martes, 6 de diciembre de 2011

Capítulo 10

Con todo, pasaron ocho semanas por lo que Hannah estaba ya de cuatro meses.
Y llegó el día de la boda de Ryan y Ally.
-¡Estoy espantosa!
Jason se apresuró a ir hasta el dormitorio en donde ella se estaba vistiendo dejando el café y el zumo que estaba preparando para ella.
La encontró mirándose en el espejo de pie que se había comprado no hacia mucho.
A él le parecía que estaba preciosa. El vestido le quedaba perfecto incluso con la barriga que tanto se le notaba ya. Era un vestido de lino azul oscuro.
-A mi me pareces todo lo contrario.
-Dices eso porque estás enamorado de mí, pero mírame...
-Eso hago y creo que estas preciosa, así que cálmate.- se dejó caer en la cama y esperó a que él se sentase a su lado para apoyar la cabeza sobre su hombro.
Cerró los ojos un momento y al poco tiempo volvió a abrirlos.
-¿Ya esta mi zumo?
Jason puso los ojos en blanco y se levantó para ayudarla a hacer lo mismo.
Llegaron a la iglesia cuando aun faltaba un buen rato para que empezase todo.
Se encontraron allí con Annette que había conseguido pasar el radar de busca parejas de Ally y asistió sola.
-Menos mal que estáis aquí. He estado a punto de largarme. Siento todas las miradas sobre mí.
-Por lo menos tu tienes un cuerpazo, en cambio yo...
-No sabes lo que daría por tener lo que tú. Créeme.- compartió una sonrisa de complicidad con Jason, quien le agradeció el comentario.
-Quizá algún día... si juegas bien tus cartas con Carl.
-La verdad es que lo dudo. Tiene tanto miedo de iniciar una relación desde lo tuyo que me parece que no avanzaremos nunca en ese sentido.
-Ten más confianza en ti misma.- dijo guiñándole el ojo. Jason las observaba con una sonrisa. Estaba tan orgulloso y enamorado de su chica que a veces sentía la necesidad de gritárselo al mundo entero.
Una vez sentados, Hannah empezó a resoplar. Nunca había entendido porque le ponían tan nerviosa las bodas. Se sentía encerrada allí sentada entre su novio y su mejor amiga. Necesitaba aire.
Cuando por fin se decidió a que lo mejor que podía hacer era salir un momento fuera para respirar y luego volver a entrar, sintió la mano de Jason entrelazándose con la suya. Simplemente se limitó a sonreírle para tranquilizarla, algo que por cierto, consiguió.
A las once en punto, llegó Ryan acompañado de su padrino de boda y no mucho después la marcha nupcial anunció que Allison iba a entrar.
Hannah nunca la había tan preciosa como hasta aquel momento. También se le notaba la tripita como a ella y parecía estar de lo más orgullosa de poder lucirla. Demostraba lo feliz que era con Ryan y lo felices que serían a partir de aquel momento.
A pesar de los nervios del principio, pasó lo que quedaba de ceremonia muy tranquila y no pudo evitar emocionarse.
Cuando les declararon marido y mujer Annette y ella lloraban a lágrima viva.
-Ojala pudiese decir que el día que me case va a ser así de bonito.
-¿Por qué no iba a serlo?- Hannah miró a su amiga sin comprender. ¿Cuándo aprendería a ver las cosas por el lado bueno?
-Porque estoy en la treintena y el tío que me gusta es tan idiota que no sabe dar un paso hacia delante.
-Vaya, creo que es la primera vez que te oigo hablar así.
-Es que me saca de quicio que haga como si nada.
-¿Y por qué no hablas con él?- preguntó Jason lleno de curiosidad.
-Porque yo también tengo miedo.
-Entonces no puedes culparle.
-Lo sé.- admitió abatida.
De camino al banquete, Jason y Hannah intentaron mantener a Annette distraída para que pensase en Carl lo menos posible.
Para cuando llegaron, ya habían conseguido que llorase de la risa.
En el banquete todo el mundo estuvo muy divertido y pasaron un rato muy entretenido.
