y lo que te acabo de contar. Además, quería saber como terminaría la cena de hoy para llamarle.
-Me parece perfecto.
-Si, ya era hora.
-Estoy orgulloso de ti. Estás llevando esto muy bien.
-Lo mejor que puedo, y ayuda mucho que tus amigos y gente a la que quieres te apoye y esté de tu parte.
-¿Y tus padres? ¿Cuándo de lo dirás?
-El domingo como con ellos y con mi hermana. Entonces se lo diré.
-Cuanto antes mejor.
-Estoy de acuerdo.
Poco a poco los amigos se fueron despidiendo, y ella se alegraba de que pusieran de su parte, incluso habían hablado con Jeremy y Rachel.
Cuando se fueron todos, Hannah llamó a Jason. A pesar de la hora, le encontró despierto.
-¿Si?
-¿Despejado?
-Después de cuatro tazas de café, he de estarlo.
-¿Quieres venir?
-Pensaba que no me lo ibas a pedir nunca. Voy enseguida.
-Te espero- mientras esperaba a que llegara, preparó unas palomitas, no sin cierto asco, y una ensalada de fruta. Para cuando llegó, tenía escogida hasta una película para ver. Cuando la chica abrió la puerta, Jason tuvo que contenerse y no abrazarla y besarla allí mismo.- Pasa.
-¿Qué has hecho hoy?
-Pues después de que nos viéramos esta mañana, he venido a comer y después volví a la oficina un rato. Hace un rato que se ha ido toda la pandilla. Les invité a cenar para contarles lo del embarazo. Jeremy y Rachel también han venido.
-¿Y que tal ha ido?
-Ha sido perfecto. No pensé que saldría tan bien.- en realidad pensaba que sería un desastre, sobretodo teniendo a su ex y a su actual novia allí.
-Es estupendo cariño, me alegro.
-Ahora solo falta mi familia.
-¿Crees que se lo tomarán mal?
-Creo que se sorprenderán, pero la idea les gustará.- se quedó callada un momento pensando en las pequeñas cosas que daba la vida, y después volvió a hablar.- ¿Qué tal tú?
-Lo mío es más aburrido. Me he pasado la tarde trabajando y echándote de menos.
-Yo también a ti, sobretodo después de recibir las flores. Gracias.
-No hay de qué. Ya sabes que me gusta hacerlo.- antes de que se produjera un silencio incómodo, Hannah comentó la posibilidad de ver una película y a él le pareció bien. No solo le convenció la idea de estar con ella, sino también saber que había palomitas y ensalada de fruta, puesto que no había cenado nada.
Pusieron la película, pero ninguno de los dos le prestaba atención. En lugar de eso, se miraban de reojo de vez en cuando, pero enseguida volvían a mirar hacia el televisor. Hubo un momento en el que Jason deslizó la mano por el sofá hasta coger la de la chica. Verla con aquel camisón no despertaba en él más que deseos por tocarla. Hannah le miró sonriendo al ver que se sonrojaba al sentirse observado. Se le acercó despacio para besarle en la mejilla, y al volverse él para mirarla, se besaron dulcemente en los labios.
Al separarse, sonrieron sin aliento y volvieron a besarse. A pesar del dolor que habían sentido, se querían más de antes de que ocurriese todo.
-Antes, en el supermercado, no me dio tiempo de decirte algo importante.
-¿Y que era?
-Que yo también te quiero.- volvió a besarle.
-Estos días, cuando no nos veíamos, no me hacia a la idea. No soportaba pensar que las cosas hubiesen cambiado tanto. Necesito estar contigo, y hacerte feliz.
Es lindo lo que dices. Siento que voy a llorar.- pero no lo hizo. Se sentía la mujer más feliz del mundo.- ¿Ya tienes todo lo del viaje preparado?
-De eso quería hablarte. No sé si debería ir. Es toda una semana Hannah... Además, ahora que sé que estás embarazada, no me quedaría tranquilo.