Ryan y Ally habían abrazado a Hannah en cuanto la vieron y agradecieron a Annette y a Jason que hubiesen asistido.
En un momento en el que Ally y Hannah se quedaron a solas, la novia le dio a su amiga su opinión acerca de Jason.
-Me parece que vas a ser muy feliz con él.
-Gracias. La verdad es que es un alivio poder contar con él sobretodo ahora- dijo acariciándose el vientre.
-Hay que ver como pasa el tiempo. Hace unos meses llevaba ropa ajustada y ahora lo único ajustado que puedo ponerme son los calcetines.
-Esto nos pasa por dormir sin ropa interior.- ambas rompieron a carcajadas y poco después volvieron al comedor en donde estaban todos los demás.
Se marcharon de allí pasada la medianoche. Para entonces Hannah ya no se aguantaba de pie. Hacia tiempo que no se encontraba tan cansada.
Tal y como llegaron a casa, se fue directa a la cama. Pensar que al día siguiente tenía que levantarse temprano la ponía enferma.


Lo que en principio empezó como un viernes como cualquier otro en la oficina, se convirtió en un infierno.
Todo iba bien, hasta que Héctor metió el dedo en la herida, como siempre.
Se pasaron la mañana escribiéndose e-mails divertidos, contándose chorradas, hasta que llamaron a Silvia por teléfono.
Mientras atendía la llamada, fijó su mirada al calendario que tenía sobre la mesa, y sin querer las lágrimas asomaron en sus ojos.
Héctor la miraba desde su mesa sin comprender. No entendía como alguien podía cambiar su estado de ánimo en décimas de segundo.
Cuando colgó, se levantó y fue corriendo hasta el cuarto de baño. Cinco minutos después salió y pasó al lado de la mesa del chico, pero en lugar de pararse, subió las escaleras hasta el despacho del jefe.
Llamó un par de veces a la puerta antes de asomarse a preguntar si podía pasar.
-Claro que puedes. Entra.
-Gracias.
-¿Te sientes bien Silvia?
-He venido a pedirte un favor John.
-Por supuesto. ¿Qué necesitas?
-Quería pedirte si es posible que me tome el lunes libre. Ya sé que hoy es viernes y que es un poco justo, pero no se que me ha pasado hoy. Debí decírtelo hace días...
-¿Has tenido algún problema?
-Es algo personal.- no quiso decir nada más. Para ella era ya bastante doloroso pensar que casi se le había olvidado, como para encima tener que explicárselo ahora a él.- se echó atrás en su silla y puso las manos cruzadas sobre el pecho. Por un momento, Silvia pensó que no se lo concedería, hasta que sonrió y le dio una respuesta.
-De acuerdo. Tómate el día libre.
-Gracias.
Bajó del despacho un poco más animada, pero las cosas se volvieron a torcer. Héctor la esperaba al pie de la escalera, esperando una explicación.
-¿Quieres algo?
-¿Has ido a pedirle un aumento?
-No. Le pedí un día libre. El lunes no vendré.
-¿Y eso por que?
-Es un asunto personal.
-No sabía que tuvieras secretos conmigo.
-Por favor, no empieces...- sentía de nuevo que le venían las lágrimas.
-Joder Silvia, es que no te entiendo. Eres las dos caras de la moneda.
-Pues si no te gusta, déjame entonces.
-Pues vale.- pero tal y como lo dijo, se arrepintió. No quería perder a Silvia, pero a veces le sacaba de sus casillas y decía cosas que no pensaba.
La chica volvió a su mesa y terminó unos documentos que tenía pendientes. No esperó a que Héctor se acercara a disculparse, ni él tampoco lo intentó. Quizá mejor sería esperar a que se hubiesen marchado todos.
Una hora antes de irse, la chica hizo una llamada. Sabía que aquello era justo lo que necesitaba.
-¿Puedes venir a rescatarme?
-¿Ha pasado algo?
-Casi se me olvida el aniversario de la muerte de Ángel.
-Díos mío...- se cubrió la boca con la mano. Por poco se le olvidaba a ella también. Todos los años encendía una vela blanca para él, y nunca se había olvidado.- Voy a buscarte y cenas con nosotros.
-Vale.
-¿Hay algo más?
-He discutido con Héctor otra vez.
-Quédate tranquila que estaré ahí cuando salgas.
-Gracias.- colgaron y la chica terminó de poner las cosas en el fuego para hacer la cena. Esperaba que Jason no tardase mucho.
Si antes llega a pensarlo...
-Hola. ¿Qué haces?
-He dejado la cena lista. Ahora vengo.
-¿Dónde vas?- Jason la siguió hasta la habitación y mientras él dejaba su chaqueta, ella cogía la suya.
-Voy a buscar a Silvia. Ha tenido una pequeña discusión con Héctor por lo de siempre y me está esperando en el trabajo. Dije que iría a buscarla.
-¿Quieres que vaya yo?
-No hace falta. Así podré hablar un poco con ella de camino.
-Ten cuidado. Está lloviendo mucho y no me hace ninguna gracia que conduzcas con este tiempo.
-No pasará nada. Guárdanos algo de cena, ¿vale?- le dio un beso y se fue.
Todo iba bien hasta que al incorporarse en la autovía, le patinó el coche y se salió de la carretera. No sintió nada. Perdió el conocimiento al momento.


-No hace falta que te esperes. Puedes irte.
-Ya sé que antes me pasé, y que no tenía derecho a decirte aquello, pero no era consciente. No lo pensé. Perdóname.
-Vete ya Héctor. Hannah debe de estar al llegar.- hacia casi un cuarto de hora que la esperaba. Empezaba a preocuparse. Hannah nunca llegaba tarde.
-Puedo llevarte yo. Paso por al lado para ir a mi casa.
-Seguro que debe de estar al llegar.
La lluvia cada vez caía con más fuerza. Como si todas las personas del mundo llorasen en aquel momento. Silvia solo recordaba una noche como aquella. La noche en que Ángel murió.
Se apresuró a coger el teléfono y llamó al móvil de su amiga. La espera se le hizo eterna hasta que Jason finalmente respondió.
-Hola Silvia.
-¿Está Hannah?
-Pues hace un buen rato que se ha ido.- miró el reloj y se lo confirmó.- Hará como una media hora. ¿No ha llegado todavía?
-No, y me extraña. – cuando nada más decir eso sonó el teléfono de casa, Jason cerró los ojos temiéndose lo peor.- Espera Silvia, no cuelgues.- Activó el manos libres y preguntó quien era.
-Soy el Dr. Stanson. No quiero que te alarmes pero Hannah ha tenido un accidente y está aquí.
-¿Qué ha pasado?
-Perdió el control del coche y se salió de la carretera. Ha perdido el
conocimiento.- Jason sintió que se le detenía el corazón, y Silvia que también lo había oído todo se agarró con fuerza al brazo de Héctor que permanecía a su lado, asustado al ver que ella perdía el color de la piel.- Está bien. No ha habido riesgo alguno para el bebé. Estamos esperando a que recobre el conocimiento.
-Voy para allá- colgaron y entonces Jason recordó que había dejado a Silvia a la espera para poder atender la otra llamada.- Silvia...
-Nos vemos allí.- no dijo nada más. Colgaron y ambos salieron hacia el hospital.
Silvia le pidió a Héctor que la llevase, y él al verla llorando se asustó aun más, pues no sabía hasta que punto era grave lo que le había ocurrido a Hannah. Además, presentía que había algo más en todo aquello. Desde principios de aquella semana que Silvia había estado aun más distante de lo normal, y no solo eso, sino que además discutían a diario varias veces al día.
Llegaron al hospital en un tiempo récord. Jason les esperaba en el mostrador, mientras preguntaba donde estaba su chica.
Empezó a desesperarse al ver que la recepcionista solo hacia que decirle que se esperara.
-No puedo esperar más. Llevo aquí veinte minutos y no haces más que limarte las uñas.- la chica dejó lo que estaba haciendo y le miró fijamente.