-Voy a tener un bebé, no es que esté enferma ni nada semejante.
-Ya, pero no quiero dejarte sola.
-Y no lo estaré. Tengo mi trabajo, a mi familia y a mis amigos.
-Pero yo estaré lejos.
-Solo es una semana. Seguro que cuando te des cuenta ya habrás vuelto.
-Ojala tengas razón.
-Claro.- pero ella tampoco lo pasaría bien. A pesar de mantenerse ocupada, lo echaría de menos, sobretodo por las noches, pero se le ocurrió una idea. Steven le había concedido una semana, pero con todo lo de Jason, el embarazo y la discusión, no la había aceptado. Quizás aun no era tarde.
No pensaba decirle nada a Jason, así si al final no iba, tampoco se desilusionaría.
-¿Sabes? Ya no me apetece ver esta película.
-¿Y en que has pensado?
-Quiero acostarme contigo. Quiero poder besar tu cuerpo. Recuperar el tiempo perdido.
-¿Quieres hacer todo eso ahora?
-Cuanto antes empiece, mejor.
-Supongo...- contestó con una sonrisa.
-Vamos a la cama- la ayudó a levantarse, y juntos fueron a la habitación.
-Deja primero que recoja las cosas.
-Lo haré yo luego, lo prometo.
-Solo por esta vez, pero no te acostumbres.
-No será fácil- la tumbó con cuidado en la cama, deslizó sus manos por las piernas de la chica hasta alcanzar la ropa interior y quitársela lentamente. Una vez fuera, siguió subiendo, hasta tocar los pechos y los masajeó con ambas manos. Hannah se removía bajo su cuerpo. Lo que le hacia sentir Jason no lo había conseguido nadie antes. Ni Carl, ni siquiera Jeremy.
-Jason...- otra vez puso esa voz ronca que tanto le gustaba. Se quitó la ropa y dejó que ella le guiara, como si no lo hubiesen echo antes.
Aquella noche, fueron él uno del otro del modo más tierno y dulce del mundo.
Hannah se durmió enseguida y tal y como había prometido, Jason se levantó y recogió el comedor. Después volvió a la cama con la chica. Durmió como un niño abrazado a ella.


A la mañana siguiente, Aïda aprovechó para salir a correr y de paso pensar un poco en lo ocurrido el sábado anterior.
Le tenía desconcertada lo que le hacia sentir Carlos, porque nunca se había sentido tan querida. Recordaba que con Sean, era amor o sexo, nunca ambas cosas juntas. En cambio, Carlos se lo había dado todo, y no podía olvidarlo.
Pensó en la posibilidad de llamarle, pero no tenía su número, y le daba vergüenza pedírselo a alguien, pues significaría admitir aquello que tanto miedo le daba.
Se detuvo un momento en una fuente para beber y refrescarse. Cada vez tenía más ganas de verle, y sentía que eran más fuertes que el hecho de mantenerle lejos.
¿Si solo era pura atracción porque se sentía tan vacía si el no estaba allí?
No conseguía poner en orden sus pensamientos y creyó que lo mejor era verle cara a cara y comprender que le estaba ocurriendo.
Regresó a casa a comer algo y cuando llegó, se le presentó la oportunidad para llevar a cabo lo que había estado pensando. Encontró a su hermana hablando con Hannah, quien le pedía que se reunieran con ella en la cafetería que había debajo de su casa y la avisaba de que Héctor y Carlos también estarían.
-¿Cuándo quieres que vayamos?
-Nosotros llegaremos en media hora o así.
-¿Ha ocurrido algo?
-No es nada que no os hayáis imaginado ya.
-Está bien. Hasta ahora.
Silvia miró a su hermana cuando colgó el teléfono y se preguntó que pasaría cuando Carlos y ella se vieran.