-Lo siento, pero tendrá que esperar.- antes de que pudiese pegarle un puñetazo al mostrador, Héctor le apartó de allí.
-Tranquilízate. Así no vas a conseguir nada.
-Ya lo sé, pero me estoy volviendo loco. Nadie me dice nada y no localizo al médico de Hannah.
Silvia permanecía a un lado escuchando toda la conversación sin atreverse a decir nada, aunque debido al estado de nervios en el que estaba, no podía hacer más que llorar. Se había cogido con fuerza a la mano de Héctor y no se atrevía a soltarla.
-¡Jason Martin!- por fin la recepcionista le prestó atención. Volvió de nuevo al mostrador, más calmado.- El Dr. Stanson vendrá en unos minutos. Por favor, espere.
-Como no- volvió junto a sus amigos y los tres miraron hacia la puerta de urgencias. Cinco minutos después, salió el médico.
-Estás aquí- dijo acercándosele. Observo que no estaba solo e intentó decir las cosas con calma, sobretodo después de observar a Silvia.
-¿Cómo está?
-Bastante mejor. Poco a poco está recuperando el conocimiento y puede irse a casa sin problemas. En el peor de los casos lo único que puede ocurrir es que sienta algún mareo. Si es así, basta con que vuelva y le echaremos un vistazo.
-¿Podemos verla?
-Solo puede entrar uno.- respondió mirando a los demás.
-Ve tú Jason. Nosotros te esperamos en la cafetería.
-Gracias tío.- les vio alejarse por el pasillo y después siguió al médico hasta donde estaba la chica.
-Os dejo solos- descorrió la cortina y allí estaba. Jason sintió como las lágrimas le venían a los ojos. Intentó reprimirlas pero no pudo. El temor de perderla, de perderles a ambos era demasiado fuerte.
-Hola...- apenas podía entenderla. Hablaba muy bajito, pero al menos estaba bien.
-Menudo susto me has dado.
-Estamos bien.
-Lo sé. Pensé que os había perdido.
-Eso no pasará. ¿Silvia sabe que estoy aquí?
-Está en la cafetería con Héctor.
-Quizá esto les una.
-No bromees con estas cosas.
-No lo hago. Me siento bien. Quiero irme a casa.
-De acuerdo. Hablaré con el médico para que me deje llevarte lejos de aquí.
-Tranquilo. No pensaba irme antes.- Jason la besó durante un largo rato antes de irse. Solo de pensar que podía haberles ocurrido algo peor...
Encontró al Dr. Stanson hablando con otro familiar. Esperó a que estuviese solo para preguntarle.
-Arreglo unos papeles y podéis iros.
-Gracias.
-No me las des. Es una suerte que alguien la viera y llamara.
-Cierto.
De todos modos, lo mejor es que esté en reposo total. Al menos las primeras cuarenta y ocho horas. Si después de eso quiere ir a trabajar, déjala.
-Muy bien.


-¿Te sientes mejor?- realmente estaba preocupado. Desde que la conocía que nunca la había visto tan mal como aquel día. Sabía de sobras que apreciaba a Hannah como si fuese una hermana, pero su dolor llegaba más allá.
-Estoy un poco más tranquila- se había tomado ya dos tilas, y aun así seguían temblándole las manos.
-¿Vas a contarme que te pasa?- ella le miró con la mirada perdida. Quizá no pasaría nada por contarle la verdad. Quizá era el único modo de que no la viera más que como amiga.
-Todo forma parte del pasado. La historia empieza cuando me fui a la Universidad y conocí a mi primer gran amor. Todo el mundo había tenido uno, menos yo y entonces conocí a Ángel. Con él, era todo muy especial, siempre conseguía hacerme reír. Como tú.- Héctor la miró con tristeza. Sabía que hablar de aquello le iría bien, pero era doloroso para él. Fuese lo que fuese que había ocurrido, Silvia aun seguía enamorada de ese chico.
-¿Qué pasó entre vosotros?
-Las cosas nos iban genial. Cuando terminamos la Universidad y me volví, él se vino a vivir con nosotras. Un día, las cosas se empezaron a enfriar. Yo no quería darme cuenta. Pensé que no era más que una fase. El día de nuestro aniversario, quedó en venir a buscarme a la oficina. Al salir, empezó a llover, cada vez con más fuerza, pero Ángel nunca llegó. Le llamé más de cinco veces antes de que me devolvieran la llamada. Era del hospital. Había perdido el control del coche, y no sobrevivió.
Héctor no supo que decir, aunque aquello explicaba muchas cosas. El temor a iniciar una relación. Que a veces construyese un muro de hielo a su alrededor, y sobretodo, la reacción al accidente de Hannah.
-¿Cuánto tiempo hace de eso?
-Casi tres años. Queme todos sus recuerdos. No me veía capaz de conservar nada. Sigue siendo demasiado doloroso.- el chico la cogió de la mano y ninguno de los dos dijo nada y por primera vez, Silvia no lloró al contarlo.


No tuvo más que seguirles hasta el hospital para descubrir lo que estaba ocurriendo. Le había sorprendido mucho la reacción de Silvia mientras sostenía el teléfono en sus manos. Se mantuvo escondido tras una columna mientras el médico hablaba con ellos.
Algo dentro de él se removió. Le recordó exactamente lo mismo que a Silvia. La noche en la que Ángel murió.
A pesar de cómo empezó todo, parecía que iba a terminar bien.
Silvia finalmente le había contado la verdad a Héctor y era evidente que eso solo conseguía que él la amase más.
Se acercaba el momento de enfrentarse cara a cara con ella.


Poco tiempo después, volvió para confirmar que ya podían marcharse. Jason la ayudó a levantarse y a coger sus cosas para reunirse con Silvia y Héctor que seguramente seguían esperando en la cafetería.
-Vamos a casa.
-Si- fue todo el rato cogida de su brazo hasta que llegaron donde estaban los otros dos y Silvia se arrojó a sus brazos pidiéndole perdón. Hannah conocía la historia, y lo comprendía. En ello pensó nada más despertar. Ninguno había olvidado lo ocurrido y era algo que les quedaría para siempre en la memoria.
-Lo siento mucho. No debí pedirte que vinieras a por mí. He sido una egoísta y todo porque no quería afrontar lo que me está ocurriendo. Todo porque no quiero amarle como a él- se abrazó a su amiga y lloró con todas sus fuerzas. No le importó que Héctor y Jason lo escucharan, o que su compañero comprendiera lo que aquello significaba.
-Silvia mírame. Tú no tienes nada que ver. Se me fue el coche. Pudo pasarle a cualquiera.
-Está muy cerca la fecha Hannah. No podría perder a nadie más.
-No lo harás. Estamos bien. Los dos. No quiero que vivas con miedo.
-¿Y como lo supero?
-Quizá deberías dejar que las personas que te quieren, se acerquen a ti. Si no estuvieses preparada para algo más, no estarías así. Cuando una persona no pude iniciar una nueva relación, nada la hace dudar. Tú estás más que preparada para eso, y si te soy sincera, creo que es lo que Ángel querría.
Esto último lo dijo más bajo, para que ninguno de los otros dos lo oyeran. Silvia la miró aun con lágrimas en los ojos. Hannah tenía razón, siempre la tenía.
-Hay algo que debo resolver primero.
-Entonces resuélvelo y afronta lo que sea que te esté pasando.
-Te acompaño a casa- Jason les vio tan mal que pensó que lo mejor era que él llevase a Silvia a casa y que Héctor se quedase para hablar con Hannah. Se volvió hacia su amigo y le habló.- ¿La llevas tú a casa?
-Claro. Está en buenas manos.
-Lo sé. Cariño vuelvo enseguida.- la chica sonrió. Jason aprendía rápido. Aquello era justo lo que ella le habría pedido si él no se hubiese adelantado.