Esperaba que Héctor hubiese hablado con él y le hubiese puesto sobre aviso. Le habló a Aïda de la conversación que había tenido con Hannah, y cuando hubo confirmado que Carlos también iría, entró corriendo en el cuarto de baño, y salió poco después dejando una nube de vapor dentro. Se había duchado nada más y nada menos que en cinco minutos, algo que jamás había ocurrido.
Después entró en su habitación y no salió hasta que Silvia la apremió para que se diese prisa.
-¿Se puede saber que estás haciendo? Seguro que ya están todos abajo.
-Quédate tranquila que ya salgo- y salió. Vestía un tejano ajustado, unas botas de tacón y un jersey de cuello vuelto que dejaba al descubierto el ombligo. Se había dejado el pelo suelto, mojado y rizado ligeramente con espuma. También había optado por pintarse la raya de los ojos. Hannah le había enseñado hacia ya tiempo, pero nunca terminaba de decidirse.
-Vaya. ¿Vamos a dos sitios diferentes?
-Solo quiero asegurarme de una cosa.
-¿Y tienes que vestirte así?
-Si. ¿Vamos?
Ambas hermanas bajaron al bar y comprobaron que solo Hannah y Jason estaban allí y que hacia poco que habían llegado.
Tanto él como ella quedaron asombrados al ver a Aïda, pero el más sorprendido fue Carlos cuando llegó. Empezaron a sudarle las manos y temía ponerse a su lado por si no podía controlarse y la tocaba, o por el simple echo de que ella pudiera notarlo.
-¿A que venía tanta urgencia?- preguntó Héctor cuando llegó.
-Ya os hemos dicho que no es nada que no imaginéis ya, pero pensamos que lo mejor es que lo confirmemos- contestó Hannah y luego prosiguió.- Estamos juntos.
-¿Así que es cierto? Como me alegro- los seis alzaron sus bebidas y brindaron por el futuro de la nueva pareja.
Mientras hablaban con unos y con otros, Aïda miró a Carlos y sintió un fuerte hormigueo en la boca del estómago.
Cuando Carlos le devolvió la mirada, no pudo evitar sonreír, e instintivamente ambos pensaron lo mismo.
-¿Está noche saldremos al final?
-Si, claro. ¿Por qué?
-Quería estar segura de lo que me voy a poner.
-¿A dónde tenéis pensado ir?- preguntó el chico lleno de curiosidad. No le gustaba la idea de que Aïda pudiera conocer a otros chicos y terminase pasando lo mismo que ocurrió entre ellos cuando se conocieron. Sabía que no sería fácil que ella pudiese sentir lo mismo que sentía él en ese momento, pero no pudo evitar pensar que él era diferente a los otros chicos, y que Aïda se había dado cuenta.
-Aun no lo hemos decidido. Será cuestión de improvisar.- Jason no pudo evitar preguntarlo. Al igual que a sus dos amigos, no le hacia ninguna gracia que las chicas saliesen solas.
-¿Y estáis seguras de que eso es lo que queréis?
-Hace mucho que no lo hacemos. Será divertido- pero en realidad, en su mente había otra cosa, y estaba pensando en ponerla en práctica.- Voy a comprarme algo de ropa- miró al chico y le preguntó si quería acompañarla.
-¿Yo?- preguntó sorprendido.
-Creo que te estaba mirando a ti.
-Vamos si quieres.
-Vale.- se despidieron de todos y antes de salir, la chica se volvió hacia los demás y les guiñó un ojo.
-Esta chica tiene más peligro que un saco de bombas.
-Pero se la ve feliz. Y eso es lo que importa.
-Ojala que dure.
-Bueno, nosotros también nos vamos. Quiero comprar unas cuantas cosas que me hacen falta para el ordenador.
-Vale. ¿Cómo quedamos para esta noche?
-A las diez en el chino de siempre.
-Hasta luego. – la pareja se marchó dando un paseo. Anduvieron cogidos de la mano como un par de adolescentes. Jason sabía que aun era pronto pero no pudo evitar comprarle un helado y disfrutó viendo como se lo comía.

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