-Eres un cielo. Gracias- le dio un beso dulce en los labios y un abrazo y espero a que ambos se fueran. Cuando se quedó a solas con Héctor, éste le dijo que podían irse cuando ella quisiera.- Entonces vamos ya.
El viaje hasta casa de la pareja fue de lo más silencioso. Hannah pensó que había algo diferente en Héctor. Como si por fin le hubiesen abierto los ojos.
-No es justo- dijo al fin cuando aparcaron.- La primera vez que me enamoro, y la chica aun sigue enamorada del chico con el que estaba.
-La vida no siempre es justa.
-Ya sé que no. ¿Qué puedo hacer?- se volvió hacia Hannah que le miraba desde el asiento de al lado.
-Ahora debes estar aun más por ella, pero no cruces la raya. Ahora si conoces toda la verdad, comprenderás porque decidió poner un margen. Siempre hay una razón para las cosas. Tú eres importante para ella, más de lo que puedes imaginar. Si te paras a pensar y has prestado atención a lo que me dijo antes, no tendrás más dudas.
-Dijo que no quería amar a nadie como a él.- bajaron del coche y subieron hasta el piso de ella.
-No. Dijo que no quería amarte como a él. Ella te quiere. Calaste hondo desde un principio. Tienes que prestar más atención.
-¿Ella me quiere?- Hannah asintió
-Conocerte ha sido lo mejor que ha podido ocurrirle. Ya sé que has tenido mucha paciencia y comprendo que quizá ya te has cansado, pero...
-No me he cansado. Simplemente no lo comprendía.
-Me alegra que al final te lo haya contado. No sé como ha podido aguantar tanto tiempo sin decirte nada.
-¿Crees que piensa que habiéndomelo contado hará que me olvide de ella?
-Creo que sí, pero sé que no será así y me parece que en el fondo, ella piensa igual que yo.
-¿Me aconsejas que no intente nada?
-Es lo mejor que puedes hacer por ahora. Deja primero que ponga en orden sus pensamientos porque tiene la cabeza echa un lío.
-Gracias. Me ha hecho bien hablar contigo. Jason tiene mucha suerte al haberte conocido.
-Eres muy amable.- en ese momento llegó el chico y les miró a ambos para saber si podía decir algo o interrumpía.- Puedes pasar.
-¿Cómo estaba Silvia?
-Mejor. Creo que contarte la verdad ha sido bueno para ella. Parecía muchísimo más tranquila.
-Eso es genial. Me siento como un idiota. Todo este tiempo pensando que si me hacia todo esto era solamente para fastidiarme y no pensé que podía haber una historia así detrás de todo.
-No podías saberlo. Ya es un gran paso que decidiera contártelo. Por el motivo que sea.
-Si ya sé que tenéis razón, pero no puedo evitar pensar que si no hubiese ocurrido lo de hoy, no me lo habría contado nunca.
-Eso no lo sabes. Quizá con el tiempo te lo habría contado. Ya has visto que no es algo para ir contando por ahí. Fue muy duro para Silvia y es normal que no haya sido fácil para ella dar ese paso.
-Lo entiendo- miró su reloj y pensó que ya iba siendo hora de marcharse.
Hannah debía descansar y él pensaba poner también en orden sus pensamientos. Se despidió de ambos y regresó a su casa. Había sido un día muy duro. Era una suerte que por fin hubiese terminado.
La pareja durmió tranquilamente hasta la mañana siguiente. Ninguno de los cuatro cenó nada. Demasiadas emociones para un solo día. En cambio, ni Héctor ni Silvia pegaron ojo esa noche.


El fin de semana pasó sin novedades. Héctor no quiso llamar a Silvia y ella lo agradeció, sin embargo, al llegar el lunes, la echó terriblemente de menos. Ver su mesa vacía era extraño, y para ser sincero con él mismo, no lo soportaba.
Para ella, al contrario, fue un día especial.
Llegó a su destino bien de tiempo. El lugar a donde pensaba llevarla Ángel el día que murió.
Se sentó sobre el césped y miró atentamente al vacío. No esperaba que viniese nadie y menos aun que se sentase a su lado.
-¿Interrumpo?
-¿Quién eres tú?- lo curioso es que le sonaba de algo pero no acertaba a saber de que. Miró hacia un lado y hacia el otro pero no había nadie excepto ellos dos.
-Perdona. Debí presentarme- alargó la mano y espero a que ella se la estrechara.- Me llamo Patrick, era el mejor amigo de Ángel.
Ahora comprendía porque le parecía conocido. Todos aquellos años le había visto allí también, pero nunca se había acercado a ella. ¿Por qué ese año sí?
-Antes de que pienses mal, déjame que te explique porque ahora.- miró hacia el vacío y luego de nuevo a ella.- Cuando me enteré de la noticia, no reaccioné, pensé que no era más que una cruel broma del destino. Tardé varios meses en reponerme y hacerme a la idea. Cuando lo hice, me vine hacia aquí. Tenía que conocerte, que decirte algo importante.
-¿El que?
-Deja que termine. Me he pasado estos últimos tres años observándote y también a los que estaban a tu alrededor. Quería estar seguro de que estabas bien, que te recuperabas, porque es lo que él habría querido.
-Lo sé...
-Cada año nos hemos encontrado aquí y hasta ahora no te he dicho nada porque no sabía si estabas preparada, pero sé que lo estás. Estaba en el hospital el otro día, y he de decirte que no me sorprendió lo que pasó. Me alegra saber que por fin te has dado cuenta de que puedes volver a empezar.
-Entonces... ¿qué es lo que tienes que decirme?
-El día que murió, Ángel debía encontrarse contigo para decirte algo importante. Sabía que tú estabas preocupada por vuestra relación y él quería encontrar el momento perfecto para decirte la verdad.
-¿Había otra?
-No. Ángel estaba enamorado de ti hasta la médula. Dos semanas antes del accidente, vino a verme. Había ido al médico y le diagnosticaron un cáncer terminal. No le daban más de seis meses. Intentó que tú no sospecharas nada, pero es evidente que no funcionó.
-No puede ser... Le hubiese perdido de todos modos.
-Siento habértelo dicho en este día, pero no podía esperar más.
Silvia no le contestó. Dejó que todo lo que sentía saliese a la luz. Patrick se limitó a abrazarla para mostrarle su apoyo.
Estuvieron juntos hasta el día siguiente, cuando ambos tenían que ir a trabajar.
A la mañana siguiente, Patrick la acompañó a trabajar. Héctor les observaba desde el interior de su coche, preguntándose quien sería o que relación tenía con ella, sobretodo después de ver como se abrazaban. Parecía que hubiese entre ellos un lazo invisible que les uniera.
-¿Estarás bien?
-Sí. Ahora sé que puedo avanzar.
-Te llamaré un día de estos.
-Me encantará. Gracias por lo de ayer.
-No tienes que decir nada. Era lo que debía hacer.- se abrazaron de nuevo y ella esperó a que arrancase el coche y se marchara, solo entonces Héctor se le acercó. Le mostró su mejor sonrisa y entraron juntos. Antes de que pudiese decirle algo, Silvia se paro un momento y le pidió que comiesen juntos.
-Te lo contaré todo. Lo prometo.
-Vale.- no quiso demostrárselo, pero estaba encantado.
Cuando se reunieron a la hora de comer, Silvia cumplió su promesa y le contó al chico porque había pedido fiesta y que fue lo que ocurrió.
También le habló acerca de lo que le dijo a Hannah el día del hospital.
-Sé que no he sido justa contigo, pero quiero que sepas que me gustas mucho y conocerte es lo mejor que podía haberme ocurrido.
-Yo siento que...
-Espera, deja que siga. Debí decirte esto antes, pero si de verdad me quieres, debes saber que quiero que nuestra relación avance, no quiero tener solamente una amistad contigo.
-¿Hablas en serio?
-Si. Creo que nunca he tenido las ideas tan claras- Héctor se levantó de la silla en la que estaba sentado y la besó, como tantas veces había soñado que lo haría. Por fin tenía a la chica de sus sueños.

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